Si nos acercamos a la figura del escritor Alejo Carpentier, hay dos elementos que resaltan de inmediato: la calidad de su obra literaria y su obsesión por ser cubano. En cuanto al primero de ellos no existe la más mínima duda. Lo real maravilloso contenido en sus novelas, así como el extraordinario bagaje cultural que exhiben sus textos, lo convierten en uno de los máximos exponentes de la literatura hispanoamericana en el siglo XX.
Sin embargo, no sucede lo mismo con respecto al segundo de los elementos. Su nacimiento en la ciudad suiza de Lausana, de padre francés y madre rusa (si los padres hubiesen sido cubanos, no habría nada que objetarle); su hablar afrancesado, y su prolongada estancia fuera de Cuba, contribuyen a restarle valor a sus vínculos con la Isla.
El propio Carpentier siempre mintió al decir que había venido al mundo en la habanera calle Maloja, mientras que la cultura oficialista, hasta el último momento, respaldó esa afirmación. Quizás el escritor aspiraba a una mayor cubanía que la contenida en la condición de "cubano por elección" que ahora esgrimen los que han tenido que aceptar, tal vez a regañadientes, la realidad de los hechos.
Carpentier se entusiasmó sobremanera con el triunfo de los rebeldes de Fidel Castro, y regresó a Cuba poco tiempo después de que los barbudos de la Sierra Maestra se hicieran con el poder en la Isla. Es probable que hubiese deseado escribir por aquellos tiempos la novela de la Revolución Cubana, pero el texto suyo que apareció por entonces, El siglo de las luces, nada tenía que ver con la gesta que había derribado al Gobierno de Fulgencio Batista.
No obstante, ese deseo de Carpentier se vio reflejado en la decisión que tomó como miembro del jurado de novela de la primera edición del Premio Literario Casa de las Américas en 1960. Carpentier dio su voto a la novela Bertillón 166, de la autoría del santiaguero José Soler Puig, a la postre ganadora del certamen. Carpentier declaró después que le había impresionado la atmósfera de rebeldía antibatistiana mostrada en la novela de Soler Puig.
Hay que decir que, a pesar de los honores recibidos por su labor literaria, la mala suerte se interpuso en el camino de Carpentier. Al final se confirmó su nacimiento fuera de Cuba, mientras que su muerte tal vez le privó de un galardón mayor, pues se rumoraba que ese año la Academia Sueca evaluaba su candidatura para el Premio Nobel de Literatura. El lugar de su finamiento, quizás contrario a su deseo, no fue Cuba, sino París. El cáncer de garganta que padecía acabó con su vida mientras se desempañaba como ministro consejero de la embajada cubana en la capital francesa.
Una vez confirmado el nacimiento de Carpentier en Suiza, a la cultura oficialista cubana no le quedó más remedio que justificar el ridículo que habían hecho durante tanto tiempo, al apoyar el planteamiento inicial de Alejo, al tiempo que se ofrecía una versión "creíble" de los acontecimientos.
Así, la doctora Graziella Pogolotti, líder de la fundación habanera que lleva el nombre del escritor, publicó un comentario en la edición del periódico Granma correspondiente al 18 de enero de 2021, en el que, tras referirse a la represión machadista contra los miembros del Grupo Minorista, apunta que "Carpentier fue detenido y encarcelado. Para impedir la deportación que lo amenazaba, contando con la asesoría de Emilio Roig, su madre hizo constar, ante notario, que el joven Alejo había nacido en La Habana, ficción a la que Carpentier se atendría durante el resto de su vida".
Este 26 de diciembre la cultura oficialista se apresta a festejar el 120 aniversario del nacimiento de Alejo Carpentier. Seguramente se mencionará su obtención del Premio Cervantes en 1978, el máximo galardón que se ofrece a los escritores de lengua hispana. Premio que también merecieron Dulce María Loynaz en 1992 y Guillermo Cabrera Infante en 1997. (Cabrera Infante fue actor imprescindible en la confirmación de la verdadera nacionalidad de Carpentier y el titular de esta nota mía es un homenaje al artículo suyo donde da noticias de ellos: "Carpentier, cubano a la cañona", recogido en Vida para leerlas).
Como casi siempre sucede, cuando se hable de los autores cubanos premiados con el Cervantes es muy probable que se ignore el nombre de Cabrera Infante, escritor nacido en el poblado holguinero de Gibara en 1929, quien se marchó de Cuba en 1965, y posteriormente adquirió la ciudadanía británica. Todo el homenaje para el cubano "a la cañona" que soñó con nacer en La Habana, y ninguno para Cabrera Infante. No solo por su ciudadanía británica, sino por su oposición al castrismo.
Esa es otra muestra de cañona en la cuestión de la nacionalidad, del carácter extraliterario con que el castrismo considera a los escritores cubanos. En este caso, con parámetros políticos e ideológicos.
Hay un viejo chismecito sobre Monsieur Carpentier, de la época donde anhelaba el Nobel en pugna con García Márquez y Borges. Ya García Márquez había empezado a dar el consabido ciclo de conferencias por toda Europa y Alejito lo estaba imitando. Súbitamente llegó a su fax en Paris una copia de su inscripción de nacimiento francesa. El documento venía de un remitente desconocido. Esto paralizó por completo las movidas de Carpentier, pues ese año el Comité Nobel había dicho que el ganador sería un latinoamericano. Tanto fue el parón que se fue un rato a La Habana.
Me importa poco donde nació o cómo hablaba. La obra de Carpentier es cubana y universal, si eso no basta….
Pues su obra no puede ser más Cubana, solo Lezama le arrebata ese trofeo ...
El problema en mi opinión es que,ni Tirios ni Troyanos pueden dudar su universalidad y su obra es incuestionable, más allá de tiempo y lugar,
Pero es lo que le tocó vivir, y no le quita autenticidad haber tomado partido, como por ejemplo Ernest Hemingway. Su desilusión le hizo abandonar y dejar su finca y su Habana. y en privado habló bastante feo de Castro I de Biran y su comunismo .Y se fue de Cuba.
Lo demás es História .
Da igual donde nació, su obra es incuestionable. Su problema fue el servilismo con el castrismo.
Le Bourgeois Gentilhomme, communiste, opportuniste et révolutionnaire.
Cuidado con los sectarismos desde cualquier punto de vista, aunque desde el lado de nosotros los exiliados no tenga consecuencias represivas.
Leerlo es un enorme placer, como al pronazi Celine... Y si le dio la gana de nacer en la calle Maloja, como le dijo al rey, pues nació allí. Los sectarios son los castro-comunistas.
Irrelevante dónde nació, también la nacionalidad de sus padres. Cuba, más en esa época, era una protonación (aka feto) de inmigrantes. Cualquier página de cualquier ensayo de Carpentier sobre música o arquitectura cubanas demuestran más cubanía que todo lo que han dicho y dirán la mayoría de los que se la niegan.
Que era un hijo de puta comunista por convicción o conveniencia pues también. Y mucha cubanía ahí, ojo.