A partir del próximo sábado 5 de agosto dará inicio la gran final del campeonato cubano de béisbol, con un duelo al mejor de siete partidos entre los Leñadores de Las Tunas y los Industriales de La Habana, dos equipos que jamás se han enfrentado por la corona nacional.
La rivalidad entre ambos conjuntos comenzó hace apenas cinco años, cuando coincidieron por primera vez en una semifinal. Los orientales vencieron en un séptimo desafío, con un contundente fuera de combate, a unos capitalinos dirigidos por el polémico Víctor Mesa.
Al año siguiente, esta historia tomó matices dramáticos cuando el entonces mánager de los Leñadores, Pablo Civil, ya con el boleto a la postemporada en el bolsillo, se dejó vencer en el últimos partidos de la fase regular para que Industriales no alcanzara su clasificación.
"Fidel Castro nos enseñó siempre a utilizar estrategias para poder ganar las batallas y así lo hicimos. La estrategia fue positiva", declaró el entrenador en aquel momento al medio oficialista Cubadebate en una entrevista por la que se ganó un buen tirón de orejas y generó muchas críticas.
Al final logró el título por primera vez para su provincia, pero los habaneros jamás olvidaron eso. A partir de ahí, cada partido entre ambas escuadras ha estado cargado de morbo y sentimientos de venganza. En esta temporada ya no está Civil al mando de ese equipo, ni tampoco está con los azules el mítico Rey Vicente Anglada, quien fungía como estratega mayor por aquel entonces.
Sin embargo, más allá de que estos dos equipos estuvieron entre los más ganadores de la fase clasificatoria, esos antecedentes le ponen un poco de picante a esta final inédita.
Lo cierto es que la vendetta capitalina será muy difícil que se lleve a cabo en esta oportunidad, porque los Leñadores salen a este enfrentamiento con la etiqueta de favoritos por la mayoría de los especialistas, vaticinio que concuerda con el de DIARIO DE CUBA.
Una ofensiva feroz, superior a la de todos sus rivales, y un cuerpo de lanzadores muy efectivo y bien manejado por la dirección del conjunto, son las armas que traerán los tuneros a estos partidos definitorios.
En semifinales, a un equipo tan poderoso como Matanzas, apenas le permitieron 2.14 carreras limpias cada nueve entradas, y esto, unido a un promedio de bateo de 283 y a una efectividad de 31.50% a la hora de impulsar corredores en posición anotadora, los presenta como un conjunto muy difícil de vencer.
Industriales llega a esta final con muchos problemas en casi todos los aspectos de juego, y según nuestra opinión, ya cumplió con su exigente afición.
Esa remontada legendaria después de ocupar el último puesto durante el primer tercio de la campaña, será recordada durante mucho tiempo, pero creemos que son escasas sus herramientas para derrotar a la que todos llaman "la pesadilla oriental".
A estas alturas, por varios motivos, no han podido estabilizar una alineación regular, sus lanzadores abridores no están bien definidos, y los números que arrojan en sus últimos desafíos de semifinales no son los mejores.
Un bajísimo por ciento de carreras empujadas con corredores en posición anotadora (15.96) ha incidido en su poca producción de carreras (menos de cuatro por juego). Serpentineros inestables y descontrolados en ocasiones, y una nula artillería de largo alcance al no conectar cuadrangulares, no son guarismos de un equipo campeón.
Además, a su receptor regular le han robado siete bases en nueve intentos, algo muy preocupante en estas instancias.
Con todas estas deficiencias a cuestas lograron vencer en siete juegos a Santiago de Cuba, porque este equipo capitalino sabe aprovechar bien los errores del contrario, y como dicen sus aficionados, van de lo ridículo a lo sublime en apenas unas horas.
Con estas cartas sobre la mesa y como hablamos del más impredecible de los deportes, es posible que esta porfía se extienda más allá de lo que muchos piensan, y que los pronósticos se hagan humo en cualquier momento.