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Cine

'Mientras más iba hacia dentro de mí, más me acercaba al público'

El Festival de Cine de Málaga estrena mañana el más reciente trabajo de Heidi Hassan y Patricia Pérez. Hablamos con la primera de ese y otros filmes suyos.

Madrid
Heidi Hassan.
Heidi Hassan. C. Quintela

Heidi Hassan es una realizadora, artista plástica y directora de fotografía cubana afincada en Europa, que ha colaborado en más de 30 proyectos cinematográficos. Su último ensamblaje fue seleccionado para ser parte de la exposición colectiva que celebraba el 5o aniversario del Centre de la Photographie de Ginebra y su más reciente trabajo de codirección, A media voz, se alzó con el Premio al Mejor Documental en IDFA (International Documentary Film Amsterdam) y en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana. A propósito de su estreno en España, que tendrá lugar en el Festival de Cine de Málaga, tuvimos un pequeño encuentro en donde intentamos desentrañar su poética.
 
Hay actrices que dicen que de los personajes que han interpretado siempre atesoran una herencia de ellos. Partiendo de esa idea quisiera que comenzáramos hablando acerca de lo que ha significado para ti el ejercicio de tu cine. ¿Qué has recogido, aprendido, heredado, de la realización de tus películas?
 
Yo hago las cosas de manera muy emocional, con una necesidad imperiosa, podría decir que casi poseída. Así que una vez que las termino no suelo volver a ellas. Pero sí, claro que las experiencias se van volviendo parte de ti. Con mi trabajo —en cualquiera de los soportes que utilizo— busco principalmente entender quién soy. Es la manera con la que he conseguido develarme a mí misma y a los demás. Explorar ese microcosmos es mi puerta de acceso para entender mejor el macrocosmos del que soy parte.
 
¿Cuál fue tu primer ejercicio en la EICTV y qué sientes que te haya aportado como realizadora?
 
La caja infinita trata de un creador de una historia que a su vez está siendo creado por otro creador y así sucesivamente. De algún modo tiene la esencia de lo que sigo haciendo hoy: creo un personaje que a su vez me crea. O sea, es en cierta medida otra forma de circuito cerrado. Así que digamos que si ese corto lo ubicamos en el kilómetro cero —desde donde parten todos los caminos de manera radial— sus primeros torpes y pequeños pasos indicaron este sendero que 20 años después sigo transitando.
 
Luego vino Miserere, el cortometraje sobre los migrantes que realizaste en Ginebra. Seguramente hay una semilla emocional de donde brotó todo ese universo a lo que no tenemos acceso los espectadores. Me encantaría que me compartieras esa primera pulsación emocional que te lanzó a realizarlo.

 
Terence Piard, un amigo muy querido, cinéfilo obcecado a quien muy probablemente le deba el hacer cine, había fallecido inesperadamente. Filmar era la mejor manera de recordarlo y filmar también sería lo que mejor me ayudaría a lidiar con el dolor.

Este corto, cuya trama retrata la travesía de unos emigrantes a quien la policía sorprende brutalmente, en el fondo trata del susto, de ese instante fugaz en el que algo te arrebata de golpe la fe y ya no hay vuelta atrás. La historia no habla directamente de ello, pero mi intención es que estuviera impregnada de esa sensación. Yo en ese momento no me sentía con derecho a hacer algo que no estuviese camuflado por la ficción y amparado por una temática social,  hablar directamente de la historia de mi amigo no era una posibilidad. Así que, por llamarlo de alguna manera,  disfracé el corazón del tigre dentro de la piel del zorro.
 
Lo que descubrí en Miserere desde el primer momento fue el placer enorme de trabajar con actores, la exquisita arrogancia de jugar a ser Dios. Es tan maravilloso que da vértigo, aun así, es una experiencia que me gustaría repetir, pero que evado por ser demasiado responsable, por solo atreverme a jugar conmigo misma.
 
En Tierra roja tienes medio cuerpo dentro de la película… ¿Cómo fue que tomaste la decisión de que fuera tu voz la que arropara al personaje de la madre?
 
Cuando quise hacer un nuevo corto que hablase de cómo mi reciente migración en Europa había removido las heridas provocadas por la emigración de mi madre diez años atrás, no busqué ninguna trama que disimulara el corazón de la historia, decidí trabajar con ella directamente. Así nació Tierra roja, que está estructurada por las cartas que una madre envía a su hija. Las cartas son principalmente una selección de las que mi madre me escribió mientras vivía en Europa y yo estaba en Cuba. El personaje de la madre, sin embargo, es una actriz que fusiona dos cabezas, dos experiencias, la de mi madre y la mía en un mismo cuerpo.
 
La actriz, Mariama Sylla, es canadiense y no hablaba una palabra de español. Para mí era imprescindible que el texto fuera en español, no solamente para que fuera coherente con la historia sino porque también me era importante que la propia sonoridad del idioma contrastase con el urbanismo de la ciudad europea donde transcurría la historia. Busqué algunas actrices de habla hispana pero no me convencí. Mientras tanto, para poder avanzar con la edición del corto me grabé a mí misma diciendo los textos. La primera vez que me escuché me fue raro, sin embargo, como no era la grabación definitiva no le di más vueltas y seguí trabajando.
 
Días más tarde, en un momento inesperado, esa misma voz me estremeció. Supongo porque en realidad se parecía muchísimo a la de mi madre (cuando yo era adolescente solíamos hacernos pasar una por otra cuando alguien llamaba por teléfono a la casa) pero también porque esa historia era tan emotiva para mí, que los matices de mi sentir se impregnaban en mi voz. Así que me sobrepuse al pudor y asumí ser yo misma la voz del personaje.

Tierra roja me mostró que mientras más iba hacia dentro de mí, más me acercaba al público. Fue un tránsito imprescindible en la construcción de una poética en la que me siento auténtica y sincera, que me da la fuerza para ignorar —al menos temporalmente— los susurros de los fantasmas que me atormentan la mayor parte del tiempo
 
En Tormentas de verano diste un paso más al confiarle gran parte del peso de la historia a tu cuerpo. ¿Cómo se llega a eso?

Era lo más coherente con la historia y también de cierto modo lo que yo necesitaba, porque esta cabeza mía necesita catarsis. Me era familiar pues desde adolescente he practicado el autorretrato en fotografía, así que agregándole sonido y poniéndolo en movimiento se convirtió en Tormentas de verano (que fácil se dice...), una historia de amor con la que entendí que no soy solamente yo creando al personaje, sino que el personaje también en cierta medida me crea a mí.

Ayer miraba un documental sobre avances en la biomecánica donde explicaban cómo actualmente una prótesis puede mandar información al cerebro y este a su vez le hace llegar información a ella. Se crea un diálogo que permite que cuerpo y prótesis se ayuden mutuamente. Algo similar me sucede cuando me vuelvo un personaje, que soy yo, sin serlo del todo.

En este corto intervertí el rol de los personajes, o sea, yo estoy representando en pantalla el papel de mi pareja y mi pareja me representa a mí.  Esa distancia me permitió por un lado huir del melodrama y también habitar la piel del otro. Descubres muchas cosas, verse a una misma y a su entorno con semejante distancia es un privilegio brutal.
 
En Otra isla te sales completamente del universo personal que has venido creando dentro del género autobiográfico.  ¿Qué es Otra isla para Heidi Hassan?
 
Al inicio pensé que sería diferente, que hablaría mucho más de mi relación y posición personal con respecto a los temas que se tratan en el documental. Sin embargo, la propia situación me fue colocando en otro lugar mucho más perimétrico y me di cuenta que yo como personaje no tenía cabida en esa historia. Es más, habría sido hasta insolente de mi parte. Creo que hay que saber escuchar y ser fiel a los impulsos propios, a nuestras obsesiones, pero es fundamental estar en diálogo constante con lo que está sucediendo frente a nosotros y estar atentos a las necesidades propias de cada historia.

Para Otra isla estuve durante cinco meses filmando y grabando el sonido yo sola. Fue una excelente escuela no solo en  mi formación de "mujer orquesta", sino que me confrontó en profundidad con una de las preguntas claves del cine documental, cómo ir al encuentro del Otro, y todo lo que de ello se deriva.

Los turistas lo veo como un vals entre las artes plásticas y el cine experimental.
 
Le tengo un cariño muy especial porque es lo más espontáneo que he hecho. Llevaba varios años intentando sacar adelante otro proyecto y lo único que había hecho durante ese tiempo era escribir carpetas para buscar financiación. Un día no pude más y me regalé una semana en la que inventé ese pequeño universo con imágenes de un hotelito perdido en los Alpes Suizos que había grabado tiempo atrás.

Hice también el diseño de sonido y el montaje. Salió lo que salió, pero para mí lo más importante, es que la artesanalidad con que fue hecho me da una enorme sensación de libertad, la de saber que el cine siempre puede estar  al alcance de mis manos.
 
¿De A media voz qué me puedes decir?

 
Esta película que he codirigido recientemente con Patricia Pérez Fernández, aún la estoy procesando, mejor hablemos de ello dentro de un tiempo (esto dicho con un guiño incluido).
 
Creo que uno de los logros de A media voz es que, aunque éticamente se rige por el género documental, es decir que el público la asume como 100% real, cinematográficamente podría decirse que se estructura a partir de la transgresión entre el documental autobiográfico y la ficción. En una de tus respuestas hay una frase que me provoca pensar en el género de la auto-ficción: "No soy solamente yo creando al personaje, si no que el personaje también me crea a mí". ¿Cómo haces para lidiar éticamente con esas dos Heidis (la real y la de ficción) que se presentan al público como un único ser?
 
En "La presentación", un cuento de Virginia Woolf, un personaje que asiste a una fiesta tiene consigo un ensayo que está intentando leer. En un momento comenta que ese texto que tiene en sus manos es para ella real, sin embargo, percibe la celebración que se desarrolla frente a ella como una ficción. Esto nos sucede a todos continuamente, pero para que la realidad siga siendo un espacio estable nos aferramos a categorías donde las cosas estén bien delimitadas.

¿Qué entendemos por real? De no ser porque muchos festivales de cine dan únicamente la posibilidad de escoger entre ficción o documental, A media voz podría ser lo que realmente es, cine híbrido. En nuestro caso esto significa que es un documental que se sirve de la libertad narrativa de la ficción. En cualquier documental "puro y duro" hay la misma dosis de ficción que en mi trabajo, cualquier persona que se haya enfrentado a un proceso creativo que utilice como materia la realidad sabe que la construcción, aun cuando se pretende objetiva, está plagada de la subjetividad de quien la arma y de múltiples ficcionalizaciones tácitas. Yo hablo desde una verdad —una verdad si quieres tan, o tan poco real, como el ensayo en la mano del personaje de Woolf— que se ancla en mis sentimientos y emociones. Ese anclaje resuelve mis conflictos éticos.

Sobre cómo el personaje me crea a mí, una manera de responderlo es haciéndome eco de  la cita de Wilde: "La vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida". Yo sin embargo no diría que "mucho más", creo que según las situaciones va en un sentido o en otro, pero en cualquier caso hay un diálogo,un intercambio creativo, el mismo que entre la prótesis y el cerebro que mencioné antes.
 
¿A media voz ha podido retomar su recorrido en cines? ¿Algún mensaje para los espectadores?

 
Sí, estamos muy contentas porque se estrena en España este domingo 23 de agosto en el Festival de Cine de Málaga. Próximamente se exhibirá también en festivales en Perú, Grecia, Israel y Francia.
 
Hacia finales de años se estrenará en los cines en España y estamos esperando a que la pandemia nos de tregua para ponerla en las salas en Cuba.
 
Ya no como codirectora, sino como espectadora necesitada de otras narraciones,  la recomiendo, porque pienso que propone algo fresco en la agotada y agotadora visualidad de nuestro país y porque explora la mirada femenina tan ausente de nuestras pantallas.

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2 comentarios

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Profile picture for user Anton

Sin dudas una de las directoras fundamentales del cine cubano actual.

Profile picture for user Ana J. Faya

Busqué y busqué Cuba en esta entrevista y no la encontré.