En un excelente partido, que mantuvo en vilo a los amantes del béisbol, el equipo de Cuba cayó, por cerrado marcador de 3-4, ante la selección de Estados Unidos que conquistó la corona del Campeonato Mundial en la categoría sub-15, celebrado del 26 de agosto al 4 de septiembre en la ciudad mexicana de Hermosillo.
Los estadounidenses, campeones hace cuatro años, habían logrado su clasificación a la final del evento en la jornada precedente, cuando a golpe de batazos les arrebataron el invicto, justamente, a los cubanos —imbatibles hasta ese duelo— demostrando que eran el mejor conjunto presente en esta cita mundialista.
Sin embargo, a pesar de que la selección de EEUU contaba con una artillería potente que fue la de más alto promedio ofensivo durante toda la competencia, y un staff de lanzadores con velocidades que llegaban a sobrepasar las 90 millas por hora, algo muy inusual en estas categorías, los cubanos hicieron una férrea resistencia hasta el último out del partido.
La tropa dirigida por Alexander Urquiola (hijo del mítico Alfonso), se plantó sin complejos sobre el terreno del Estadio Sonora en la ciudad mexicana de Hermosillo, supo venir de abajo cuando perdía 2-0 en el tercer inning para fabricar un racimo de tres anotaciones, y dejó las bases llenas en la última entrada, antes de ceder los dos outs finales por la vía del ponche.
Es justo decir que es en estas edades donde Cuba demuestra que sus talentos tienen las herramientas suficientes para vencer en este deporte, como ha venido sucediendo durante años en la categoría, en la que las selecciones nacionales exhiben sus mejores resultados: seis títulos desde 1994, el último en 2016. En la edición de 2018, el equipo concluyó en la quinta posición.
Pero luego el éxodo de sus principales atletas, ya sea mediante fugas durante eventos en el extranjero o salidas del país por la vía legal, además de la involución que sufren los que se quedan en la Isla, dan al traste con los resultados en las categorías superiores.
La falta de juegos, los entrenamientos obsoletos, la escasez de recursos, y la falta de motivación económica, entre otros muchos etcéteras, van lacerando la calidad de esos jóvenes pelotero cubanos, que verán como sus similares de otras naciones los superarán con el tiempo.
A muchos aficionados, esos muchachos que ahora exhiben en sus pechos una meritoria medalla de plata, les traen recuerdos de otras épocas, cuando las selecciones nacionales de mayores arrasaban en los eventos internacionales, y daban batalla en el terreno hasta el último momento, y creen que la luz se comienza a verse al final del túnel.
Habrá que ver dentro de algunos años cuántos de ellos se mantienen en Cuba, cuántos tienen que dejar la práctica por otros problemas extra deportivos y cuántos de los que se quedaron continúan una línea ascendente de desarrollo en su carrera.
De momento, ese elenco sub 15 dejó un buen sabor en la boca de los aficionados y a pesar de la derrota en el partido final hizo renacer las alegrías tan escasas en el deporte nacional en estos años.
