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Poesía

Prurito

'Es el verano y, en consecuencia, la cal que resume/ y refleja, por un efecto, entre los cerros, del paisaje de cielo despejado,/ a la manera de un metal lácteo que empezase a fundir...'

Querétaro
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Piensa que —pues, a los que padece, rigores de la vida

programada, cree haber conseguido anteponer la preceptiva

de eso que llama, no sin ironía, una férrea moral sibarita—

dejar indicada la analogía de material tan basto, implicaría hacer algo

más grande de esto que, sin asomo a espejismos, se resiste a tocar:

incisión abierta a lo inconsecuente.

 

Decide, entonces, al tiempo que prosperan, y pese a que

el sopor del vino en la terraza y las fulguraciones encandilantes

del mediodía contra lo blanco, aparenten referir, por igual,

a eso que siente como emanación de un ardor diferido, un otro

lugar que se evapora, no dejarse sucumbir a esas,

reiteradas inclinaciones asociativas.

 

Es el verano y, en consecuencia, la cal que resume

y refleja, por un efecto, entre los cerros, del paisaje de cielo despejado,

a la manera de un metal lácteo que empezase a fundir,

el conjunto de desarrollos urbanos, parece conllevar un exceso

de luz que, en los que habían sido hasta ahora escenarios posibles,

resulta indisoluble de la idea de mar.

 

De ahí que en tanto el viento, proveniente, casi con certeza,

de alguna fuente interior a estas tierras, aunque, en su opinión,

indistinto al contacto de eso que llaman golpe de brisa,

seca en la frente el vino transpirado, emerja naturalmente a la frase:

"ganas de ver el mar"; y entrevista detrás de una pantalla borrosa,

esa presencia tendrá algo de anacrónica, como el picor

de un miembro amputado hace ya quién recuerda.

 


Ibrahim Hernández Oramas nació en Matanzas, en 1988. Es fundador y miembro del equipo del sello editorial cubano con asiento en México Rialta Ediciones.

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