Si uno es capaz de concentrarse al máximo
(mente en blanco o el pensamiento te robará el oxígeno)
podrá aguantar bajo el agua dos minutos.
Y aunque un chorro incesante es peor
que una masa estable de líquido
de algo le servirá el entrenamiento.
Si uno es capaz de evitar el contexto
no sufrirá la angustia de asfixiarse:
se irá a navegar convertido en submarino de sí mismo.
La apnea, al librarnos de lastre,
se parece a la contemplación,
y el dry boarding (si no te entregas al forcejeo
que te robará el oxígeno)
un ejercicio espiritual convulsivo.
El creyente muerto en el submarino es un mártir a lo divino.
José Ramón Sánchez Leyva nació en Guantánamo en 1972. Sus últimos libros publicados son Marabú (Torre de Letras, La Habana, 2012) y El derrumbe (Letras Cubanas, La Habana, 2012). Es editor de la revista La Noria. Este poema pertenece a su libro inédito Gitmo.
Otros poemas suyos: Hunger strike, Tectónica de placas, They are very close y Todos los derechos reservados.