El equipo Cocodrilos de Matanzas, campeón de la II Liga Élite del Béisbol Cubano y representante de la Isla en la Semana del Béisbol de Barcelona, se despidió del torneo con una victoria, dos derrotas y una fuga, la del jardinero Yoisnel Camejo. El pelotero habla con DIARIO DE CUBA sobre sus motivos para tomar esa decisión, por la que el régimen de la Isla puede castigarlo con hasta ocho años sin dejarlo entrar a su país, y su paso por el béisbol cubano.
¿En qué momento exacto decides separarte del equipo de Matanzas en la Barcelona Baseball Cup?
Nunca quise abandonar al equipo antes de la competencia o durante esta. Eso no me hubiese gustado. Además, vinimos con un número limitado de jugadores. Cualquier baja habría dejado un hueco. Pienso que lo más correcto en estos casos es esperar al final de los torneos.
Dar este paso es complicado. Es un cambio radical para mi vida. Decidí quedarme cuando íbamos a coger el tren en Barcelona, rumbo a Madrid. Bajamos de la guagua para entrar al chequeo de equipaje, en el que yo era el último en pasar, y pensé: "Tengo que cerrar los ojos, tragar en seco y seguir adelante". A veces la suerte hay que buscarla. Minutos después, me comuniqué con un compañero. Le dije que lo sentía, pero que les dijera a los entrenadores que mi decisión era residir en España, para que no pensaran que mi seguridad estaba comprometida.
¿Qué motivó tu decisión de quedarte en España?
Nadie se imagina por lo que pasa uno al tomar esta decisión. Es algo que la vida te da de pronto. Dejo atrás a mis seres queridos y a un pueblo que me quiere, siempre recibí mucha alegría en cada saludo de la gente, pero debo echar ganas por las cosas que quiero. A veces surgen dudas para decidir cuando está en juego algo tan fuerte. Sin embargo, uno tiene que mirar el futuro, no solo por la posibilidad de jugar en una liga mejor, sino también por mi familia.
¿Fue algo que tenías pensado?
Para nada, pero hay cosas en la vida que simplemente llegan. Son como luces que te alumbran, uno nunca sabe las oportunidades que pueden aparecer. En el fondo, sí me gustaría jugar pelota en España. Aunque uno se desvincule, siempre le queda ese bichito en la sangre por regresar al terreno. Estoy abierto a cualquier equipo que me contacte.
Los Cocodrilos se despidieron de la Ciudad Condal con una victoria y par de descalabros ¿Cómo valoras la actuación de Matanzas en la Barcelona Baseball Cup?
Desgraciadamente, el papel no fue bueno. Pero hay que contrastar ciertas cosas. Tuvimos peloteros grandes, incluso de equipo Cuba, que no lograron buen resultado en el evento porque estuvimos un tiempo sin entrenar por razones ajenas a nuestra voluntad, y la tardanza de las visas también accidentó nuestra llegada a la sede, que a su vez originó problemas para adaptarnos al cambio de horario. Mientras doy esta entrevista, llevo días sin dormir.
¿Qué es lo más difícil de ser pelotero en Cuba?
Creo que formarse como pelotero en Cuba es un privilegio. Pasamos muchas dificultades y tiempo alejados de la familia, pero en Cuba jugamos de corazón. La mayor dificultad es que carecemos de condiciones logísticas y también de atención, no solo económica, sabemos que cobraremos poco, como todo cubano.
Pero también hay que cuidar más el plano psicológico del atleta. Es importante atender los problemas que se le pueden presentar al pelotero en el hogar, para que su mente pueda estar más despejada.
Yoisnel Camejo jugó seis temporadas con el conjunto yumurino. En su provincia, se le recuerda recorriendo los jardines con memorables atrapadas en momentos claves.
Compiló de por vida para .245 tras 298 turnos oficiales en su paso por los máximos circuitos de Cuba. No obstante, en la Serie Nacional 63 correspondiente a este año, rindió para .329/.455/.549 después de 50 partidos y 106 comparecencias en el tramo regular; pegó nueve extravases, entre ellos par de jonrones, anotó 31 carreras y remolcó 18.
¿A quién te gustaría agradecer por tu paso en la pelota cubana?
Son incontables los agradecimientos a las personas que me ayudaron. Desde la base, muchos me extendieron su mano. Cuando empecé en mi municipio Los Arabos, que fui campeón provincial, me aportó mucho Michel Pérez como director, él siempre me ha llamado para darme consejos y corregirme defectos técnicos; de la EIDE en Matanzas, cuando estaba en la categoría 11-12 años, agradezco al profe Manolo por inspirarme, y también tengo mucha gratitud con el actual cuerpo técnico de los Cocodrilos porque, a pesar de todo, me han dado mis chances.
Durante tu campaña de novato dirigido por Figueroa, Matanzas terminó en el último puesto de la Serie Nacional. Al siguiente torneo, llegó Ferrer y fueron campeones ¿Qué cambió en ese entonces?
Lo que me llevó a la preselección de los Cocodrilos fue mi liderato de bateo en la provincial ganada por los Los Arabos, todo salió bien y pude debutar con Figueroa. Cuando entró Ferrer noté una aglutinación del grupo. Teníamos la calidad del trabajo de años anteriores, solo necesitábamos más flexibilidad. Los peloteros siempre nos estamos restringiendo, pero él no te prohibía nada, lo que después había que entrenar y jugar con todo. Creo que eso nos dio más soltura y confianza.
No te tocó ser titular en Matanzas por los nombres que figuran en el equipo, pero siempre te las arreglaste para seguir en la plantilla ¿Cuál fue clave?
Para mí fue un honor representar a un equipo que por más de una década se ha mantenido entre los primeros. Esos mismos resultados colectivos me motivaban. A mí en lo personal siempre me gusta dar el máximo, aunque conozca mis limitaciones y tenga por delante atletas mejores. Cuando fuimos campeones en la Serie 59, que tuve mi pequeño aporte, un equipo de la región central me ofreció mayor regularidad, pero no me quise ir porque me gustaba Matanzas. Ahora mismo, si estoy aquí en España, es porque no me fui de los Cocodrilos.
Aunque la gente no lo crea, me sentía importante. Yo calculaba que en unos playoffs, si bien abrían nueve jugadores, yo era el primer o el segundo cambio. Si salía a defender en el octavo inning, me veía como un cerrador. Son cosas que no suelen notarse, pero que pesan.
Hiciste varios fildeos espectaculares que definieron partidos…
Sí. Desde chiquito me tiro de cabeza hasta en un piso. Soy del criterio que se ve feo que la bola pique delante del jardinero. Fíjate que a veces me he tirado hasta por gusto, pero también influye el deseo de hacer las cosas bien.
Dejas el béisbol cubano con los títulos de la Serie 59 y la segunda Liga Élite ¿Alguna anécdota sobre estos triunfos?
Hay una muy linda del comodín de la Serie 59. Eran tres juegos contra Sancti Spíritus, a ganar dos. Perdimos el primer juego y regresamos a Matanzas. Si volvíamos a perder, quedábamos eliminados a mitad de temporada.
Entonces, mientras estábamos en el Hotel Mar del Sur, antes de ese partido, Erisbel Arruebarrena y Yasiel Santoya nos llaman a una reunión de los peloteros en una de las habitaciones. Sin entrenadores. Y para mi sorpresa, Santoya, que era el capitán, dijo: "Aquí no vamos a hablar nada de pelota, mañana hay que salir a ganar, pero ahora vamos a brindar". Habían comprado una botella de champán y la dividimos en varios traguitos para cada uno.
Lo que hicimos fue empezar a bonchear y relajarnos. De ahí en adelante, cambió todo. Vencimos a Sancti Spíritus, nos metimos entre los seis primeros y fuimos los líderes de la etapa regular.
Ya para la segunda Liga Élite, teníamos una alineación que metía miedo, incluso con jugadores que pasaron por MLB. Lo mejor fue que todos halaron parejo. En un momento determinado de esa postemporada no estábamos bateando, y Yurisbel Gracial tocó bola para avanzar corredores. Se le criticó muchísimo. Pero él lo hizo para dar el ejemplo como líder. Si un peloterazo como Gracial se sacrificó, todos lo teníamos que hacer. Fue un gran gesto de humildad entre tantos grandes.