yo vine a ver la intachable pradera
que reúne al hombre con los cielos
en un viejo cadillac
que arroja en las curvas la sombra de una barca
he atravesado los estados del este y los estados del centro
mi cuerpo y la máquina una sola bestia
hambrienta de horizonte
muy lejos de los míos primero de los míos
en devorar la carne arrojada a la brasa del vaquero
descender a los afilados cañones donde fue mar la tierra
y capear la tormenta de granizo en los moteles que huelen a gasolina y semen
doblado y desdoblado el mapa hasta mutar en la mestiza piel del camino
tatuada con los nombres de las sagradas regiones del bisonte y el águila
nebraska idaho colorado las noruegas dakotas wyoming
hermoso país
a la medida de gigantes
están los ríos de tres noches de ancho
con las bueyes barcazas que llevan a la ciudad los cereales todavía pesados contra el oro
y regresan cargadas de artrópodos ingenios que el granjero engrasa en la madrugada
con aceites de exquisitos índices de viscosidad
cuando cierro los párpados
vencido por un sueño que es vigilia
he de tomar los vertiginosos pasos de carretera
que me descubren el miedo de no tener alas
dueño de todas mis edades
reencuentro a mi padre al pie de la nevada sierra
y bailamos la danza de emplumados chamanes
y bebemos el néctar del hongo que te raja la lengua
dos viejos descalzos en el claro de luna
dos rostros el mismo en el circular espejo
y despierto en posesión de nunca visitados territorios
yo por mí soñado
yo también paisaje
de nacer aquí tuviera manos para escuchar la veta del agua tras la roca
y el conocimiento de los suelos por la obediente coloratura del maíz
la pierna corva y la cadera alta de los hombres de a caballo
una escopeta con la culata marcada por las rayas de cada oso cada ciervo cada lobo
una cabaña con una mesa recién sacada del roble para amasar la masa madre del incorruptible
pan negro
y un recodo en el cóncavo valle para hablar a solas con mi hoguera
cantando quiero ir
por mis piernas de entonces
con la fiebre que conquistó el oeste
apartar la semilla de kentucky
en california lascar la plata
enfermo de no saber
y no querer saber
si por haber matado perdí a dios
si esta mujer será un hogar
américa
yo pido un lugar en la cosecha
la campana del alba la puerta de la bodega el hacha que corta por el grano
y acarrear las lajas de la cantera púrpura para el seto que será límite y arte
yo pido la maña del lazo para tumbar al potro que debe ser aherrojado
con el hierro de los ranchos que precedieron a la nación
yo pido la potestad de beber de la quebrada
y cargar en mi hombro el féretro del patriarca
y llevar en la mochila una biblia con los salmos embarrados de sangre y manteca
y en la mejilla la cicatriz de la guerra contra el talibán
y contar y recontar un par de historias en las cafeterías amodorradas bajo el sucio neón
yo pido el trato con las confundidas ánimas de las tribus que no supieron codificar el paraíso
yo pido para mí y mis hijos y los hijos de mis hijos
el trecho amplio por la cordillera de los apalaches desde alabama a terranova
y el comercio de pieles carbón zinc laurel bauxita cedro y el duro whiskie de la clandestina cañada
yo pido una vela en la profunda caverna
donde el adelantado pánfilo de nárvaez
algún día a fines de junio de 1528
entre la actual tallahassee y el cuarcita monte cheaha
pudo haber descansado por unas horas
de la voraz gloria de ser españa donde no hubo roma
y pido
humildemente
cabal con mi parte del contrato
la desmesurada gracia de entender y destruir y equilibrar
está mi café bajo el almendro
donde el pájaro carpintero
picotea veinte veces por segundo
doce mil veces por jornada
mírame américa cuando entono tu himno
el puño apretado contra el pecho
y al otro lado de la gravedad
el astronauta deambula entre los astros
con un pasaporte idéntico al mío
cénsame américa pódame
cóbrame tu razonable impuesto
mi crédito en orden
mis vacunas en orden
la marca que quiero
a la hora que quiero
en mi dinero mi ocio
en mi ocio mi libertad
en mi libertad mi patria
cómo te odian américa
cómo conspiran contra ti en las catacumbas en los bazares en las universidades
con qué gozo exhiben en el noticiero de la tarde la escupida cabeza de tus soldados
quien por lo mejor que das
quien por lo peor que quitas
atentos a celebrar si el dólar cae si pierdes el puesto en la carrera si caen tus portentosas torres
todos contra tus bancos tus megatiendas tus espías
todos contra tus jamones contra tus satélites de infalible órbita
contra la palabra despojada de los tráficos de la identidad
palabra que sigue diciendo ladrón al ladrón puta a la puta genio al genio
contra el mecánico que se arrodilla el domingo ante un cristo ahíto de salchicha y cerveza
todos contra el policía que patrulla la ciudadela envilecida por la limosna
odio al tornillo que encaja en la tuerca
y al letrero que prohíbe el paso en propiedad privada
odio del que pide techo sin sudor compasión sin compromiso
odio a la arrogante holgura de lo bien ganado y lo bien sabido
odio al fuerte al hermoso al egoísta
odio al derecho a la patente y a la ilusión fundacional y a las trágicas consecuencias de la honra
quien por lo que eres
quien por lo que serás
están los rascacielos de cien mil ventanas
como cien mil pantallas de plasma
con nosotros sentados frente a cien mil ventanas
están los concursos de baile los desfiles de veteranos los consejos de cocina
las comedias de medianoche que ponen de rodillas a los presidentes
los anuncios publicitarios con la cotidiana épica de la utilidad
el reportaje de las cincuenta y una millas subterráneas del sistema dos ojos en yucatán
la entrevista al tullido cosmólogo que le da cuerda a un reloj sin tiempo
la teologal visión de la cigarra que aguarda diecisiete años para vivir cuatro semanas
y las violentas series con sus contradictorios héroes en sus wagnerianas muertes
cien mil ventanas abiertas a las elementales nociones
de que la naturaleza resuelve sus conflictos en la claridad y la esfera
que ser pobre puede ser una bendición pero nunca un mérito
que los buenos a la larga se cargarán a los malos
que los buenos tienen el derecho de ser malos para proteger a los buenos
y que el día que los ángeles vuelvan a ser hombres
cabalgarán la harley-davidson 750
de todo esto
ya soy memoria
mías son las estaciones de trenes que anudan los cuatro puntos cardinales
el trigo natural y el trigo genéticamente modificado que desmenuzo en mis dedos con anacrónica
codicia
la bahía de hielo en nantucket con sus casitas de estrictas ventanas
y los pelícanos y alcatraces atrapados en las redes puestas a escurrir en los puentes
mía la tarde en que la sombra de leviatán atravesó el desierto de nuevo méxico
mías estética y visceralmente mías las sendas sesiones del 2 de marzo y el 22 de abril de 1959
en los estudios de columbia de la calle 30 de nueva york
cuando el sexteto de miles davis agregó a los evangelios los cinco temas de kind of blue
mías la travesía en el metro hasta el estadio de los yankees
y la bola que se eleva hacia los reflectores del estadio de los yankees como una estrella de vuelta a
su constelación
mío el crepúsculo en cayo hueso
mis llaves en mi llavero
mis botas limpias
el redoble del tamboril
en la roja cumbre
Andrés Reynaldo nació en Calabazar de Sagua, en 1953. Este poema pertenece a un libro inédito.
Otros poemas suyos: Hechos lugares destinos, Dos sin dos, Travesía y Letanía.