Una hermosa manera
de memorizar un año
es nombrándolo o
ubicándolo en su aplicación.
Como a los contactos
se agrega al año
en una carpeta nueva
llamada Favoritos.
Si el año no es tu favorito
puedes elegir un día
una semana o un mes.
Lo importante es no olvidar
aquello que fuera asombro
o significación.
¿Qué hacer para lo contrario?
¿Qué medidas tomar
para olvidar un ciclo
donde solo hubo
candela, torniquete?
¿Dónde ubicar un tiempo
lo suficientemente real
como para saber que todo
ha cambiado?
Lo que parecía un libro
cambió hacia una forma
precisamente idéntica
a un libro
pero ya no es un libro
eres tú
de cierta manera
y hasta cierto punto
Y eso que antes
tenía cien páginas
llenas de descripciones
signos y capítulos
ahora es solo un párrafo
con las palabras contadas
y pausas tan breves
que ni las comas.
Y eso que antes
sería madre
por primera vez
ahora es solo un tipo
de existencia básica
que puede reproducir
conversaciones, tareas,
emociones y respuestas.
Las respuestas casi siempre
son propensas a irse
por la tangente.
Puesto que no olvidaré
nada de lo que ha pasado
en estos trescientos
sesenta y cinco días
decido nombrar al año
de la siguiente manera:
El año de la Tangente.
Con este sencillo nombre
no solo rindo homenaje
a la geometría
también alabo el lenguaje.
Nada más apetitoso
que la terminación ente.
Ahora el año rimará
con los más importantes
complementos circunstanciales
de espacio, tiempo y modo.
Fue un año difícil
que deseo mantener a raya.
Pero ahora rimará
con los más importantes
complementos circunstanciales.
Legna Rodríguez Iglesias nació en Camagüey, en 1984. Entre sus últimos libros publicados, en distintos géneros, están Las analfabetas (Bokeh, Leiden, 2015), No sabe/no contesta (Ediciones La Palma, Madrid, 2015), Dame Spray (Hypermedia Ediciones, Madrid, 2016), Transtucé (Editorial Casa Vacía, College Station, 2017), Miami Century Fox (Premio Paz 2016, Akashic Books, Miami, 2017) y Mi novia preferida fue un bulldog francés (Alfaguara, Madrid, 2017).