El pasado 11 de mayo, Oscar Casanella asistió en La Habana a la marcha independiente contra la homofobia acompañado de su esposa y su hijo, que aún no había cumplido los dos años. No era la primera vez que iba a un evento de ese tipo. Entre 2009 y 2011 asistió a numerosas marchas contra la homofobia en Suiza, en cuyo Instituto de Bioinformática complementó su formación.
Los vídeos, fotografías y testimonios de su asistencia a la marcha habanera muestran cómo fue detenido, la violencia ejercida contra él y la sangre que manó de su frente producto de un golpe cuyo responsable no ha sido identificado. Una serie de violaciones flagrantes de su integridad física que, sin embargo, el fiscal militar Ariel Bergolla, primer teniente de la Fiscalía Provincial MININT-Habana, no solo no ha conseguido documentar, sino que niega.
Para coronar su actuación, el fiscal se ha negado a entregarle a Oscar una copia del documento en el que desestima su acusación contra el subteniente Wilbert Cárdenas Garbey, que fue presentada diez días después, el 21 de mayo, en la Fiscalía Militar.
"La acusación es contra Wilbert Cárdenas —comenta Oscar— porque es la única persona que se identificó aquel día en el Hospital Calixto García, cuando me llevaron a suturar la herida".
Luego de entregada la acusación, Ariel Bergolla citó a Oscar el día 14 de junio —más de 20 días después de presentada y a un mes de los sucesos— en Medicina Legal, para que la doctora Halina Pérez Álvarez analizara su estado físico. Más tarde, ese mismo día, tomó declaración al agredido en la Fiscalía del Ministerio del Interior (MININT). Apenas dos semanas después, el fiscal ya tenía su "informe concluyente".
"El 28 de junio pasado Ariel Bergolla me dio a leer en la Fiscalía del MININT la respuesta a mi demanda, pero me dijo que no me podía dar copia", relata Oscar. "Yo le dije que necesitaba el contenido del informe para poder defenderme, y buscó una hoja y un bolígrafo para que tomara notas del documento. Antes no me habían dado copia ni la doctora de su informe ni el fiscal de mis declaraciones".
Según Oscar Casanella, en el documento del que solo pudo tomar notas Ariel Bergolla afirma que los paramilitares que le arrestaron son policías que se identificaron, pero que Oscar no lo vio por lo excitado que estaba, una mentira grosera para quienes ese día fuimos cargados en peso por hordas dispuestas para la agresión y el escarnio, frente a cámaras y testigos que habrían podido informar al funcionario de la ley si se hubiera tomado el trabajo de preguntar.
Afirma también el fiscal que el arresto se produjo por haber interferido en la detención de otras personas, sin tener en cuenta que fue Oscar precisamente el primer detenido de aquella jornada.
Entre las notas que tomó Oscar de las conclusiones del fiscal militar se puede leer: "No ha sido posible determinar forma, objeto o acción concreta que le provocase las lesiones, en el vídeo no se aprecian tonfas u objetos en las manos de los agentes, pero sí que fue reducido a la obediencia con el empleo de técnicas y maniobras propias de la actuación policial y no de maltratos ni violencia física, toda vez que en el certificado médico de 1ra intención no se describen otras lesiones, por tanto y en consecuencia con lo antes descrito resulta procedente disponer el archivo de la presente denuncia al haber obrado los agentes en cumplimiento de un deber".
Leído el fragmento, uno se pregunta ¿fue por los vídeos que entregó Oscar como anexos de su denuncia que Ariel Bergolla sació su "ambición investigativa"?
En su acusación, Oscar no se limitó a describir como agresión la herida en la frente, sino que narra cómo, luego de ese golpe, lo vuelven a agarrar, lo internan en la calle San Lázaro y, aprovechando una valla que rodea un hotel en construcción, lo siguen golpeando, ya sin él saber con qué porque la sangre que salía de su frente le hacía imposible ver nada.
Inmediatamente después, lo levantan y lo arrastran al interior de un edificio justo al lado del hotel.
"Ellos intentaban cerrar la puerta de madera de dos hojas y bastante deteriorada de dicho edificio, y yo sacaba mi pie derecho para interponerlo entre las dos puertas evitando que las cerraran", recuerda Oscar.
"Grité varias veces '¡auxilio!'. Ellos lograron entrarme completamente en el edificio, empujarme contra una pared, cerrar la puerta, y allí uno de ellos me hizo una llave en el cuello que me impidió gritar y casi respirar; otros me agarraron los brazos y creo que un cuarto me daba piñazos en el tórax en lo que decían 'nosotros no te estamos haciendo daño', 'nosotros no te vamos a hacer nada malo'".
Luego —cuenta Oscar— permaneció varios minutos inmovilizado por la fuerza, mientras uno de los agresores salió del lugar, buscó una patrulla, y lo sacaron de manera expedita para evitar cualquier filmación de su estado.
"Me esposaron y me montaron en una patrulla conducida por el subteniente Wilber Cárdenas", abunda en su denuncia Oscar Casanella, sin que Ariel Bergolla haya encontrado en ello nada que merezca su atención.
Algún día los militares que agredieron de manera tan bestial a Oscar responderán por estos vejámenes de que lo hicieron víctima. Ariel Bergolla tendrá entonces que responder por qué desoyó la única petición que le queda a Oscar Casanella luego de los agravios sufridos, la de que se hiciera justicia.
"Los fiscales militares están protegiendo a los paramilitares, pero a la vez no quieren dejar pruebas de su complicidad e injusticia. Es un comportamiento que me deja indefenso y envía un mensaje terrible a los ciudadanos acerca de la impunidad de los cuerpos represivos castristas", concluye Oscar con una amargura que compartimos todos.