A la duquesa Camila de Cornwall en general "la comida cubana no le convence". Lo ha dicho, lo han publicado varios medios, las redes sociales se han hecho eco y la polémica ha sido servida como entrante al menú que degustará en La Habana.
En las redes hay cubanos ofendidos por lo que ven como "arrogancia" de la que tiene sangre real y también están los que se preguntan qué es hoy la cocina cubana tras 60 años de desdichas culinarias en la Isla.
Más allá de la repuesta a esta última pregunta —que Verónica Cervera aborda muy bien en un libro suyo y ya ha sido desentrañada por muchos fuera de la Isla gracias a esa emigración que intenta mantener nuestras tradiciones gastronómicas— habrá algún plato cubano que gustará a Cornwall, o no.
¿Ropa vieja cubana con tostones y aguacate? ¿Picadillo a la habanera con arroz blanco y plátanos maduros fritos? ¿Arroz con pollo? ¿Pernil de cerdo asado con frijoles negros dormidos? ¿Langosta con mantequilla y ron?
Quizá la noble visitante no esté acostumbrada a la sazón criolla y al ajo que pasa por alto la cocina británica, tan injustamente desdeñada. A lo mejor le impresionan más los postres. Después de todo, ¿cómo será realmente la dieta de la duquesa?
¿Qué comen los ingleses?
La cocina inglesa ha sido atacada desde hace siglos, con opiniones vertidas por visitantes corrientes e incluso por figuras como el propio Voltaire. Un escritor francés fue quien dijo: "La mejor cocina inglesa es, por supuesto, la cocina francesa".
En una defensa nada parcial de la cocina inglesa allá por el año 1945, George Orwell publicaba en el Evening Standard toda una serie de "manjares que es imposible obtener fuera de los países de habla inglesa" y tenía en cuenta factores clave como las clases sociales y las regiones.
Arenques, pudding de Yorkshire, crema de Devonshire, muffins, bollos, pudding de Navidad, tarta de melaza y empanadillas de manzana, pastel de ciruela oscura, panecillos de azafrán, papas asadas o hervidas con menta y luego servidas con mantequilla derretida o margarina, asados, quesos y las salsas propias de Inglaterra, entre otros, conforman la lista.
"Se puede decir que la dieta británica característica es una dieta simple, bastante pesada, quizás ligeramente bárbara, que se basa en gran parte de su virtud en la excelencia de los materiales locales, y con su énfasis principal en el azúcar y las grasas animales", admitió Orwell.
"Es la dieta de un país húmedo del norte donde la mantequilla es abundante y los aceites vegetales son escasos, donde las bebidas calientes son aceptables en la mayoría de las horas del día y donde todas las especias y algunas de las hierbas de sabor más fuerte son productos exóticos (…) y se combinan el azúcar con la carne de una manera que rara vez se ve en otros lugares", reivindicó el escritor.
Hoy, quien visita Inglaterra, quiere probar sus fish and chips (pescado frito con papas), el Sunday roast (un asado de cerdo, ternera o cordero acompañado de papas asadas), el Yorkshire pudding, salchichas y verduras de temporada todo ello regado con la mítica salsa gravy), el banger and mash (salchichas con puré de papa), las empanadas de carne o derivados, el toad in the hole (también a base de excelentes salchichas) o el conocido como Ploughman's Lunch (Almuerzo del labrador), entre otros.
Y para el que quiera adentrarse aún más en la cocina británica, ponerse los delantales y ensuciarse las manos, el propio Orwell compartió en 1946 algunas de las recetas que más le cautivaban.