Tengo más recuerdos que si fuera milenario.
Un mueble de cajones repleto de sumarios,
versos, cartas de amor, romanzas, escrituras,
mechones de cabellos envueltos en facturas,
guarda menos secretos que mi afligida frente.
Es como una pirámide, una caverna ingente,
que contiene más muertos que la fosa común.
—Soy un cementerio odiado por la luna en que algún
remordimiento repta como un gusano largo
que a mis muertos más caros hostiga en su letargo.
Soy una vieja alcoba con rosas deshojadas,
en la que yace un fárrago de modas anticuadas
y solo un Boucher tenue y unos tristes grabados
respiran el perfume de un frasco destapado.
Nada dura tanto como las cojas jornadas,
bajo los gruesos copos de las eras nevadas,
cuando el tedio, fruto de torva incuriosidad,
cobra las proporciones de la inmortalidad.
—Entonces no eres más ¡oh materia viviente!
que una roca rodeada de espanto indiferente
dormida en lo profundo de un Sahara brumoso;
vieja esfinge ignorada del mundo desdeñoso,
olvidada en el mapa y cuyo humor estridente
solo eleva su canto al rayo del sol poniente.
LXXVI. Spleen
J’ai plus de souvenirs que si j’avais mille ans.
Un gros meuble à tiroirs encombré de bilans,
De vers, de billets doux, de procès, de romances,
Avec de lourds cheveux roulés dans des quittances,
Cache moins de secrets que mon triste cerveau.
C’est une pyramide, un immense caveau,
Qui contient plus de morts que la fosse commune.
—Je suis un cimetière abhorré de la lune,
Où comme des remords se traînent de longs vers
Qui s’acharnent toujours sur mes morts les plus chers.
Je suis un vieux boudoir plein de roses fanées,
Où gît tout un fouillis de modes surannées,
Où les pastels plaintifs et les pâles Boucher,
Seuls, respirent l’odeur d’un flacon débouché.
Rien n’égale en longueur les boiteuses journées,
Quand sous les lourds flocons des neigeuses années
L’ennui, fruit de la morne incuriosité,
Prend les proportions de l’immortalité.
—Désormais tu n’es plus, ô matière vivante !
Qu’un granit entouré d’une vague épouvante,
Assoupi dans le fond d’un Sahara brumeux ;
Un vieux sphinx ignoré du monde insoucieux,
Oublié sur la carte, et dont l’humeur farouche
Ne chante qu’aux rayons du soleil qui se couche.
María Elena Blanco nació en La Habana, en 1947. Acaba de publicar su traducción de Las flores del mal de Charles Baudelaire (RIL Editores-Aerea ensamble, Santiago de Chile-Barcelona, 2021), al cual pertenece este poema. Sus libros de poemas publicados más recientes son Sobresalto al vacío (2015) y Botín (2016).