La voz de alerta la dio el viernes el periodista Henry Constantín desde Instagram: "La obra más osada del Festival de Teatro de La Habana, que menciona por sus nombres a muchos de los presos del 11J. No se la pierdan, porque no va a durar mucho".
La pieza, llamada Antígona, responsabilidad de la compañía francesa Pitouch, se suponía que permaneciera en cartelera sábado y domingo en la Sala Tito Junco, dentro del Festival internacional de Teatro de La Habana.
Todavía el sábado pudo verse. Se trataba de un montaje más bien performativo, asimétrico; más cercano a la fragmentación de la poesía que a la peripecia de la épica —como sucede con mucho teatro contemporáneo—. Sobre todo quería interactuar con el público. No había asientos. Los actores se desplazaban por toda la sala a ratos usando su cuerpo para expresarse, a ratos discursando sobre temas sociales de la actualidad. El público debía moverse de un lugar a otro para apreciar la acción debidamente.
Los temas que les ocupaban eran el racismo, la emigración, la identidad sureña enfrentada a Europa, la libertad de opinión, la violencia del poder. Una obra con las preocupaciones de la izquierda, tal y como gustan de elegir los organizadores del Festival de Teatro de La Habana. De pronto, llegando al final, una actriz empezaba a recordar a las víctimas globales y latinoamericanas del autoritarismo, expresado tanto en dictaduras como en actos de terror. Una evocación de la sangre, de la muerte violenta, en cuerpos que se mueven, un recordatorio de las diversas formas de tortura y aniquilación en la pantalla trasera y la actriz frente a un micrófono leyendo los nombres de los condenados.
"En cada país al que vamos tratamos de adaptar la lista de los agraviados a las circunstancias del lugar", nos comenta la directora de la compañía, Evelyn Biecher. " En Chile mencionamos a los desaparecidos, en Colombia a los falsos positivos". Y en Cuba estaba la lista de detenidos del 11J que encontró en internet.
La idea se le ocurrió cuando los atentados terroristas del Bataclán, en París, que sucedieron cuando estrenaban la obra. Desde entonces quieren rendir homenaje a los afectados por la violencia en ese fragmento climático de la obra. De manera que los nombres de los cubanos fueron intercalados con aquellos de otras latitudes.
Oficialmente, hasta el pasado domingo, las autoridades no habían requerido a la directora por atreverse a mencionar a los presos que tanto prefiere olvidar la dictadura, aunque informalmente los cubanos sí habían comunicado su alarma a Biecher.
El domingo la función fue suspendida. Curiosamente, a los actores se les dijo que solo habían asistido seis personas. Sin embargo, en la taquilla, a esta reportera se le dijo que no se estaban vendiendo entradas porque la función sería para "los participantes del Festival", aquellos con credencial.
¿Dónde estará la verdad? Solo los funcionarios lo saben (y a ellos la verdad no suele gustarles).
"Antígona se rebela contra su tío para darle una muerte digna a su hermano", nos cuenta la también chilena Evelyn Biecher. "Con la lectura de las listas quiero hacer un poco eso: darle voz, una muerte digna, a aquellos que no la han tenido."
Un gesto que se agradece y que estimula nuestra esperanza de que por fin, desde Francia, desde Chile, la izquierda haya empezado a reconocer este lamentable Olimpo.