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Crítica

La mujer que amaba a su perro

'El de Legna es un libro visceral. Gritos enmudecedores en primera persona. La autora empujando a la voz narradora hasta casi expulsarla del texto.'

Montreal

Siempre me hace feliz leer a las mujeres. De Nadezhda Mandelstam a Idalia Morejón. A zancadas, pasando por Flannery O'Connor, otra vez por Marguerite Yourcenar. Tanta grandeza descentrada, sufrida.

Ahora esta chiquita, Legna Rodríguez Iglesias, me cuenta que su novia, preferida, fue un bulldog francés.

Una inquietante confesión, erizaría a cualquiera.

Pero algo que todos deben imaginar me empujó a vivir en el primer mundo, no en la Isla. Montreal. Destino. La institución perro-dueño, vista desde el oficio de portero, puebla mi night shift. Maggie. Frankie. Tasha. Churchill. Porncorn. Annie…

Los animales delante. Los dueños detrás.

Ahora Legna, su bulldog, núcleo familiar que se ve saludable.

De su libro odiaría decir, tanto como ella, que es preciso y correcto, feliz y eficaz.

Son palabras que a veces usamos para hablar de otros libros. Sin mala leche.

El de Legna es un libro visceral.

Gritos enmudecedores en primera persona. La autora empujando a la voz narradora hasta casi expulsarla del texto.

Quince alaridos conectados por viñetas que disparan las alarmas: afán de soledad más que soledad.

No es nuevo, lo de las viñetas, revisar Así en la paz como en la guerra, aunque no sea lo mismo. Los caminos que recorren ambos libros.

A Legna le queda bien.

Eso es ser original. Lo demás es bobería. Mi novia preferida fue… no es una novela. Más que colección de cuentos es una sinfonía.

En un solo movimiento: Allegro bárbaro. Agitato.

Escrita con poquísimas notas. De gran altura.

Poquísimas notas: Exhibiciones. Obsesiones.

Desquiciantes. O tal vez no.

1- El desdén por la política, falso nihilismo que es lo más político que existe. En "Política" el narrador es un cadáver que relata su propia muerte, su velorio, el viaje final. El muerto es un héroe de la Patria. Entregado. De sobra. Legna no lo dice, pero su destino no será el polvo. Entrevero: el árbol terrible en el que según Virgilio viven posados los héroes de la Patria. Allí donde solo hay silencio. Sombras inútiles.

1A- Apartado vigilancia. "Monstruo" (revisitar El compañero que me atiende, Hypermedia, 2017), relato de tinte kafkiano. El absurdo de verse atrapado, sin desearlo, primer of course, en medio de ese maridaje perfecto, tan perfecto que más que maridaje suena a masturbación siamesa, entre burocracia socialista y su hermano mayor, el ubicuo control policiaco.

2- La carne enferma. El mundo del dolor, como dicen los papas. "Clítoris": los hongos microscópicos no son amorales, aún la candida albicans que es, me acabo de enterar, un hongo diploide y asexual. No dejar de leer, aunque usted sea sensible a la peste a pescado podrido, el tranvía ovárico, los espéculos, los malentendidos.  

"Lepidóptero". Viaje al planeta Cáncer. Vida en conteo regresivo. Metástasis del texto hasta invadir al lector. Viaje con parada intermedia: el amor de un padre hacia su hija y un nieto que no conoce.

3- La familia y sus derivados: Núcleo familiar en decadencia.

La figura antropocéntrica, total, de la madre. La MADRE: "Dios". El sombrío mundo de las misiones internacionalistas en pos de la deriva familiar.

"Plástico". Rechazo satírico a la familia heterosexual expresado desde el punto de vista masculino. Punto de vista que la autora apuñala sin piedad. Lo heterosexual masculino que ahora lleva la coletilla de normativo. Esclavitud. Hipocresía. Casa-carro-perros-hijas-esposa: Oscuridad. Mordaz. O sea, Legna lo hace leña. A pesar de ser plástico, el material.  

Segunda temporada de lo mismo: "Wanda". Valor añadido: crimen pasional. Voz narrativa femenina, quien cuenta es una asesina, casi puta. Leña otra vez. A la misma institución.

4- Tatuajes. La obsesión y exhibición de la carne marcada. "Tatuaje" son círculos y círculos de dolor, como en un viejo cuento alguna vez leído, de José Miguel Sánchez. Técnica: tinta sobre pellejo. Erotismo del masoquista y sugerido. Recala la inocencia de "Clítoris", la enfermedad en este caso mortal, viene de otro malentendido, una fatal ausencia de precaución en este caso.

Pequeña confesión nocturna: "Tatuaje" era el cuento que esperaba desde la primera página. Su previsibilidad latía desde que vi su foto en la solapa. Esta es Legna. Ella tiene que escribir sobre el sida. Y por supuesto no me defraudó.

5- El viaje se ha convertido en una especie de entelequia para muchos escritores cubanos. Legna es, o fue, de las afortunadas. Ha salido. O salió. Una serie de eventos, de poesía, afortunados lo permitió. Los viajes presuponen conocimiento, forman parte de la raíz gnoseológica que ontológicamente le es negada, escamoteada. Legna sabe de aeropuertos, de conexiones de vuelos, del mundo de afuera: lo ha vivido, le ha dejado huellas.

Legna sabe, de la vida de afuera y sus ritos, se siente en varios de sus relatos. Casi lo grita a voz de cuello.

Ya Enrique del Risco lo había hecho notar: la obsesión de los escritores cubanos por las marcas. No importa la edad ni sus poéticas. Aun los que viven en la ínsula y jamás han puesto un pie extramuros.

¿De qué se trata en profundidad?

¿Un sustituto de la vieja y gastada nieve en busca de exotismo?

¿Un toque de universalidad, dejado caer, así como quien no quiere las cosas?

¿La exhibición de las tantas lesiones infligidas por la miseria, contrarrestado por un conocimiento que trasciende la vida andrajosa del entorno nacional?

¿Un complejo sumado a los otros complejos que arrastran los cubanos da lo mismo que sean escritores o no?

Legna es profusa en este asunto de las marcas. Conoce muchas. Trasvasan de relato en relato. Pero en ella nada es correcto ni feliz ni eficaz siquiera. "Soba" es la vuelta de tuerca brutal que Legna proporciona a este tópico del harapo nacional: el ubicuo bulldog francés, novia favorita de la voz narradora del cuaderno, también sabe de marcas de prendas. Las prendas de su dueña: sostenes Forever 21. Las que destruye con tal de que le preste atención. En este caso quien se muestra eficaz, perfecto, dentro de los bordes de su naturaleza es el bulldog.  

6 y final- La obsesión por la escritura. En este sentido "Soba", de nuevo, viene a ser la guinda de la corona, mortuoria, segundo of course. El bulldog ocupa el lugar de la narradora-personaje. Narra tan bien como escribe la autora. Lame la mano de su dueña a la que la escritura consume literalmente. La lame como a ella le gusta. Sin morbo. De perro a dueña, mamá lo deja, mamá lo merece, ha tomado muchas pastillas Se despide. El final es casi burocrático. Figura jurídica, repartición de los bienes miserables después de la muerte.

"Soba" es un cuento perro o un perro cuento.

Siempre me hace feliz leer a las mujeres…

Mi novia preferida fue un bulldog francés es un libro sensorial.

No placentero.

Escuece.

Molesta incluso físicamente, convoca la risa amarga, la mueca. No importa que escritora y narradora hagan todo el esfuerzo posible por parecer las peores personas: en Mi novia preferida… cada página lleva a la adicción de la próxima. Y aquí no cabe el "o tal vez no".


Legna Rodríguez Iglesias, Mi novia preferida fue un bulldog francés (Alfaguara, Barcelona, 2017).

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