La filmografía de Manuel Zayas, formado en la EICTV (Escuela internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños), ha estado marcada por su condición transnacional. Sus dos documentales más importantes versan sobre el desarraigo experimentado por varios artistas cubanos que han abandonado Cuba debido a la represión y la falta de libertad existente. Así han sido los casos del mítico Reinaldo Arenas, quien emigró a EEUU en 1980 a través del éxodo del Mariel, tema central de su documental Seres extravagantes (2004), y del cinesta Nicolás Guillén Landrián, tema de su documental Café con leche (2004), tesis de grado del entonces joven cineasta.
Seres extravagantes es una obra de excelente factura, donde se utilizan reveladoras imágenes de archivo de la época, con un balance equilibrado entre las entrevistas y una poética visual que apela a la síntesis, pues resulta difícil sintetizar toda una intensa existencia en una obra documental.
Una de las contribuciones del documental al estudio de la identidad se focaliza en aquella escena donde Reinaldo Arenas definiera su condición de exiliado en EEUU: "Yo aquí no tengo ninguna nacionalidad. Es muy simpático porque en Cuba yo era lo que se llamaba una no-persona, alguien que no existía, no tenía trabajo, y aquí el status que me ha dado el Departamento de Justicia es el de stateless, es decir, que desde el punto de vista legal no existo. Estoy en el aire y no tengo ningún país".
La crisis de identidad que asume el escritor exiliado es expresión del desarraigo colectivo que han experimentado los miles de cubanos que salieron por El Mariel. Ese sentimiento de no pertenecer a ningún lugar, de encontrarse en un limbo, ha marcado a la generación del Mariel, a diferencia de otras que emigraron después.
Reinaldo Arenas ha devenido uno de los símbolos del trauma que representó la crisis política del Mariel para la sociedad cubana y norteamericana, una muestra de la confrontación del intelectual con una sociedad autoritaria, cuyas normas les resulta difícil aceptar. En ese sentido, Arenas deviene un inadaptado crónico. No solamente se resistió a adaptarse a la sociedad cubana de la época, a su sistema político, sino que enfrentó conflictos similares a los experimentados en Cuba en su exilio en Miami, cuyas feroces críticas aparecen en su lacerante autobiografía Antes que anochezca, publicada póstumamente en 1990.
El espacio donde tal vez se haya sentido más a gusto, coincidente con su ideal de democracia y libertad haya sido Nueva York, donde se suicidó en 1990.
Café con leche posee una estructura formal heredera de la estética de Guillén Landrián, cuya novedad fundamental estriba en la equilibrada yuxtaposición entre las imágenes de archivo provenientes de la filmografía de este realizador, y los parlamentos extraídos de la entrevista que le concedió a Manuel Zayas durante su exilio en Miami, desgarradoras frases que constituyen el testimonio más veraz sobre los problemas que enfrentó el cineasta para realizar su obra en Cuba.
En el plano formal la obra deviene un impactante collage a través del cual Zayas nos conduce por la obra de Guillén Landrián desde una perspectiva cronológica rigurosa, al apelar a una estructura narrativa bastante usual en el cine documental de la voz en off del propio Landrián como narrador de su tormentosa existencia en la Isla.
Con la realización de Café con leche se invierte el orden habitual en cuanto a la circulación del capital cultural entre Cuba y su diáspora. Su excepcionalidad estriba en que Manuel Zayas fue capaz de apelar a recursos estéticos innovadores con tal de romper los obstáculos que imponen las fronteras geográficas y, de esa manera, establecer desde la Isla un diálogo comunicacional con la cultura cubana de la diáspora en Miami, específicamente con un mito de la creación cinematográfica de la Isla: Guillén Landrián, cuya existencia y obra continúan despertando polémicas y controversias.
Al no poder viajar a Miami para entrevistar personalmente a Guillén Landrián, Manuel Zayas tuvo que recurrir a la colaboración del periodista radicado en Miami Alejandro Ríos y la norteamericana Laura Petusky, quienes utilizaron un cuestionario enviado por Zayas y una cámara para filmar a Landrián.
En un país donde la política cultural ha asumido una postura excluyente hacia la producción cultural cubana de la diáspora, obras como Seres extravagantes y Café con leche constituyen gestos simbólicos que abren nuevos horizontes y nuevas miradas hacia una zona bastante inexplorada y olvidada de la cultura cubana.