Este domingo 23 de febrero se cumple una década de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, el disidente cubano que falleció a los 43 años, tras mantener una huelga de hambre de 85 días en la cárcel.
Zapata Tamayo había sido acusado de desacato, desorden público y desobediencia civil por el régimen cubano, que lo condenó a 36 años de prisión después de varios procesos judiciales.
Mediante la huelga de hambre que le ocasionó la muerte, el disidente cubano exigió una mejora en las condiciones de reclusión y tratos más humanos de parte de sus carceleros. En cambio, recibió una campaña de descrédito del Gobierno y su aparato de propaganda, que lo acusaron de ser un delincuente común.
"La trágica muerte de Orlando Zapata Tamayo es un terrible ejemplo de la desesperación a la que se enfrentan los presos de conciencia que no albergan esperanzas de ser liberados de su injusto y prolongado encarcelamiento", escribió en 2010 Gerardo Ducos, investigador de Amnistía Internacional (AI) sobre el Caribe.
En ese momento, AI también reclamó al Gobierno cubano que permitiera a expertos internacionales en derechos humanos visitar el país para verificar que se respetaban, como aseguraba el régimen, los derechos humanos, en especial las obligaciones establecidas por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Una década después, La Habana no solo no ha permitido a expertos internacionales en derechos humanos que visiten la Isla, sino que ha llevado a la cárcel a opositores y periodistas, ha forzado al exilio a incontables activistas pacíficos y ha impedido la salida de la Isla de más de 200 personas que no comulgan con el régimen, desde el periodismo, el activismo o la oposición.
Zapata Tamayo no fue el primer preso de conciencia que murió en las cárceles cubanas, sin embargo, es uno de los más célebres. Antes que él, en 1972 falleció el líder estudiantil Pedro Luis Boitel y, al menos, otras diez personas.
En 2020, el régimen prepara un proceso contra el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), José Daniel Ferrer, al que ha mantenido en la cárcel desde octubre de 2019 y ha acusado ―igual que a Zapata Tamayo― de ser un "delincuente común".
Numerosos organismos internacionales, incluida la Organización de Naciones Unidas (ONU), han señalado las violaciones del debido proceso en el caso preparado contra Ferrer, uno de los exprisioneros del Grupo de los 75 opositores cubanos condenados en 2003 a penas que rondaban los 30 años de cárcel.
Sin embargo, el régimen de La Habana sigue adelante.
En las cárceles de la Isla, junto a más de 120 presos políticos o de conciencia declarados por la organización Cuban Prisoners Defenders, cumple un año de condena el periodista y abogado Roberto de Jesús Quiñones Haces, procesado por el régimen por el supuesto de delito de "desacato".
A estas alturas, cientos de periodistas, activistas y opositores no pueden moverse libremente fuera de Cuba porque están "regulados", el eufemismo que usa La Habana para referirse a las prohibiciones de salida del país aplicadas como guerra de desgaste contra la mayoría de las voces críticas del Gobierno.
Una década después de la muerte de Zapata Tamayo, también sufren el hostigamiento las activistas feministas, los luchadores contra la discriminación racial, los protectores de animales e incluso los ciudadanos que comparten contenidos considerados "subversivos" por el régimen en las redes sociales.
Pero la muerte de Zapata Tamayo, si bien triste, no ha sido vana. Este 23 de febrero, cuando se recuerde su legado, también se estará exigiendo el respeto a los derechos humanos de miles de activistas, periodistas y opositores, que bregan a diario en Cuba o en el exilio.
En noviembre de 2011 terminó con tres presos muertos la segunda vuelta de una huelga de hambre masiva de prisioneros en California. Ellos estaban en huelga desde el 22 de septiembre y finalmente murieron. Johnny Owens Vick y otro preso fueron confinados a la Unidad Especial de Seguridad de Pelican Bay. Hozel Alanzo Blanchard se encontraba recluido en la Unidad de Segregación Administrativa de Calipatria (ASU).
Ocurre la huelga de hambre en las carceles gringos y ocurren las muertes, asì como en cuba.
Nunca olvidado. ¡¡ZAPATA VIVE!!
Lo que hizo Zapata es digno de admiración. Un hombre valiente que fue consecuente con la decisión que tomó.
Otros que dicen ser luchadores de nuestra causa contra la dictadura han tratado de imitarlo, algunos en múltiples ocasiones, pero qué va, se necesita de mucho valor. Al final, todo es una pantomima con el propósito de llamar la atención internacional y obtener algún beneficio personal.
Y por supuesto, la dictadura es la que saca más ventaja de estos shows.
A uno de estos ¨fervientes opositores¨ ya lo conocen en su ciudad como el Hombre del Ramadán: sólo ayuna durante la salida del sol cuando le da por hacer uno de sus habituales shows.