Paquito D'Rivera: 'Estoy extrañando una Cuba que no existe'

  El saxofonista y clarinetista cubano Paquito D'Rivera se subió a los escenarios por primera vez cuando tenía seis años y nunca más se bajó. "La sensación cuando subo a un escenario es como cuando monto en una montaña rusa. Al principio me da miedo, pero cuando empieza la función, el gozo es tremendo", dice el artista cubano en entrevista con DIARIO DE CUBA.

D'Rivera confiesa que para él siempre estuvo claro que la música era su camino. "Si yo no fuera músico, sería músico. Mi padre, retirado del ejército, estudiaba el saxofón 26 horas diarias. Todos sus amigos eran músicos, tenía una pequeña oficinita de importación de instrumentos y accesorios musicales. Sus amigos también se movían en el medio, Ernesto Lecuona, Chico O'Farrill, Alfredo 'Chocolate' Armenteros", cuenta el saxofonista.

D'Rivera también disfruta la literatura. Su padre, aunque dejó la escuela joven por tener que trabajar, se montó una biblioteca en casa y llevó a su hijo por "el camino luminoso de la literatura. Yo estudiaba música y leía junto a mi padre", recuerda el autor del libro Mi vida saxual.

En su libro de memorias cuenta cómo se quedó en España cuando viajaba a Suecia con el grupo Irakere. "Todos los irakeres entraron al avión y el que se me queda delante es Chucho Valdés. Le dije que se me había quedado el saxofón debajo de una mesita y me dijo que corriera a buscarlo. Cogí el saxofón y me fui para la puerta de Aduana. Allí un gallego pensó que yo era sueco y estaba pidiendo asilo político", así fue el primer paso del músico hacia una vida fuera de Cuba. 

D'Rivera, quien no ha regresado a la Isla desde su salida, vive trotando el mundo, aunque su base está en Nueva York. A pesar de haber llenado su pasaporte de cuños y su memoria de ciudades, D'Rivera añora el recuerdo que tiene de Cuba, aunque sabe que está "extrañado algo que ya no existe. Ya la gente ni habla igual ni se llama igual. Ellos se han dedicado a barrer todo lo que brilla de mi país para crear nada, para construir miseria", dice el saxofonista sobre el régimen cubano. 

"Cuba es un país de gran talento, ellos han tenido una puntería tremenda para deshacerse de todo lo que vale y brilla, desde médicos hasta músicos y otros profesionales (…) Yo ahí no regreso, yo no le pido permiso a ellos para regresar a mi país. Cuando salí de la Isla estaba felizmente casado y tenía un niño de cinco años. Decidí que me tenía que ir primero para jalarlos a ellos. En la vida todo tiene un precio, y el mío fue mi matrimonio y la niñez de mi hijo, pero hay gente a la que le han arrebatado su libertad por muchísimos años y eso es imperdonable", dice D'Rivera quien se fue a Nueva York en 1980 y volvió a ver a su hijo en el 1989.

A pesar del precio que pagó por salir de Cuba, D'Rivera dice tener un buen recuerdo de su infancia en Marianao. "Fue una vida feliz. Me gustaba volar papalotes, con el trompo era malísimo y jugué poca pelota porque nunca tuve la gracia para los deportes".  

En casa del músico se escucha música clásica, jazz y reconoce que la mitad de su corazón "es brasileño". Aunque asegura que el género urbano no es lo suyo dice que la canción "Patria y Vida" ha logrado tocar la fibra de la gente y "ese es el objetivo".

En su lista de cosas que le quedan por hacer está volver a "tocar en Cuba". Al músico le encanta la comida peruana y su clave del éxito es la perseverancia. "Yo hago mi trabajo y no pienso en nada más que en que la cosa salga bien", concluye.