El preso político cubano Luis Robles Elizástigui va a juicio este jueves. Si el guion represivo del régimen continúa su curso, será otro proceso que criminaliza las conductas políticas del pueblo y sanciona con cárcel el disenso.
Robles cumplió un año de cárcel este 4 de diciembre por pararse en el Boulevard de San Rafael de La Habana Vieja con un cartel en el que pedía el cese de la represión y la liberación del rapero contestario Denis Solís, miembro del Movimiento San Isidro, actualmente fuera del país.
La Fiscalía pide para Robles una sanción conjunta de seis años de cárcel por los supuestos delitos de "propaganda enemiga y resistencia". Su juicio estaba programado para el 16 de julio pasado en el Tribunal Municipal Popular de Diez de Octubre, pero fue suspendido a raíz de las protestas pacíficas que comenzaron el día 11.
En breve el régimen hará firme el castigo para el joven, quien ya ha cumplido uno de los seis años de cárcel que pide para él la Fiscalía. En ese tiempo, ha sufrido malos tratos, torturas físicas y psicológicas y vejaciones en la prisión de máxima seguridad del Combinado del Este, de la capital cubana.
En octubre, el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas concluyó que el arresto y encarcelamiento de Robles califica como detención arbitraria.
En el video que circuló por las redes sociales puede verse claramente que Robles no se resistió en ningún momento al arresto. También puede verse claramente el apoyo de los cubanos allí presentes.
Este apoyo, sin embargo, no impidió su detención. Robles fue conducido hasta una patrulla. Ningún policía lo empujó, porque él no oponía resistencia. Y esa es la última imagen que existe de él, al montar en un carro patrullero frente al Capitolio de La Habana.
Según análisis de abogados familiarizados con el sistema judicial del régimen, consultados por DIARIO DE CUBA, el proceso penal contra Luis Robles apuntó desde sus inicios a una estrategia política de disuasión. Sin embargo, la estrategia ha sido un fracaso, en vista de las históricas protestas del 11 de julio. Los detenidos y procesados penalmente tras el 11J hoy sufren en carne propia el escarmiento que el régimen quiso dar primero al joven Robles.