El Dr. Ariel Ruiz Urquiola, un científico de 43 años que desarrolla un proyecto de conservación de la biodiversidad en el Valle de Viñales, permanece tras las rejas por el supuesto delito de desacato. De continuar encerrado, en seis meses perderá el derecho de arriendo en usufructo de los terrenos dedicados a sus investigaciones.
Cuando en un congreso internacional sobre tortugas marinas celebrado en México, Ruiz Urquiola reveló la depredación de estos quelonios por parte de las pesqueras estatales cubanas, el núcleo del Partido Comunista (PCC) y la dirección del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) solicitaron su inmediata expulsión de la Universidad de La Habana (UH).
Una revisión demandada por el rector, resolvió aplicarle "el beneficio de la duda", restituyéndole a la UH con la prohibición de desarrollar proyectos con recursos marinos en el IIM, donde poseía un currículo avalado por diez años de labor.
Ruiz Urquiola se recuperó del golpe con rapidez, pues ya trabajaba en otro proyecto sobre biología terrestre, e intempestivamente defendió su doctorado tras un ultimátum de tres días para su preparación, so pena de cancelarse la obtención del grado.
Universidades en Holanda y Alabama (EEUU) le concedieron respectivamente una beca para desarrollar su proyecto, más una invitación a un ciclo de conferencias sobre genética de especies cubanas, pero los viajes fueron anulados por funcionarios de la UH, alegándose "que no podía representar a Cuba".
Apeló a la vicerrectoría de investigaciones de la UH, demandando su derecho a proponer investigaciones y, tras celebrarse una reunión acordaron "hacer borrón y cuenta nueva con su caso".
La invitación del Dr. Thomas von Rintelen
Ruiz Urquiola desde su niñez ha mantenido una especial vocación por la biología, y junto a su tío, el difunto Dr. Armando Urquiola, un botánico reconocido internacionalmente, recorrió la Cordillera de los Órganos y conoció accidentes geográficos y especímenes botánicos de gran interés.
Desde que comenzó sus estudios preuniversitarios en la Vocacional Lenin se dedicó a hacer investigaciones sobre los moluscos en el mismo conjunto montañoso, llamando su atención las variaciones genéticas y evolutivas de la especie conocida por Diana Rellena (mal llamada Polimita de Occidente), el caracol más antiguo de Cuba y probablemente de todo el Caribe insular.
Tomando el viaje de Darwin a las Galápagos como paradigma, quien halló diferencias a escalas zoológicas a un millar de kilómetros del territorio continental (Ecuador), el joven encontró diferencias análogas entre mogotes adyacentes en el conjunto montañoso más occidental de la Isla.
Tras enviar su proyecto de patrones evolutivos al Dr. Thomas von Rintelen, del Museo de Historia Natural de Berlín, quien dirige un trabajo en la zona de mayor biodiversidad del planeta localizada en el sudeste asiático, llamó la atención del científico alemán que el proyecto de Ruiz Urquiola planteaba fenómenos similares a los de su zona investigada, en apenas un centenar de kilómetros lineales de la Sierra de los Órganos.
Von Rintelen le concedió una beca de tres meses en Alemania para verificar su adiestramiento, del que salió satisfecho e impresionado por el desempeño, capacidad y profesionalismo del cubano, pero desconcertado porque este no estaba familiarizado con operaciones financieras con tarjetas de crédito y su salario mensual en Cuba equivalía a 30 dólares.
De estación ecológica a biogranja
El proyecto de las universidades de Humbolt y La Habana investigó los procesos evolutivos ocurridos en las zonas de poblamiento de la Sierra de los Órganos, la más antigua de todo el Caribe insular.
Tanto Ruiz Urquiola como sus colegas, intuyeron que el centro de especiación de esta cordillera se encuentra en los complejos montañosos conocidos por Derrumbada, Infierno y Viñales.
Además llegaron a la conclusión de que el Parque Nacional de Viñales tenía límites geográficos, pero no limites funcionales de la biodiversidad, quedando desprovistos de protección el resto de los mogotes esparcidos desde Paso Real de Guane hasta Las Catalinas, localizada en la frontera con la Sierra del Rosario (la estructura geomorfológica más antigua del Caribe).
Los resultados obtenidos en los laboratorios del Dr. Van Rintelen confirmaron fraccionamientos en la continuidad genética de las poblaciones en los mogotes de la zona estudiada, inspirando a Ruiz Urquiola a establecer una estación ecológica mediante la compra, con sus propios ahorros, de una vivienda en la zona de la Sierra del Infierno, cuyo proceder legal exigía la separación del área de la vivienda hasta un límite 320 metros cuadrados. La finca solo podía venderse al Estado, debido a que el título de propiedad fue expedido a través de la Ley de Reforma Agraria.
Para evitar parcelaciones (creación de poblados) y la continuidad de la crianza de cerdos en libertad, el científico persuadió al propietario, mediante un incentivo metálico, para que vendiera "la vega" al Estado. Después compró la casa, dentro del marco de la legalidad.
Tras la compraventa, los ingenieros del servicio forestal del municipio Viñales le motivaron a arrendar la finca en usufructo, naciendo de esta forma la biogranja.
Ruiz Urquiola etiquetado como "incómodo"
Para preservar la biodiversidad había que reforestar el talud mogótico con especies autóctonas en peligro de extinción, además de otros especímenes certificados genéticamente para repoblar la Sierra de los Órganos, cuyo empeño requería hacer viveros y crear otras facilidades.
La desmesurada crianza de cerdos en libertad menoscaba el proyecto, ya que la voracidad de estos animales arrasa con semillas, caracoles, posturas y crías. Y lo chocante es que estos animales no son propiedad única de particulares, sino de instituciones estatales como el Ministerio de Educación (MINED).
Las normas cubanas solo regulan la crianza porcina en zonas urbanas, sin embargo, códigos de países latinoamericanos, como el costarricense, "impone en zonas rurales, el uso de corrales estabulados que disten 300 metros de los linderos, con tratamientos de residuales y otras medidas sanitarias para evitar la propagación de enfermedades".
Ante las denuncias de Ruiz Urquiola, las autoridades exigieron la captura de "los puercos infractores" para presentarlos "como prueba". Se cumplieron las instrucciones, pero las violaciones continúan a pesar de las "advertencias oficiales notificadas a los porqueros".
Sin embargo, los cerdos no son el único problema, también hay cazadores furtivos y Ruiz Urquiola ha desactivado dentro del perímetro de la finca decenas de trampas tendidas para atrapar jutías y aves canoras en peligro de extinción, además, de la invasión ilegal de terrenos por parte de vecinos, que también perjudica a la estatal Empresa Forestal La Palma.
Gracias a la complicidad de la Guardia Forestal y la indolencia de la delegación de la Agricultura del municipio Viñales, el Hoyo del Aire, un bosque húmedo de interés para la comunidad científica, cuyo inventario de especímenes fue publicado en la revista de investigaciones científicas del Jardín Botánico ( 2001), ha sido deforestado y quemado en dos ocasiones con total impunidad por parte de un campesino de la zona.
Infractores y funcionarios corruptos etiquetaron de "incómodo" a Ruiz Urquiola, quien pervive en una comunidad donde las leyes son letra muerta y los perniles de puercos compran voluntades. Por ello, su familia ha sufrido allanamientos y amenazas por parte de matones de la zona, quienes obviamente gozan de encubrimiento oficial.
La sanción de un año de prisión aplicada al científico por presuntamente calificar de "guardia rural" (cuerpo represivo anterior a 1959) a un uniformado forestal que se presentó en la citada biofinca para pesquisar la supuesta tala ilegal de dos palmas fulminadas por rayos, obedece sin dudas a una componenda de la policía política, puesto que amañar pruebas es una especialidad de la Seguridad del Estado.
El cuerpo de guardabosques, que "exigió justicia por la calumnia", no es tan ecologista como lo pintan. Existen evidencias que sus efectivos, armados con marcabuses (fusiles de calibres reducidos), han protagonizado acciones represivas en las serranías, ocupaciones ajenas a sus reglamentos.
¿Quién puede creer, frente a esto, que la célebre frase del difunto Fidel Castro, "El futuro de Cuba es de hombres de ciencias", tiene sentido en nuestro país? El Dr. Ariel Ruiz Urquiola está en prisión por su dedicación de científico.