Ardió el sol como nunca. Campos de Matanzas
en rojo vivo. Tomamos agua del chorro de la irrigación
como un acto sacramental (tal es la sed), las nubes grandes sábanas,
el ganado pastando, el zumbido de las moscas incorporándose al silencio.
Se me hizo mundo al nombrarlo. Todo en su lugar, todo
en la espesura del verano, ese último, el que me dio
el sinsonte, el chipojo, el búho y la yagruma.
Erróneo el orden, erróneo el caos que destituye el orden,
erróneo el simple despertar a la actitud déspota del sol,
monstruo fulminante. Pensábamos una cosa y era otra,
levedad. Nada quiere decir, quiere ser.
Pensar como saltimbanqui. Día luz, noche ausencia de luz.
Calor, frío. Cielo, astros. El sentirse alado, pez
volador, amante de las cabezadas mar afuera.
Pablo Medina nació en La Habana y se crió en Nueva York. Novelista y poeta, sus libros de poesía más recientes son Points of Balance (2005), The Man Who Wrote on Water (2011), Calle Habana (2013), The Island Kingdom (2015) y Soledades (Betania, Madrid, 2017), al que pertenece este poema. Ha traducido al inglés Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, La isla en peso de Virgilio Piñera y El reino de este mundo de Alejo Carpentier.