Detrás del camastro
ahora lápida
los brazos (en vilo) desdibujan
un aro
que cercena el rostro.
No que falte luz,
todo lo contrario:
del vino de musgo
al paño desteñido
(cuando no el propio cuerpo)
todo chorrea luz
demasiada luz para esta hora
en que la desnudez da
de bruces con la lápida
y el grito del aro
se lo traga el fondo
(como si nada
–o quizás
aquel relieve oscuro
que no se sabe
si puerta o telón)
y hasta la sombra
se pone de azogue.
Que nos den las tinieblas
que todo se borre
detrás del párpado
como ahora la voz
la luz
el cuerpo
–de piedra,
qué otra manera
de salir sin reproche.
Pero una cicatriz salpica
en la espalda y
un bulto de carne
ceñido por un trapo
enjuga la queja con la sábana,
pues sabe que la mancha
que se descuelga del techo
no viene para salvarnos,
todo lo contrario:
acucia
el torso
tieso ya diáfano
gancho de aire las costillas
el musgo cubriendo ya
el rostro
todo salvo
el hueco por dónde exhala
el ánima
(o quién sabe
acaso sea solo
una mueca
como ahora
aquí
de bruces
la crudeza de la luz).
José García Simón nació en La Habana, en 1976. Ha publicado la novela En el aire (Albatros, Ginebra, 2011). Este poema pertenece a un libro inédito.