Su nombre está incluido en diversas antologías y revistas, ha sido parte de paneles y eventos para dialogar sobre cultura cubana en Estados Unidos, país donde Lizabel Mónica (La Habana, 1981) reside desde 2011.
Poeta, narradora, crítico y editora, Lizabel ha compilado la antología de poesía cubana del siglo XXI: Distintos modos de evitar a un poeta (El Quirófano Ediciones, Ecuador, 2012), la cual reúne a 25 creadores de la Generación Año Cero que, a pesar de premios y publicaciones, no llegan "a los medios tradicionales en Cuba, donde la prensa, la televisión e incluso las revistas literarias oficiales están en manos de escritores establecidos que pertenecen a otras generaciones", explicó en una ocasión la creadora al habla con el escritor Enrique del Risco.
"Es esta la primera generación dentro del país que, después de 50 años de aislamiento, logra estar a tono con la moda, las lecturas y la cultura fílmica de sus contemporáneos en otras partes del mundo", señaló Lizabel entonces, marcando una de las peculiaridades de la generación de la que forma parte: una generación que descubrió las nuevas tecnologías e internet, y se vale de las herramientas digitales para impulsar sus proyectos, sorteando las trabas de un país con escaso acceso a la tecnología y la conectividad.
Siendo Lizabel una de las caras visibles de esa blogosfera cubana que estalló con fuerza en 2007 y que en la actualidad ha sido casi absorbida por el boom de las redes sociales.
Con sus blogs PalaDeOinDeleite, Cuba Fake News y Project Desliz desplegó su creación más allá de lo personal, creando un espacio también para la promoción de otros creadores y vinculándose con otras disciplinas artísticas. También incursionó en el terreno de las revistas alternativas cubanas, como coeditora de la revista Cacharro(s).
En Cuba, Lizabel ha obtenido el Primer Premio de Cuento Erótico Farraluque 2003 y el Primer Premio de Poesía Erótica Farraluque 2007. Con su novela Tim sin Tina fue ganadora del Premio Beca de Creación Novelística Fronesis 2010, la cual no llegó a publicarse en la Isla por la "condición de emigrada" de su autora.
Actualmente realiza un doctorado en el Departamento de Lenguas y Culturas Española y Portuguesa de la Universidad de Princeton. Desde allí responde a nuestras preguntas, como parte de la serie de entrevistas a jóvenes escritores cubanos que ya no viven en Cuba.
¿Cuáles son los temas que más te interesa abordar?
Los difíciles. Aquellos que cuesta abordar o de los que nadie quisiera leer para empezar. Los que pueden arruinar un fin de semana. También me gustan esos en los que se pone de acuerdo. Sobre todo, me gusta una combinación de tema y tratamiento que me permita explorar la experiencia sin tener una opinión completamente formada de antemano acerca de lo que se puede esperar de esta. Por eso la literatura performática. Por eso el retarme a mí misma.
En tu narrativa hay un gran componente de (homo)erotismo, ¿qué importancia tiene la sexualidad y lo erótico en tu trabajo?
Mi concepción de la sexualidad es más focaultiana que freudiana, por lo que considero que estamos hablando no de una naturaleza, sino de discursos y producción de saberes/placeres. Mirándolo desde ahí, la investigación de la sexualidad —y el cuestionamiento de los discursos de identidad y prácticas biopolíticas asociados a ella— tiene un rol fundamental en mi vida y en mi trabajo.
Has incursionado en otras disciplinas creativas, con proyectos sobre todo digitales como Desliz y Cuba Fake News, pero también te has vinculado a la plástica y el mundo académico (ahora en EEUU), háblanos de esta proyección multidisciplinar...
Tengo intereses multidisciplinarios, y de ahí la hibridez que caracteriza a casi todas mis obras. Si bien comencé escribiendo narrativa, pronto descubrí la poesía y esta me permitió abrir puertas que permanecen cerradas para la mayoría de los escritores cubanos. Ayudó que por el tiempo en que descubrí la poesía pasé de ser coeditora de Cacharro(s), junto a Jorge Alberto Aguiar, a dirigir mi propio proyecto de publicación multimediático, transdisciplinario y, lo más importante, transnacional: Desliz. A través de este proyecto conocí a creadores de diferentes procedencias geográficas con proyectos de experimentación artística y literaria.
De esta experiencia como editora saqué la inspiración para mis prácticas con performances, experimentos textuales, instalaciones y netart. Me interesa especialmente el cruce de prácticas literarias con aquellas que solemos atribuir exclusivamente al ámbito de las artes visuales. Los nuevos medios tienen también un rol fundamental en mi trabajo. Creo que la tecnología digital ha transformado nuestra manera de experimentar el mundo, y creo que la literatura necesita mirar un poco desde ahí para conectarse con sus posibles lectores que necesariamente tienen otras maneras de leer (y otras motivaciones para hacerlo, en un mundo donde las letras no están ya en la cima de las jerarquías del saber).
En estos momentos el sayo que me viene bien es lo que llaman por acá "poesía conceptual": es flexible y no tiene botones. La poesía conceptual enfatiza el proceso tanto o más que el resultado. Deja a un lado también la idea de la "originalidad" (y los juegos de demiurgo o de creación de mundos). La experiencia del doctorado en Princeton University, en EEUU, me ha permitido profundizar estas intuiciones. A un tiempo, me ha dado la oportunidad de continuar la búsqueda estética desde la (auto)reflexión y el ejercicio crítico. Debo confesar que a pesar de mi falta de arraigo y desinterés por la retórica nacionalista, llevo conmigo (y continúo a mi manera) la tradición latinoamericana del intelectual público.
¿Dónde y en qué horario prefieres escribir? Cuéntanos de tu rutina de trabajo… (soporte, contexto, ¡¿manías, fetiches?!)
Otra confesión: odio las rutinas. Paradójicamente, soy extremadamente organizada —al menos eso es lo que dice mi pareja—, llevo una agenda, hago 2Do lists, y hay una rutina semanal en casa que seguimos religiosamente. Pero a la hora de trabajar, necesito sentir que está aconteciendo algo de espontaneidad o me bloqueo. De ahí que tengo varias estaciones en la casa: dos escritorios, en habitaciones diferentes, uno de los cuales está frente a una gran ventana y tiene dos asientos —para aumentar las posibilidades de mirar las cosas desde otra perspectiva—; otro "puesto de trabajo" en el mostrador que hace las veces de la frontera entre el comedor y la cocina; otro en el ático, con estilo oriental, de cojines en el suelo y mesa baja junto a la ventana redonda u óculo; y finalmente, los consabidos cojín y mesa acompañante para sentarse a trabajar en la cama.
A pesar de todos estos espacios, que tengo ocupados con agendas, plumas y marcadores, usualmente salgo a escribir en el porche, en un café cercano a la casa, o me siento en el piso en el rincón menos esperado —la mesita auxiliar en el baño o la escalera de incendios— buscando una concentración limpia de cualquier idea de rutina.
Como es de imaginar, no me gustan nada las computadoras desktops. Solo uso laptop, y en las noches de bares, Iphone.
¿Qué autores son un referente para ti?
Marguerite Duras, sobre todo los artículos periodísticos y sus contribuciones cinematográficas; Carlos M. Luis, por sus libros visuales; Juan Carlos Flores, sus discos de poesía y las conversaciones que sostuvimos; Soleida Ríos, especialmente por sus maravillosas antologías; Severo Sarduy, el libro Escritos para la voz y su práctica fotográfica; Octavio Armand, por Superficies; Diamela Eltit, casi todo, pero especialmente Padre mío; Steven Hall, The Raw Shark Texts, y la selección de Derek Beaulieu Please, No More Poetry.
¿Qué libro estás leyendo ahora?
The Happy End/All Welcome (Ugly Duckling Presse, 2017), de Mónica de la Torre.
¿Qué es lo peor y lo mejor que te ha ocurrido en el exilio?
Lo peor: la muerte de mi padre y de Juan Carlos Flores en Cuba. Lo mejor: el desarraigo.
¿Qué repercusión ha tenido en tu escritura vivir fuera de Cuba?
Mi producción creativa se ha enlentecido. Dos razones principales: considero más importante ahora la etapa de planificación de la obra y tengo menos tiempo en EEUU, donde trabajo, que cuando estaba en Cuba y las posibilidades de ganar dinero eran escasas y esporádicas.
No tener el respaldo del país de origen, ¿qué impacto ha tenido en tu trabajo?
En términos económicos, y como ya dije, menos tiempo. En términos de "respaldo" de la tradición literaria-artística, o del apoyo institucional y para institucional que viene con una serie de regulaciones estéticas e ideológicas, ha sido una liberación.
¿Trabajas actualmente en algún proyecto?
Estoy trabajando para mi tesis, la cual explora las consecuencias del impacto de la tecnología digital en los campos de la literatura, las artes visuales y la música cubanas del siglo XXI. En el ámbito creativo, tengo varios proyectos pero estoy trabajando solo en dos. Uno es un libro que explora desde diversos medios y vías expresivas mi experiencia de inmigrante en EEUU durante los últimos siete años, y otro es un proyecto más performático que he diseñado para la red social Instagram.
Volverías a vivir en Cuba si… (o no)
Ahora no. Pero quizás lo considere en el futuro. Es un país asfixiante desde el punto de vista político, pero increíblemente vital en términos de sociabilidad.
¿Qué es Cuba para ti? (en una frase)
El lugar donde nací y pasé la primera parte de mi vida.
¿Qué es lo que más te gusta del país y la ciudad donde vives?
La gente realmente te deja tranquila cuando estás cohabitando un espacio público. Esto tiene su lado negativo también, pero la mayor parte de las veces es agradable fingir que no existe tensión entre animales políticos: fingir que ignoras y eres ignorada.
Su nombre completo es Lizabel Mónica Villares Plasencia (pero ella firma solo con sus dos nombres). Es licenciada en Historia por la Universidad de La Habana. Poemas, relatos y ensayos suyos han sido publicados en varias revistas nacionales e internacionales, y en antologías como Instrucciones para cruzar el espejo: Antología del cuento homoerótico (Letras Cubanas, 2011) y Generation Zero. An Anthology of New Cuban Fiction, donde puedes leer online su cuento Los mismo ojos.
En el blog Fogonero Emergente puedes leer dos relatos suyos: Homosexualmente virgen y La risa de Voctor, así como una selección de su poesía.