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Represión

Llevaba medicamentos a dos activistas enfermos: el motivo del régimen para detener a un opositor

La Policía decomisa al ex prisionero político José Rolando Casares fármacos para la diabetes, analgésicos, antibióticos y otros productos enviados desde el exilio.

La Habana
El opositor cubano José Rolando Casares junto a su esposa, Yamilka Abascal, y sus hijos.
El opositor cubano José Rolando Casares junto a su esposa, Yamilka Abascal, y sus hijos.

El pasado miércoles 18 de mayo de 2022, José Rolando Casares Soto (Pinar del Río, 1977), fue detenido cuando se dirigía a llevar medicinas a los activistas cubanos Julio César Góngora y Roberto Blanco Gil.

El activismo de Rolando Casares ocasionó que en 2003 lo expulsaran de la Universidad de la Habana, donde cursaba el segundo año de la carrera de Psicología, por tener libros prohibidos. En 2006 fundó la Biblioteca Independiente Zapaticos de Rosa, una institución que combina libros juveniles e infantiles y que permanece activa. Tres años más tarde, en 2009, siendo coordinador de las actividades del Partido Republicano de Cuba en Pinar del Río, fue condenado a prisión por peligrosidad social predelictiva, una figura legal que ha permitido al régimen apresar, sin cometer delitos, a negros, pobres y activista políticos. Rolando Casares cumple todos los requisitos.

En 2017 fue apresado nuevamente bajo los cargos de atentado, resistencia, desacato y ultraje, por los que fue condenado a cinco años de privación de libertad. Al entrar en prisión, el menor de sus hijos, José Alejandro Casares Abascal, tenía dos meses de nacido.

"Yo iba a La Habana para asistir a la rueda de prensa de lanzamiento de la Campaña Poder Joven, dirigida a concientizar en los jóvenes la naturaleza de las elecciones democráticas", comenta José Rolando sobre su detención de entonces. "Pretendíamos fortalecer el deseo de la participación política responsable en la juventud".

El opositor fue apresado afuera de su casa con violencia. El paramilitar que lo sometió fue, precisamente, el que presentó la denuncia contra él por atentado, resistencia y desacato. "Después, en el juicio, supe que su nombre es Jordan de la Rosa".

"En la estación policial ellos empezaron a buscar en mi ropa —continúa José Rolando—, supuestamente buscando un pendrive, pero lo que hicieron fue romper mi ropa y dejarme en calzoncillos y con el pulóver roto. El short me lo quitaron y roto lo tiraron al piso. Esa fue la razón por la que me condenaron por ultraje".

En la misma causa fue sentenciada su esposa, Yamilka Abascal, quien entonces tenía siete meses de embarazo, a dos años de limitación de libertad por el delito de "desacato a la figura del comandante".

"Ella se puso mal cuando vio la violencia con la que me detuvieron. Al ser detenida, gritó 'Abajo Fidel', 'Abajo Raúl', 'Vivan los derechos humanos'. La sanción la obligaba a pedir permiso a la jueza de ejecución para moverse de la vivienda".

José Rolando Casares salió de prisión en septiembre de 2020. El hijo que había dejado bebé ya tenía cuatro años.

¿Cómo fue la detención del pasado 18 de mayo?

Del exilio habían mandado unos medicamentos para Julio César Góngora, activista pro derechos humanos que es inválido y tiene una herida abierta cerca de la cintura por una operación que no sanó correctamente. También para Roberto Blanco Gil, periodista independiente, miembro de Cuba Independiente y Democrática (CID), quien es diabético.

Yo iba a entregárselos a Julio y a Roberto, que viven cerca de mí, en la Ciudad de Pinar del Río. Andaba con Cristian David, el niño mayor de mi esposa, de 11 años. Hacia las 4:00 de la tarde fui interceptado por una patrulla y un Lada de color gris, cerca del domicilio de Julio César. Me dijeron que no iban a dejarme llegar a su casa, y de inmediato me quitaron la jaba.

Para evitar montar al niño en la patrulla, lo que hicieron fue quitarme el carnet de identidad y decirme que fuera detrás de la patrulla, mientras el Lada iba detrás de mí. Así fuimos hasta la estación policial provincial, conocida como "Genrrima", que es el nombre de la calle donde está. Yo estaba más o menos a dos cuadras de allí.

¿Qué pasa con el niño una vez en la estación?

El niño se quedó sentado abajo junto a la moto eléctrica que me habían prestado, y a mí me llevaron adentro. Con un instructor comenzó el decomiso de los medicamentos.

¿Te decomisaron medicamentos?
 
Sí. Hicieron un documento de decomiso que yo no firmé. De ese documento no me dieron copia. Yo llevaba analgésicos (Paracetamol, Acetaminofén), antihistamínicos, antibióticos, Vick VapoRub, algunas cremas para dolores musculares, gasas, guantes quirúrgicos, parches que no supe para qué eran, y el medicamento para la diabetes, del que no sé el nombre. Como yo no firmé, llamaron a dos testigos para que firmaran el documento, un policía y un civil que estaban por allí.

Hacia las 6:00 de la tarde me dejaron en libertad, recogí al niño y fui para mi casa.

¿Cuál es la razón que encuentras a que le quiten los medicamentos a los opositores cubanos?

Creo que eso también está dentro de lo que pasa en el país con los medicamentos. Hoy en día, si no tienes alguien en el extranjero o mucho dinero para comprarlos en el mercado negro, no consigues medicamentos que podrían hacer más fácil la vida de los opositores enfermos. Esta es una manera de hacerles más daño.

¿Cuál es la reacción de tus hijos al acoso paramilitar y policial?

Mis hijos, cuando ven a la Policía, siempre reaccionan con miedo. Cristian David fue testigo de mi detención en 2017. Inmediatamente él me dijo "papá, ¿va a pasar algo?". Entonces siempre lo que hago es tranquilizarlo.

¿Qué haces en este momento?

En este momento milito en Cuba Independiente y Democrática (CID), en la parte de Relaciones Internacionales, por los viajes que di en el pasado, antes de entrar a prisión, y las relaciones internacionales que mantengo desde entonces.

Además, educo a mis hijos en correspondencia con los valores que requiere la infancia para hacer frente a los problemas que se presentan en la escuela.

¿Qué problemas son esos?

Han sido varios problemas, pero lo más reciente ha pasado con mi hija Jennifer de la Caridad Casares Abascal, que ya está en primer grado.

Cuando estuvo en prescolar no tuvo problemas, pero después nos mudamos de San Juan y Martínez a la ciudad de Pinar del Río y la trasladamos de escuela. En la nueva escuela la maestra y la asistente, más bien la asistente, que tiene un familiar que es militar, y tiene conocimiento de quiénes somos nosotros, hemos visto que hacen cierto trabajo de adoctrinamiento con ella. Lo sabemos porque ella es muy inteligente y se comunica bien con nosotros y nos hace preguntas de cosas que no tienen que ver con el contenido escolar. Además, notamos excesivo celo en las revisiones de sus tareas, han llegado a señalar una tarea que no hizo porque le faltaba la página al libro de lectura. Sus libros están muy deteriorados. Por suerte tuvimos una buena recepción de la directora de la escuela.

Es una situación rara alrededor de ella que nos alerta. En la actividad por el cuatro de abril, su grupo haría una escenificación de la Cucarachita Martina, y la habían escogido a ella para que hiciera el papel de la cucarachita, porque ella se desenvuelve muy bien y es muy inteligente, no es porque sea hija mía. De pronto, a la niña le quitaron el papel. La obra no se hizo porque no hubo tiempo para preparar otra Cucarachita Martina. Fue una situación que sorprendió a todos los padres.

El menor de mis hijos, José Alejandro Casares Abascal, de cinco años, todavía no habla bien. Él estuvo sometido a sufrimiento fetal. Yamilka estaba embarazada en los días en que fui detenido en 2017. Luego de nacer, estuvo toda la situación del juicio nuestro, la sanción de Yamilka y mi prisión, la demanda de mi atención en prisión siendo él bebé, todo eso dejó un saldo que ha afectado su desarrollo. Además de la afectación del habla, es muy retraído.

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1 comentario

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Excelente entrevista, es importante llevar memoria de estos crímenes