"En Kiev, Ucrania, se ha hecho un festival de cine, que es una locura en medio de la guerra. La película tenía que pararse en algunos momentos porque empezaban a sonar las alarmas. La gente sigue resistiendo y yo formo parte de esta resistencia artística", dice la actriz ucraniana Anabell Sotelo en entrevista con DIARIO DE CUBA, desde su apartamento en la capital ucraniana.
La invasión de Rusia a Ucrania comenzó el pasado 24 de febrero y, aunque el país ha cambiado su realidad y se ha convertido en un territorio en guerra, ciudadanos como Sotelo no renuncian a su vida y siguen apoyando a su comunidad.
"A finales de marzo, en medio de todo esto, decidimos continuar con el teatro, nos daba sensación de vida y apoyábamos a las personas. Cuando hay guerra, el arte es un instrumento para analizar y digerir todo lo que sucede. Hicimos dos obras de teatro sobre la situación actual y viajamos a presentarlas en otros países europeos, como España, Polonia, Alemania, Italia y República Checa", cuenta Sotelo, quien asegura haber podido conectar con personas que no viven en guerra durante estos viajes.
"Es una forma de mantener la conexión con el resto del mundo. Recuerdo sentir que muy pocas personas me entendían por tener una vida diferente a la que se lleva en un país con guerra. Esto me ha ayudado a ver que hay mucha gente que sí entiende y quiere apoyar y ayudar, como nosotros lo hacemos a través del arte. A finales de mayo hicimos un grupo de terapia teatral aquí, da sentido de comunidad".
Sotelo, quien ha podido salir de Ucrania durante la guerra, dice que regresa por el sentido de pertenencia y la necesidad de estar con su gente.
"Hay incomodidad que te da más seguridad y una seguridad que te da más incomodidad, así lo siento en otros países. Me siento más cómoda en Ucrania, aunque no haya seguridad. En mi caso no tengo niños, si tuviera hijos mi decisión sería diferente".
La joven actriz no es la única en su familia que trabaja en crear un sentimiento de normalidad en medio de lo anormal de una guerra, su madre y su hermana trabajan en una escuela de Kiev.
"Hay clases presenciales. Si la alarma empieza antes de que los niños lleguen a la escuela se quedan en casa o van a un refugio y trabajan en línea, pero si empieza cuando los niños están en el colegio bajan al refugio juntos y siguen ahí sus clases", cuenta.
En cuanto a los cortes de electricidad en algunos territorios debido a los ataques rusos con drones a las centrales eléctricas ucranianas, Sotelo cuenta que las administraciones de las ciudades intentan que sea lo más cómodo posible.
"En un día, se puede ir la electricidad un máximo de cuatro horas, depende de la región. Ya en Kiev tenemos un horario de estos cortes de electricidad. La gente que vive en las zonas ocupadas está en una situación muy grave, por lo menos en nuestro caso si pasa algo se arregla muy rápido; en las zonas ocupadas el Gobierno ruso no se ocupa de las personas que viven ahí, solo piensa en cómo resistir al ataque ucraniano, nadie ayuda a es agente".
Sobre los posibles escenarios de la guerra que vislumbran los ciudadanos, Sotelo dice que "la gente está preparada para un maratón largo, no se quiere dar un paso atrás después de tanto tiempo de lucha. Lo único que está muy claro ahora es que no habrá charlas y diálogos mientras Putin esté en el poder".
En medio de la sensación de incertidumbre provocada por la guerra crece la necesidad de vivir en el presente, según cuenta Sotelo. "No estoy muy enfocada en los medios de comunicación, que a veces exageran las cosas. Ahora en los medios ucranianos se habla de temas del día a día, como la llegada del invierno, cómo mantener un apartamento si no hay luz o calefacción. Antes se hablaba mucho de las bombas nucleares, ahora la tensión se ha bajado un poco sobre eso".
Aunque Sotelo dice no estar tan pendiente a los medios, recibe información a través sus amigos en el frente sobre lo que sucede. "Sus mensajes me dan más conexión con la realidad de la guerra y no con la realidad política, para esclarecer los rumores".
"Desde el este me han mandado mensajes más positivos que desde el sur. En Jersón hay unas batallas tremendas, la gente muere por ambos lados. Hay bastante disciplina en el frente, la gente no se queja mucho ante los líderes de los grupos".