Yo quiero ser ese amarillo
que nos lleva al país que navegamos
Serguéi Esenin
Cuerda o cicatriz
no sé cómo decir
cuando vuelvo a topar
con esa vena turbia
que se deshace
en la propia rebeldía
del sueño.
No quisiera verla en un museo,
el cuello queda por debajo
para acompañarla,
divorciada de esa parte
su exhibición
será como una burla…
hablé de la bota pesada,
después de un siglo
una laringe ávida,
nación de bilis
frustra cualquier intento
de renacer,
se encaja dos, tres veces,
disipa intensidad,
lo épico
se vuelve mueca
al borde del escenario.
Busquemos en el folclor
aquello que le da consistencia
a un objeto como ese,
lo puedes mirar
y el contenido se desata,
entonces no te dejes envasar
como una porción de conducta;
fuera del recipiente
aunque todo sea crítico e inestable
posees el único sentido
que te debe proteger
en estas circunstancias.
¿Qué podrá superar esa dosis de cinismo?
¿Qué verso igualará la tensión
del mecate?
Entonces agarra a la palabra
y hazla transitar por una sensación
de vergüenza
para que la cuota de caca que suele
acompañarla se desprenda de ella
y aparezca en otro rango.
El color (el que sea) es un supremo
que arrasa
con aquello que pone en riesgo
tu nuca
y el esplendor de lo que miras;
limita sorda
no me vengas a arrastrar
de esa manera,
te regalo el equilibrio,
suelo quedarme en la vertical
y el peso de la cereza
al sacarla del almíbar
me orienta,
cierro los ojos:
la punta de la lengua atrapada
entre los dientes,
un surco rojo
oblicuo
hacia arriba,
la calefacción interrumpida.
Z te empuja desde adentro.
¿Caerás o no
en el vapor?
Ricardo Alberto Pérez nació en Arroyo Naranjo en 1963. Sus libros de poemas más recientes son ¿Para qué el cine? (Unión, La Habana, 2011) y Vengan a ver las palomas de Varsovia (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Publicó una antología personal, Los tuberculosos y otros poemas (Torre de Letras, La Habana, 2008). Ha traducido a Paulo Leminski y otros poetas brasileños. Este poema pertenece al libro en preparación Distintas maneras de esperar la muerte.