Sandra Ceballos ha hecho circular una carta en respuesta a un texto titulado "Del Decreto 349 y sus contra-invenciones" que, bajo la firma de Jorge Ángel Hernández, apareció hace pocos días en la revista La Jiribilla, del ministerio de Cultura.
En ese texto, se atacaba a Ceballos por su pronunciamiento en apoyo a los colectivos de artistas que han denunciado al carácter represivo del Decreto 349, dedicado a la libre expresión de las artes en Cuba.
Ceballos comienza por rechazar los calificativos que utiliza Hernández, quien denosta a quienes repudian el 349 y los acusa de ser "aficionados sin obra alguna, que usurpan el espacio público y burlan el difícil trabajo de educación cultural de la ciudadanía".
Ceballos recuerda al comisario que todos los artistas "en algún momento (en nuestros inicios) fuimos aficionados. (…) Así que no es argumento válido el vetar o discriminar a un artista porque sea aficionado".
La artista, prominente figura de la creación cubana de finales del siglo XX y pionera del "arte de apartamento" en Cuba, señala que sus colegas de la performance "trabajan en espacios públicos, lo cual no significa que estén cometiendo un acto delictivo y mucho menos usurpar absolutamente nada; realizan acciones efímeras con las cuáles exponen ideas, criterios, sentimientos, sensaciones, reflexiones y en algunos casos con la participación de los espectadores".
Para ella, la represión de la Policía y la Seguridad del Estado, quienes usan "estrategias violentas y temerarias, y convierten una acción artística sencilla y fugaz en un acontecimiento internacional, que automáticamente cobra dimensiones mediáticas", son las que merecen repudio.
Otra perla del texto de Hernández tiene que ver con exigir a Ceballos que, si va a sostener esa actitud crítica, renuncie a sus títulos del Instituto Superior de Arte y de la Academia San Alejandro, por cuanto estos son "avales curriculares" debidos a "la política cultural de la Revolución cubana."
Ceballos le recuerda al jefe del sello Arte Cubano, editorial oficial dedicada a difundir la obra de los artistas de la Isla, que ella nunca estudió en el ISA.
"Que se respete el derecho a la autonomía en la divulgación de las artes visuales, sin presiones, sin violencia, es por lo que abogo", subraya Ceballos.
Apelando a los artículos del texto constitucional vigente en Cuba, donde se reconoce la "libertad de pensamiento, conciencia y expresión", Ceballos insiste en que aboga "por el derecho a expresar nuestras preocupaciones (…) y el derecho de crear sin ser inspeccionados dentro de nuestros propios estudios, galerías privadas o sencillamente hogares."
"Precisamente el inciso G (entre otros) (…) del Decreto Ley 349 se contrapone a este punto", señala.
"Me pregunto si dentro de, cualquier otro, está el derecho que tenemos los artistas e intelectuales de trabajar con temas políticos, sociales y existenciales, así sea de manera crítica o no. ¿Por qué hay que aceptar todo sin derecho a discrepar? Me pregunto, ¿por qué los ministros no responden las cartas enviadas por los artistas e intelectuales en donde se expresan estas preocupaciones?"
Sobre la acusación vertida por el comisario en torno a que la oposición al 349 forma parte de "una escaramuza de guerra cultural", Ceballos le recuerda que buena parte de los espacios artísticos independientes "no son comerciales y trabajan -sin imponer ningún tipo de sistema ni ideología política, ni presiones moralistas ni lucrativas- con artistas que viven en condiciones precarias, artistas que han sido apartados, censurados u olvidados por el sistema promocional cultural cubano, artistas autodidactas, estudiantes, personas con disfunciones mentales, autistas y adictos enfermos; éstos fabrican sus obras y experimentan una enorme satisfacción que los llena de ilusiones y fuerza para seguir viviendo con sus problemas."
No obstante, muchos de esos espacios son violentados a menudo por las fuerzas represivas del régimen, como sucedió durante la celebración de la #00Bienal, cuando "entraron en varios de estos hogares durante el pasado mes de mayo a multar a los propietarios del inmueble y retirarlos del Registro Nacional del Creador, y en algunos casos estos intrusos, en su allanamiento, decomisaron equipos, bienes personales y hasta fotos de familia."
Sobre el sobado argumento de que estos proyectos artísticos se financian con recursos destinados a las campañas de desestabilización contra el Gobierno de Cuba, Ceballos le recuerda que "somos artistas y vendemos nuestra obra, ganamos becas de arte y en mi caso he recibido apoyo de muchos artistas cubanos y extranjeros, directamente y por medio de campañas de apoyo no gubernamental, además de fundaciones autónomas europeas y embajadas que apoyan la cultura del Tercer Mundo y que, además, han apoyado a las instituciones culturales oficiales cubanas. Nada que ver con asuntos políticos, nada que ver con "patrocinios mercenarios contestatarios".
La Jiribilla usó su espacio para acusar a los jóvenes cineastas cubanos en marzo pasado, cuando se produjo un intenso enfrentamiento en las redes debido a la prohibición por el Instituto de Cine de la exhibición del primer corte de Quiero hacer una película, de Yimit Ramírez, dentro de la Muestra Joven.
En ese debate, Jorge Ángel Hernández usó idénticos argumentos para cuestionar a cineastas y críticos.