Mientras las salas de cine proclaman su crisis reduciendo su programación a cuatro días a la semana, con funciones solo a las 5:00PM, en apenas cuatro cines de La Habana (que, aun así, permanecen vacíos), varias estrategias de difusión alternativa de este arte triunfan en la ciudad. La más antigua, en este milenio, es el conocido espacio "Cine bajo las estrellas" de la Embajada de Noruega, que tiende a compensar los silencios de la censura, proyectando aquello que el poder no quiere que veamos (recientemente, por ejemplo, se presentó Vicenta B, de Carlos Lechuga y tuvieron que cerrar por falta de espacio, dejando fuera a un gran número de personas). A pesar de que sentimos que "Cine bajo las estrellas" ha disminuido su frecuencia de actividades, sigue siendo un oasis de libertad política en La Habana que el resto de las propuestas, lamentablemente, no imitarán.
Desde hace un año casi exactamente, una iniciativa de barrio que quiso ser primero un alivio para los niños sacados de la regularidad del curso escolar por la pandemia, se ha convertido en un suceso social. La propuesta conocida como El Parqueo, que ocurre en La Puntilla, frente al mar, proyecta en la pared de un edificio películas en cuya selección también interviene el público en Instagram. Las organizadoras, egresadas de la FAMCA, admiten que prefieren mantener el perfil de películas para la familia, pero la iniciativa también convoca a jóvenes de cualquier parte de la ciudad. Tanto es el flujo de personas, últimamente, que el objetivo de la visita a El Parqueo ya ha excedido los límites de la proyección y las organizadoras han llegado a pedir, en un post de Instagram, que quienes no estén interesados en la película no interrumpan a aquellos que sí quieren verla, que son la mayoría.
Dirigido también por Ixchel Marina Casado (coordinadora principal de El Parqueo) se encuentra el proyecto El Observatorio, que tiene lugar en una casa de La Habana Vieja. Se trata de un espacio dedicado al documental cubano, que cuenta con presentación previa del material a mostrar (El Parqueo también la tiene), pero cuyo aforo es apenas de 40 puestos y tiene mucha menos difusión.
Los miércoles a las 2:00PM en El Vedado, hace apenas un mes ha surgido en la Fundación Ludwig el espacio "Cine", organizado por Iván Giroud. Su objetivo, nos comenta Giroud, es más formativo, pero también recuperar el cine como un espacio social. Quiere presentar al público obras tanto de autores noveles cubanos como piezas influyentes en la vida cultural cubana (La dolce vita, de Fellini, por ejemplo) y entablar una conversación sobre ellas. El espacio propone primero el disfrute de la película y luego un debate en la terraza del lugar, en el que participarían de ser posible, los realizadores del filme o autoridades pertinentes. El miércoles pasado ocurrió un interesante intercambio con Alan González, Lola Amores y Nuri Duarte, director, protagonista y coguionista de La mujer salvaje. Este sitio, junto a El Observatorio, tiene más la inspiración de la Cinemateca. La Cinemateca real, en La Habana, es un hueco apagado y solitario.
El promotor santiaguero Naskicet Domínguez realizó un experimento similar a El Parqueo en la Plaza Marte de su ciudad durante cinco días, y nos cuenta que fue un éxito. "Mientras la vida fluía, la película iba corriendo. Esa era una de mis metas", nos comenta. Para él los cines actuales no cuentan con las condiciones técnicas necesarias: clima, audio, etc. Además, les falta estudios de públicos, promoción: "Se han quedado estancados en lo tradicional".
Lo cierto es que más allá de la competencia del celular, la piratería, El Paquete, algo dejó de funcionar en las proyecciones colectivas de las salas de cine que está funcionando fuera de ellas. Esto no es necesariamente una desventura: en todo caso es mejor que triunfe la independencia.