En 2012, cuando Antonio José Ponte reseñaba dos de los volúmenes expedidos por las editoriales cubanas, como parte del proyecto institucional de publicar las Obras Completas de Virgilio Piñera en el marco de un presunto jubileo nacional por el centenario de su nacimiento, reparaba en la falta de información sobre los responsables de algunas entregas y en el secreto mantenido sobre el coordinador general de la colección a quienes atribuirle los errores de gestación, las chapuzas y los apuros visibles en los deslices, los olvidos y las omisiones, la poca rigurosidad editorial e investigativa en la concepción de los volúmenes y, sobre todo, la falaz "completez" que el proyecto vendía desde su titularidad.
Ahora en 2016, fuera del patronazgo de "la edición del centenario" —a pesar de todo bastante nutrida, comparada con la de 2010 dedicada a José Lezama Lima y de la que todavía se esperan su Poesía completa y Oppiano Licario– se ha concebido un volumen por el investigador y ensayista Pablo Argüelles Acosta y el profesor universitario y crítico Carlos Aníbal Alonso, quienes parecen haber estado determinados a rehuir la sarta de infortunios acaecida a la obra de Virgilio Piñera, y compensar al lector por todo el tiempo pasado sin contar con una cantidad de textos como la que ahora ponen a su disposición.
Virgilio Piñera al borde de la ficción. Compilación de textos (La Habana, Editorial UH-Editorial Letras Cubanas, 2 t., 2015. 814 pp.), se encarga de la zona piñeriana menos atendida por los estudiosos y lectores en general, y la que menos ha pesado en su canonización dentro del campo intelectual cubano desde que, a principios de los 90, se iniciara, por un lado, el proceso de recuperación y restitución institucional de una serie de escritores a los cuales las mismas instancias oficiales habían conminado a diversas formas de ostracismo y, por el otro, una estampida de reconocimiento, legitimación y apropiación desde los flancos más activos e inquietos de la cultura cubana contemporánea: desde los artistas visuales, las artes escénicas, la academia de tema cubano fuera de la Isla, las nuevas promociones de escritores desde sus proyectos más o menos autónomos de la gestión institucional, hasta actores políticos independientes defensores de disímiles causas.
El libro es el resultado de un proyecto descomunal que reúne en dos tomos (poco más de 800 páginas) casi la totalidad de los trabajos críticos debidos a Piñera a lo largo de su vida literaria, "con lagunas incorporaciones póstumas", y que revela una minuciosa y estudiada pesquisa bibliográfica y documental realizada por los compiladores entre las ediciones fragmentarias, los periódicos y las revistas donde se hallaba dispersa la mayoría de los textos ahora recopilados bajo un mismo título.
Cuando en este ocasión se habla de textos críticos, no se debe pensar, sin embargo, solo en aquellos trabajos dedicados a comentar, reseñar y enjuiciar, desde la sensibilidad y la inteligencia del autor, la obra literaria de otros escritores o fenómenos y eventos del mundo cultural del que participó. Los compiladores de este volumen se niegan a adoptar los principios clasificatorios con los que, hasta el momento, se ha organizado y divulgado la obra piñeriana, y, conscientes de la ambigüedad y labilidad genérica de la mayoría de sus escritos considerados, en rigor, de no ficción, o sea, los que el autor originalmente consignó bajo cuentos, poemas o piezas dramáticas, defienden un criterio de inclusión que prefiere aprovechar esa indefinición, la ambivalencia de códigos genéricos, los imprecisos atributos que se instalan justamente en esa zona entre la vida y la literatura, entre la performance y la escritura, en un "borde" donde se constituye esa figuración que denominamos Virgilio Piñera:
La pregunta sobre los supuestos retóricos de un género debe ser evitada ante unos textos que conservan una ambigüedad capaz de instalarse, en su entrecruzamiento crítico entre lo real y lo ficticio, un poco más allá o un poco más acá del borde de la ficción; unos textos desbordados, fluctuantes, anfibios leídos en conjunto. Se trata de un corpus bien heterogéneo que va desde el ensayo a la crónica, desde la reseña crítica al artículo periodístico, desde la polémica a la escritura autobiográfica, muestra de una práctica escritural donde la contaminación de géneros y el empleo de recursos propios de la ficción condicionan un procedimiento tan pujante como original. (46)
La diversidad y cuantía de materiales, más allá del esfuerzo pragmático evidente que demandó (localización documental, transcripción, cotejo de originales, corrección y anotaciones) se ven resaltadas y enriquecidas por el trabajo curatorial y estructural que denota una voluntad filológica-editorial de ordenamiento, no para imponer coyundas al lector, sino para brindarle algunas pistas del contexto en el que originalmente aparecen, de las circunstancias reales de su salida, y, sin dudas, para facilitarle al estudioso, al investigador, los datos de rigor sobre las fuentes originales de procedencia —pues sépase que, según se aclara, salvo pocas excepciones, todos los textos fueron extraídos de su primera versión y, a diferencia de proyectos antológicos precedentes, modificados "solo cuando fuera imprescindible, […] llevado a cabo sin supresiones o añadidos a los originales" (47)—.
Los más de 200 textos presentados en esta edición figuran divididos en secciones independientes, manteniendo un orden cronológico que abarca desde sus iniciales intervenciones en el circuito cultural camagüeyano de finales de la década del 30 hasta los trabajos aparecidos tras su muerte en 1979. Se presentan agrupados en segmentos apartes e intercalados, cuando así corresponde en la línea del tiempo, las colaboraciones en las publicaciones periódicas Ciclón, Revolución y su suplemento semanal Lunes de Revolución, a las que Piñera estuvo particularmente asociado como fundador y secretario, o como colaborador asiduo y coordinador ocasional de determinadas entregas o números.
En sección aparte se recogen los trabajos publicados tras su muerte, la mayoría sin fechar, en apariencia procedentes de la papelearía personal y que no cuentan con referencias que confirmen su publicación antes de 1979. Y luego se incorporan por separado los conjuntos de encuestas, entrevistas e intervenciones públicas, materiales localizados en distintas fuentes, que, a pesar de reflejar más las imprecisiones propias de la oralidad debidas a lo eventual y circunstancial de su enunciación que los atributos de una prosa deliberadamente concebida, muestran un escritor en el centro de los debates públicos, artístico-literarios, intelectuales y socio-políticos de su época. Esa cualidad contestataria, ese deseo de opinar, juzgar con vehemencia, de criticar desde la mofa, la sátira, la diatriba, esa pulsión panfletaria y agonística, esa "lengua de Virgilio" (siguiendo a Antonio José Ponte), visible en la mayoría de los textos incluidos, fueron excitados por eventos, acontecimientos, manifestaciones institucionales, obras, declaraciones o conductas en el marco de la sociedad de escritores contemporánea a él y contra las que reaccionó en polémicas de las más variopintas tonalidades.
Por esa razón los compiladores obsequian un adenda —que debería excitar ya entusiastas propuestas por parte de sellos editoriales para un volumen de exorbitante atractivo—, un catálogo de polémicas ("núcleos polémicos") concebido casi siempre a partir de referencias cruzadas explícitas, y en el que se consignan, además del texto piñeriano involucrado, en pleno ejercicio tribunicio, las referencias de otros tantos con los que contiende y que generan esa zona incendiaria y conflictual donde se desarrolló parte de su obra.
Hay que destacar además la voluntad autoral de los compiladores quienes, lejos de limitarse al industrioso desempeño de recopilación, dan muestras de una sólida y constante exploración intelectual de la obra y la figura del autor de La isla en peso en la tradición literaria cubana. Así lo confirman sendos ensayos introductorios. El firmado por Carlos Aníbal Alonso, bajo el título "Virgilio Piñera o el teatro del pensamiento", revela los artificios retóricos y tropológicos hallados en los texto críticos que intervinieron en la configuración de un yo piñeriano, esculpido gracias a la mezcla de su vocación performática y la pulsión irreductible que lo lanza a hablar, expresarse, construirse y hacerse público.
Para Alonso, la prosa crítica de Piñera denota la personalidad intelectual, sentimental y siempre teatral de un sujeto que se consagró a la escritura para exorcizar, a la vez que dotar de forma, el drama de su propia existencia.
Por su parte, Pablo Argüelles Acosta dilucida y argumenta el funcionamiento de lo que ha denominado la "Erística Piñera" (epíteto que da título su prefacio), más que una actitud, vocación o instrumento, un modo esencial de ser, un complejo que involucra referencias, sueños, fobias y fiebres, asunciones estéticas, recursos discursivos y retóricos, aposturas públicas y privadas, y que hace posible su intervención en una constelación social, cultural y textual. Argüelles Acosta concibe una manera de pensar la vis polémica de Virgilio Piñera y la polémica en sí misma, como zona y medio de realización escritural, estilística e intelectual, como nadie lo había hecho antes.
Hasta el momento, la crítica de Virgilio Piñera había sido presentada fragmentariamente, con mayor predominio de una intención divulgativa y promocional que del anhelo por propiciar la indagación cognoscitiva o investigativa —esto es cuando la recuperación se pone en función de transmitir y hacer accesible, poner a consideración pública, la mayor cantidad de materiales—. De la fórmula del muestrario, materializada en compendios representativos de una, aparentemente, filtrada calidad estética en los géneros cultivados, que termina ofreciendo apenas porciones (siempre bienvenidas en carestía), se deducen la selección hecha por Antón Arrufat, Poesía y Prosa (Consejo Nacional de Cultura, México, 1995) y la Órbita de Virgilio Piñera (Ediciones Unión, La Habana, 2011) al cuidado de David Leyva, colección esta que prescribe esa práctica o criterio de concepción.
Más recientemente, los investigadores Ernesto Fundora y Daineyrs Machado se adelantaban, en alguna medida, a exhumar de las páginas de dos publicaciones, a buen o mal recaudo de las bibliotecas, en un solo volumen los trabajos piñerianos publicados bajo el seudónimo de El Escriba en Las palabras de El Escriba. Artículos publicados en Revolución y Lunes de Revolución (1959-1961) (Ediciones Unión, La Habana, 2014).
Virgilio Piñera al borde de la ficción. Compilación de textos llega entonces como un proyecto que obedece al trabajo acucioso, paciente y especializado de dos investigadores que buscan, no solo mostrar al mejor Piñera en su textualidad, disfrutable por todo tipo de lector en todas sus facetas escriturales, sino además "reconstruir en su complejidad el mapa ideológico del campo cultural del siglo pasado y […] fijar una imagen mas acabada de una de las figuras más notables, polémicas y fascinantes del siglo xx cubano" (48).
Carlos Aníbal Alonso y Pablo Argüelles Acosta (compiladores), Virgilio Piñera al borde de la ficción. Compilación de textos (Editorial UH-Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2 tomos, 2015.)
Una versión anterior de esta reseña apareció en la revista Espacio Laical.