El oficialismo acudió este jueves a uno de sus recursos favoritos: cuestionar la salud mental de los opositores; en este caso, la de Rosa María Payá Acevedo, líder del proyecto Cuba Decide y de la Red Latinoamericana Jóvenes por la Democracia (JuventudLac).
El sitio oficial Cubadebate publicó un artículo de Marco Velázquez Cristo, quien echa mano al psiquiatra Carlos Bromley para atribuir a la activista un "trastorno psicopático de la personalidad", que supuestamente le permite mentir "con mucha facilidad" y hacer "de sus mentiras algo coherente".
El motivo del artículo es que la activista ha desmentido la autoría de una carta al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en la que presuntamente pedía apoyo para que "se cumplan planes contra Cuba y Venezuela". Cubadebate reprodujo días atrás la carta, dándola por auténtica.
Siguiendo el razonamiento de Bromley, Velázquez Cristo sugiere que Payá Acevedo heredó un comportamiento "mentiroso" de su "ambiente socio familiar".
"Mentir puede ser producto de un contagio psicológico de comportamientos en un determinado entorno social, donde todo el mundo miente, más aún cuando la personalidad no está bien estructurada o cuando se tienen determinadas debilidades morales, de principios o de valores", cita a Bromley.
No es la primera vez que el régimen acude a golpes bajos para intentar desacreditar a Rosa María Payá, una de las activistas con mayor resonancia a nivel internacional.
En el pasado, la prensa oficial la acusó de sacar rédito de la muerte de su padre, Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación.
Velázquez Cristo vuelve sobre esos pasos, diciendo que Rosa María Payá tiene una "enfermiza tendencia a la mentira" heredada de su padre.
"Fue un conocido cabecilla contrarrevolucionario, que en 2002 aseguró haber reunido 11.200 firmas, para su engendro político Proyecto Varela, sin embargo, no pudo presentar la acreditación de los firmantes como electores con declaración jurada ante notario, ¿por qué?, sencillamente porque la mayoría eran falsas", escribe sobre Oswaldo Payá.
El Proyecto Varela, una de las iniciativas más sólidas concebidas por la disidencia interna cubana, defendía la realización de un plebiscito para que los cubanos se pronunciaran sobre propuestas de cambios legales a favor de mayores libertades civiles y políticas, una amnistía para los presos políticos y la elaboración de una nueva ley electoral.
La respuesta del régimen de Fidel Castro evidenció la importancia del Proyecto Varela: la Asamblea Nacional lo declaró inconstitucional y el Gobierno modificó la Constitución para imponer un "socialismo irrevocable".
En tono "perdonavidas", Velázquez Cristo engorda la supuesta "patología" heredada por Rosa María Payá con los "amigos terroristas y mentirosos" que también habría recibido de su padre, y los que ha hecho ella misma.
Menciona a Donald Trump, Carlos Alberto Montaner, José María Aznar, Luis Almagro, Marco Rubio, Andrés Pastrana, Jorge Quiroga, Santiago Álvarez Fernández Magriñá, a quienes describe como "mentirosos, tergiversadores, inmorales y faltos de principios" que han "exacerbado" los "trastornos de personalidad" de la activista.
Velázquez Cristo critica que Rosa María Payá se presente como "refugiada política" cuando "entra y sale de Cuba libremente sin ser molestada". No explica que esto no se debe a "libertad" sino a un comportamiento caprichoso y estudiado del régimen, que sí reprime a su entorno en la Isla y que ha impedido la entrada de su madre, Ofelia Acevedo, al país.
El articulista oficialista afirma que lo que "impulsa a mentir" a Rosa María Payá "es su ambición por el dinero" y la conmina a revelar las presuntas ganancias fruto de contactos como el senador Marco Rubio.
"El historial de mentiras, vasallaje, subordinación a los intereses de los enemigos de la Revolución y una conducta alejada de cualquier principio ético de Rosa María Payá, desacredita cualquier planteamiento suyo", concluye Velázquez Cristo.
Curiosamente, no aplica los razonamientos del psiquiatra Carlos Bromley a la prensa, los funcionarios y los altos dirigentes del régimen, sistemáticamente acusados de mentir.