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Poesía

La leche, la sangre derramada

'Al final uno acaba odiando la leche./ Las tetas./ La fiebre aftosa./ Escribo/ y no tengo una máscara de gas.'

Isla Negra
Un vaso de leche volcado.
Un vaso de leche volcado. Depositphoto

 

Me preparo la leche en polvo.
Pienso en mi madre.
Leche fortificada
"Purita,
para madres felices".
Hablar de Cuba es un tema sensible.
Hablar de Chile es un tema sensible.
De la Franja de Gaza
Siria Israel Venezuela Estados Unidos.
Los temas son sensibles.
No los acontecimientos,
no el horror, los sucesos.
La revolución por el vaso de leche.
Que el lechero muera en la acera
dejando un litro de leche, en Brasil,
es un acontecimiento.
Pero ya ni los brasileños existen.
¿Y acaso existirán las vacas?
Los niños no deberían morir
para soñar
que juegan.
Los viejos no deberían ser desdentados
encadenados a sillas de ruedas.
Los que sueñan en colores
los que oyen voces al electroshock.
Los que estallan bombas.
Los que se estallan a sí mismos
por un vaso de leche
o algo parecido a un vaso de leche.
Al final uno acaba odiando la leche.
Las tetas.
La fiebre aftosa.
Escribo
y no tengo una máscara de gas.
Volteo el mantel.
Se derrama la leche.
Llegan mi madre
la locura
las vacas.

 


Damaris Calderón Campos nació en La Habana, en 1967. Ha publicado más de 15 libros de poesía, entre ellos, Sílabas. Ecce Homo, El remoto país imposible, Las pulsaciones de la derrota, Duro de roer, Parloteo de Sombra y El tiempo del manzano. Este poema pertenece al volumen ¿Y qué? (Las Dos Fridas, Santiago de Chile, 2018).

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