El sitio web de la editorial Ocean Sur no permite indagar acerca de quién la dirige ni a qué institución pertenece. En el espacio "Quiénes somos" dice que se trata de "una casa editorial latinoamericana que ofrece a sus lectores las voces del pensamiento revolucionario de América Latina", entre otras lindezas retóricas. Con librerías en Colombia, Estados Unidos, el Salvador y Chile, la editorial exhibe un alcance geográfico envidiable.
En un país donde, fuera del Estado, hay a lo sumo un puñado de tapiceros y casas de alquiler, esa dificultad para vincularla con alguna institución da a la editorial una apariencia de independencia, que se desvanece cuando se ve quiénes asisten a la presentación de sus títulos.
El pasado viernes 4 de marzo en la Casa del ALBA (la sede cultural de la venida a menos Alternativa Bolivariana para las Américas), la editorial presentó en formato digital el libro Venezuela, la "amenaza" que yo conocí, de la periodista Bertha Mojena.
En la foto que publica la Agencia Cubana de Noticias (ACN), la autora está acompañada por el antiguo periodista independiente Raúl Capote, reciclado por la Seguridad del Estado y vendido al público incauto como uno de sus oficiales encubiertos. Entre el público estaban —todo según la ACN— Rogelio Polanco y Joel Queipo, jefes de los departamentos ideológico y económico, respectivamente, del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Seguridad del Estado y Comité Central del Partido no son buenos acompañantes para nada que se pretenda independiente.
Al escuchar la noticia por la televisión cubana saltó el nombre de la periodista de algún rincón de mi memoria. Según la ACN, Bertha Mojena se desempeñó como coordinadora de la red de corresponsales de Cuba en Venezuela entre 2014 y 2015. Fue de esa experiencia que extrajo los testimonios con los que confeccionó su libro. La nota de prensa afirma que, durante la presentación, Mojena "destacó que la obra otorga protagonismo a los colaboradores de las misiones médicas y culturales de la mayor de las Antillas, así como a numerosos venezolanos de las zonas más intrincadas".
"Ese nombre yo lo he oído", me dije al escuchar el Noticiero, pero no por cosa alguna escrita desde Venezuela. Por más que hago memoria, no consigo evocar ningún texto escrito por ella desde aquel país. Y no es que no haya seguido el desempeño de nuestra prensa oficial en la rica nación petrolera que hoy malvive entre apagones. En "Enrique Milanés León, panegirista desde Venezuela", describí en 2018 el desempeño de ese enviado especial a la tierra del ya entonces extinto Hugo Chávez. Desde allí, Milanés León entremezclaba la presencia médica cubana con detalles épicos de la historia de Simón Bolivar. Eran los días en que importantes figuras de la oposición, como Juan Requesens, eran secuestradas en sus casas y confinados en prisiones inmundas sin ningún apego al Estado de Derecho, y el concejal Fernando Alván, preso político, fallecía, al parecer, luego de caer del décimo piso de la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN). Un crimen que la dictadura venezolana catalogó de suicidio. Si escribo "al parecer" es porque algunos testimonios afirmaban entonces que ya el político estaba muerto en el momento de la caída.
No es de extrañar que pronto tengamos, también en Ocean Sur, sendos libros del buen Enrique, y de la periodista Alina Pereira Robbio, que le antecedió como enviada especial con no menos miopía selectiva.
Bertha Mojena, recordé sin mucho esfuerzo, es la autora de un texto aparecido en el diario Granma en el año 2018, cuando se afanaba en labores historiográficas. El artículo se llama "A 120 años de una gran ironía" y fue publicado a propósito del aniversario 120 de la Batalla Naval de Santiago de Cuba.
Allí la autora se permitió confundir la Resolución Conjunta del Congreso de los Estados Unidos (conjunta por ser el resultado del acuerdo de ambas cámaras del Congreso: el Senado y la Cámara de Representantes) que dio base legal a la intervención estadounidense en la guerra de España contra los mambises cubanos, con un documento que jamás existió, en el cual España y los Estados Unidos reconocían el derecho de los cubanos a ser libres.
Estos fueron los términos usados por ella: "Desde el mes de abril, con supuestos fines humanitarios, buques norteamericanos habían implantado un bloqueo naval en puertos cubanos y se había firmado la conocida Declaración Conjunta con España —desconociendo a los cubanos—, en la que se reconocía el derecho de Cuba a ser libre e independiente y los Estados Unidos aseguraban no tener intenciones de ejercer soberanía sobre la Isla, excepto para su 'pacificación'".
Desconocer la naturaleza de la Resolución Conjunta como procedimiento bicameral del Congreso estadounidense y, en específico, la que reconocía "que el pueblo de la isla de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente", emitida el 20 de abril de 1898, no es carecer de un profundo conocimiento de la Historia de Cuba, sino de los más elementales requerimientos que tiene un alumno de la enseñanza media.
En la edición digital de Granma no faltaron comentarios al artículo que enmendaban el error de Mojena. Uno de ellos pretendía que la autora podía haber confundido la Resolución Conjunta con el Tratado de París, en el que unos meses más tarde España, derrotada, reconoció el traspaso de su soberanía sobre el archipiélago cubano a Estados Unidos. Sin embargo, en el Tratado de París tampoco España reconoció la independencia de Cuba.
El error de Mojena es un disparate inconcebible en una periodista que se aventura en artículos de ambiciones históricas. Es además un error que salpica a los revisores del diario Granma, Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba. El mismo Partido cuya plana mayor estuvo el pasado viernes, junto a la Seguridad del Estado, en la presentación de la novedad editorial de la "independiente" editorial Ocean Sur. En buenas manos están "las voces del pensamiento revolucionario de América Latina". Solavaya.
Extraordinario este escrito del señor Boris González Arenas. Un honor para Cuba tener intelectuales de su calibre. Gracias.
Que falta de profesionalidad de los periodistas cubanos por Dios
Tuve la oportunidad de trabajar en Cuba, yo era muy joven, con un opositor 24/7, el más recalcitrante que haya existido, que me hizo entender los desmanes de la dictadura, siempre recuerdo qué me decía:
_La Historia es según quién la cuente.
FC redactó una nueva historia de Cuba, con la qué nos lavaron el cerebro en las escuelas, a su conveniencia todo lo cambió, convirtiendo villanos y cobardes en Héroes que terminaron en la Pacotilla.