La fotógrafa cubana Damaris Betancourt, que se prepara para participar en la Bienal de Arquitectura de Venecia con un extracto de "La Espera", serie de su proyecto actual Habana Siglo XXI, se declara seguidora de "lo cercano, lo ordinario".
Betancourt, afincada en Suiza, siente particular interés por las pequeñas historias y busca mostrar en sus imágenes que la "realidad es mucho más colorida que la fantasía".
Hoy conversa con DIARIO DE CUBA sobre sus inicios, su manera de enfocar las historias cotidianas y sobre Habana Siglo XXI, que inició en 2009 trabajando a intervalos hasta 2018 durante las visitas que le hacía a su madre.
¿Cuándo comienzas en la fotografía?
El mío fue un encontronazo completamente fortuito, pero determinante con la fotografía. Fue a principios de los 90, en medio de una depresión social y económica en Cuba para mi generación sin precedentes.
Entonces me habían "otorgado" la carrera de Licenciatura en Derecho, después de haberme pasado seis años en aquellas infames becas con la esperanza de al final poder estudiar lo que me gustara, que en mi caso era Periodismo. Pues aún con las mejores notas no fue posible.
Desilusionada, después de un corto trayecto por la Universidad de La Habana, dejé el Derecho. Fue una decisión consecuente, pero quedé con las manos vacías. Hasta un día en que entré al Museo de Bellas Artes, y vi unas fotos. Se trataba de una exposición del fotógrafo suizo Werner Bischof. Me impactaron mucho. Inmediatamente pensé: Eso es lo que quiero hacer. Y así fue, desde entonces nunca he querido hacer otra cosa que no sea fotografiar.
Con mucho esfuerzo compré una Pentax viejísima con un gran angular, y tuve la suerte de conocer a los fotógrafos Ramón Grandal y Gilda Pérez, y que me abrieran las puertas de su casa. Los visitaba varias veces en la semana para poder hojear los libros de fotografía de su biblioteca y escuchar sus consejos.
Con esa motivación me iba luego por La Habana a colectar mis imágenes. Esos fueron mis inicios en la fotografía. Fue en ese tiempo en que hice mis primeras visitas a El Fanguito, al Callejón de Andrade y otros barrios pobres de La Habana.
¿Cuáles son los temas que abordas en tu obra y a cuáles de ellos das preferencia?
Me ocupan cada vez más las pequeñas historias, esas que se encuentran al doblar de la esquina. Descubrir lo cercano, lo ordinario, rastrearlo y tratar de comprenderlo. Reflexionar sobre lo aparentemente intrascendente.
La realidad es mucho más colorida que la fantasía, y no me tienta para nada distorsionarla. El diario merece ser retratado.
Me interesan además los espacios con vida, la exploración de las ciudades no solo como hábitat, sino como espacios que dan forma a nuestro espectro de perspectivas, a nuestra relación con el mundo, nuestra habilidad cognitiva y apreciación estética. El lugar en que crecemos es nuestro primer referente visual y del espacio. Intento mostrar la arquitectura y el urbanismo en diálogo con el individuo, y quiero mediante el lenguaje del reportaje fotográfico, contar pequeñas historias urbanas; secuencias de la cotidianidad.
Tu nueva web presenta tu proyecto actual como un ensayo fotográfico sobre La Habana. ¿Cómo lo definirías?
Nací y crecí en La Habana, y mi vínculo afectivo con mi ciudad natal, específicamente con mi barrio, El Vedado, permanece inalterable a pesar de la distancia y de que hace 27 años vivo fuera de Cuba.
Mi primera intención fue hacer una especie de recorrido por lo que una vez había sido una Habana moderna y elegante. Pero su devastación es estremecedora y omnipresente, y comprendí que mi idea era imposible de realizar. Entonces me propuse mostrar, tanto como fuera posible, los efectos de esa devastación en la manera de vivir, de proyectarse, de moverse, de caminar, de relacionarse, de estar de la gente.
Habana Siglo XXI no son composiciones, sino miradas hacia una ciudad que se desploma con la misma cadencia e intensidad con que sus habitantes se apagan.
¿Qué buscas con tus propuestas de imágenes?
Para mí el acto de fotografiar es como cazar pedazos de la realidad. Antes de salir a fotografiar ya he hecho mis observaciones, he cavilado sobre un tema, sobre un aspecto de la realidad, e intento traducirlo al lenguaje visual.
No me motiva ser protagonista de los eventos que fotografío. Como ya dije, confío en que la realidad es mucho más exuberante y cautivadora que lo que yo pudiera escenificar. La imagen fija tiene el poder de detener un suspiro de la realidad y convertirlo en testimonio. Una efímera fracción de tiempo detenida y ampliada en papel fotográfico se hace eterna y puede adquirir una tremenda fuerza y simbología.
¿Cuáles son tus proyectos inmediatos?
En estos momentos está en preparación el libro Diez días en Mazorra, con una serie fotográfica que realicé en 1998 en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, y que deberá salir próximamente con un epílogo del escritor cubano Carlos Aguilera por Rialta Ediciones.
Este año fui invitada a la Bienal de Arquitectura de Venecia para exhibir un extracto de "La Espera", una de las series de Habana Siglo XXI. Por motivos de la pandemia la Bienal ha sido pospuesta para la primavera de 2021.
Hasta el momento no he tenido muchas oportunidades de exponer mi trabajo, así que espero para entonces poder mostrar mis fotos a un público amplio en uno de los eventos culturales más importantes. Eso me daría una gran satisfacción.