El mural Manifiesto fraterno, del artista cubano y nacionalizado chileno Mario Carreño (1913-1999), renació en Chile 50 años después de su desaparición, informó el medio local La Tercera.
El mural fue entregado por Carreño al edificio de la III Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) en 1972. Desapareció junto a otras 17 obras, tras el golpe militar de 1973.
El edificio, cuya construcción se realizó en un tiempo récord de 275 días, se considera un hito de la arquitectura chilena y es hoy la sede del GAM.
Mario Carreño fue uno de los 35 artistas convocados por Eduardo Martínez Bonatti, asesor del comité de arquitectos a cargo de la construcción del edificio.
La recreación del mural, que será emplazado en el hall del GAM, era un proyecto de la Fundación Mario Carreño que preside su hija Mariana. Su vicepresidente y curador experto, Juan Campos, fue discípulo y ayudante del artista cubano y se encargó de hacer renacer el Manifiesto fraterno.
El proyecto se activó a mediados de 2023, cuando la hija y el antiguo ayudante de Carreño se reunieron con el director ejecutivo del GAM, Felipe Mella.
"Yo les comenté que queríamos recuperar la obra de Carreño", contó Mella a La Tercera. "Su ayudante, Juan Campos, conservaba los bocetos originales. En la época de la UNCTAD Carreño no pudo hacer el mural como quería; no estaban los colores de pinturas disponibles y tuvo que hacerlo en tela. Ahora podíamos hacerlo como era su deseo y devolverlo al GAM".
Campos, para quien la recreación del mural ha sido "como una resurrección", no solo trabajó en la obra original y guardaba los diseños. Según declaró a La Tercera, fue él quien la realizó.
"Mario diseñó el mural, pero yo fui quien realmente lo hizo. En esa época lo confeccionamos como pudimos, en tela, no como él quería. Y ahora, por fin, pude hacerlo como él pensó y va a quedar en resguardo del Centro Cultural Gabriela Mistral para las nuevas generaciones", celebró.
Sobre su reacción cuando vio Carreño le enseñó el dibujo de Manifiesto fraterno, Campos recordó que pensó en una pintura famosa.
"Es como La última cena", le dijo entonces a su maestro. La respuesta de este fue que no se trataba de la última, sino de la primera.
"De este mural salieron después muchas obras de Carreño. Muestra una mesa con mujeres que esperan, que esperan el Chile que venía", describió Campos. "Las mesas son importantes en su obra, porque en ellas no solo se come, se conversa, se recibe a los amigos, se firman acuerdos. En el mural se ven frutas, una guitarra, representa la alegría de vivir. Por eso se llama Manifiesto fraterno, porque es una invitación a un mundo solidario, como era él, una persona muy preocupada de los demás. Y que ahora renazca es muy importante, porque es un patrimonio para el país".
Todavía se ignora el paradero de muchas de las obras que formaron parte de la colección. Sobre la obra de Carreño existen rumores de que está en manos privadas.
"Son versiones, realmente no lo sabemos. Lo importante es que la obra de mi padre vuelve a vivir", dijo Mariana Carreño. Para ella, que Campos devuelva la obra a la vida como quería su padre "es un cierre muy bonito".
"Esta es la obra original, como Mario Carreño la quería", dijo Campos. "Yo siento que es como hallar una obra viva o una resurrección, y me siento muy honrado de haber podido responder a su sueño".
Mario Carreño nació en La Habana, el 24 de mayo de 1913. Ganó su primer premio en 1922 a los nueve años, con Retrato de Arita.
Estudió arte en la Academia de San Alejandro de La Habana, de 1925 a 1926, pero los conflictos con varios académicos lo defraudaron y abandonó el centro. En 1932 viajó a Europa para continuar sus estudios de Artes Gráficas en la Escuela de San Fernando, en Madrid.
En 1937, luego de un periodo en México y una corta estancia en Cuba, regresó a Europa, esta vez a París, donde ingresó en la Academia Julien y fue alumno del pintor Jean Souverbie (1891-1981). Dos años después realizó una exposición en la famosa galería Berheim-Jeune, que lo consolidó como artista.
En 1946, Carreño se conviertió en profesor de pintura de The New School for Social Research, de Nueva York. Viajó a Chile por primera vez en 1948, cuando fue invitado a exponer en la Sala del Pacífico, de la capital. Regresó ocho años más tarde para dictar cursos sobre la evolución del arte actual en la Universidad de Chile. Se instaló definitivamente dos años después. Obtuvo la nacionalidad en 1969.
Mario Carreño dejó de pintar en 1994, después de sufrir varios infartos cerebrales. Falleció cinco años más tarde en Santiago de Chile.