El atletismo cubano volvió a sorprender en Lima 2019, esta vez desde la altura, con un jovencito Luis Enrique Zayas sentando cátedra, mientras un tutor de la talla de Javier Sotomayor saltaba cual adolescente en las gradas. Era su día. Con solo 22 años, Zayas saltó primero sobre los 2.26, luego los 2.28 y, sin rozar la varilla, pasó de primero los 2.30. Con ello dejó en coma al canadiense Michael Mason y al mexicano Roberto Vilches, que aunque llevaban una excelente competencia, con la presión del cubano no salieron nunca del atolladero. Como estrategia final, el cubano intentó la altura de 2.32 y puso a Mason a tratar lo mismo, pero se quebró tras dos intentos infructuosos.
En el triple salto, donde la venezolana Yulimar Rojas, favorita pre-competencia, condujo los hilos de la misma todo el tiempo y terminó imponiendo nuevo record panamericano, la cubana Liadagmis Povea terminó en bronce. Rojas no tuvo rivales, con la colombiana Ibarguen fuera de la lid por una lesión. La vinotinto se estiró hasta los 15.11 metros y nadie le hizo sombra. La otra criolla en competencia, Velazco, concluyó en el décimo puesto con solo un salto válido, de apenas 13.32. No creo que con esa discreta distancia haya cumplido su objetivo en Lima. También en el atletismo, la cuarteta masculina del 4x100 terminó séptima en la final del relevo, con tiempo de 39.19 segundos, lo mejor de los chicos esta temporada. En ocasiones, no cuentan solo las medallas, sino que los atletas hagan sus mejores marcas en la lid. Y estos cumplieron.
El judo se bautizó de oro esta jornada a través de Magdiel Estrada en los 73 kg, tras derrotar a un peruano convincentemente, por ippon. El otro cubano en acción, Osniel Solís, consiguió el bronce en los 66 kg, tras doblegar por quinta ocasión al mexicano Nabor Castillo. En el femenino, Anailys Dorvigny, en los 57 kg, volvió a dejar a Cuba sin medallas en esta división, por lo que los del tatami suman una de oro, una plateada y dos bronces. Todavía van por debajo del pronóstico inicial.
La lucha libre sí va viento en popa, y nuevamente se doraron en la lona. Alejandro Valdés en los 65 kg fue el único de cinco criollos que subió al tatami, y consiguió ubicarse en la final. Cuando se enfrentó al dominicano Álvaro Rudesindo, lo derrotó sin recibir una acción en contra, 10 puntos a cero. Intocable Valdés para el quisqueyano. Los demás quedaron en el camino, pero la lucha ha estado muy activa en el empeño de Cuba de ascender escaños, cosa que ya parece lejana, pese a que aún quedan oportunidades de medallas.
El remo femenino dejó en el par corto y ligero un metal bronceado, igual resultado que el de los chicos en la cuarteta de remos cortos. El resto no subió al podio. En el tenis de mesa se avanzó a cuartos de final en ambos sexos, y la pelota vasca irá por el bronce en la pelota de goma masculina. También por ese color irá el polo acuático femenino ante el poderoso elenco de Brasil. El rival en semifinales, Estados Unidos, no tuvo compasión con las criollas, y las derrotaron 31 goles a siete.
A dos jornadas para el cierre, Cuba marcha en la quinta posición. Aunque la delegación se niega a quedarse allí, parece que no le queda más opción. Con 26 doradas, 17 de platas y 27 de bronces, la Isla está a cinco oros de Canadá, dueña del tercer escaño. Estados Unidos y Brasil ya son inalcanzables. A estas alturas, hasta las 36 doradas de Toronto lo son.