A finales de la semana pasada, el presidente de la Federación Cubana de Béisbol y Sóftbol (FCBS), Juan Reinaldo Pérez Pardo, ofreció a la prensa especializada las conclusiones de la asamblea anual en la que durante dos días participaron los directivos y entrenadores de todas las provincias del país.
A pesar del abismo en el que continúa cayendo el pasatiempo nacional, ubicado después de su bochornoso onceno puesto en el Premier 12 en el décimo lugar del ranking mundial, el también comisionado nacional prometió un gran desarrollo para los próximos cuatro años.
¿Con qué cuenta la cucaracha?, dirían en buen cubano los aficionados a este juego que el próximo 27 de diciembre cumplirá siglo y medio de la realización de su primer partido oficial en el emblemático estadio matancero Palmar de Junco.
Pérez Pardo, en un discurso totalmente ajeno a la grave situación económica que enfrenta la Isla, hizo promesas para el cuatrienio, sin dinero en los bolsillos y con la guillotina amenazando su cuello por la pésima gestión que ha realizado desde su nombramiento.
Después de un alarde de "harakiri con espada de goma", en el que expuso una larga lista de cosas que no se cumplieron y no cabrían en este texto, y que van desde el aumento de los irrisorios salarios que perciben los atletas hasta la reparación de terrenos y la reanimación de la producción de implementos deportivos, comenzó el show de la demagogia y la verborrea.
Quizás el más repudiado de los presidentes que ha tenido la FCBS en décadas, por su carácter altanero y el divorcio con la verdad y los medios de comunicación, haya recibido una herencia millonaria o encontrado un tesoro debajo de la arcilla del Estadio Latinoamericano.
Pérez Pardo, aseguró que el objetivo principal será recuperar los lugares históricos que Cuba tuvo alguna vez en todas las categorías del béisbol, algo que todos, bajo las condiciones actuales, saben que jamás pasará.
Para eso, aseguró, se reanimará el proyecto de talentos, se mejorarán los mecanismos de pago a entrenadores y árbitros, y se implementará la diferenciación salarial de los peloteros.
Además (ahora sí) se priorizará el trabajo en las categorías inferiores… hasta mostró un listado de gastos previstos para comprar todos los recursos.
En un año en el que hubo que suspender varios campeonatos nacionales de algunas categorías, el directivo dijo que se reanimarán los torneos a nivel de escuelas y barrios, se construirán beisbolitos en todos los municipios del país (son 169) y se rescatarán los estadios principales, los municipales y los de las escuelas de iniciación deportivas.
El listado de promesas prosiguió, según aseguraron los medios de prensa oficiales, con el desarrollo de las academias, la estimulación a las glorias deportivas y la inserción de contenido publicitario y patrocinios, algo que se sigue posponiendo año tras año.
Antes que se durmieran los presentes, el federativo habló de aumentar las contrataciones y la inserción de entrenadores en ligas profesionales, de un proyecto para construir un gimnasio de primer nivel en el Coloso del Cerro y de la colocación de luminarias en otros estadios.
Lo normal en esta situación, con el país hundido en una pobreza sin precedentes, era que Juan Reinaldo Pérez Pardo se quedara sin audiencia, o que un par de enfermeros irrumpieran en el salón y se lo llevarán metido en una camisa de fuerza, pero eso no sucedió.
Soñar no cuesta nada, dirían algunos, pero lo cierto es que el béisbol cubano, Patrimonio Cultural de la Nación, se sigue ahogando en mentiras y desilusiones, y cayendo al vacío sin soluciones realistas acordes con el mundo que nos rodea.