Elegido de entre muchas posibilidades para inaugurar la Muestra de Cine Joven fue el documental Severo secreto, de Oneyda González y Gustavo Pérez, producción independiente que tardó casi diez años en realizarse y fue filmado en diversas ciudades del planeta.
Se trata de recuperar la memoria, para nosotros, de escritor exiliado Severo Sarduy, estigmatizado en su momento por homosexual, apátrida, colaborador de Mundo Nuevo, etc. —si bien nunca atacó la Revolución directamente y por eso, de alguna manera discreta, era el mejor visto de entre todos los mal vistos—.
Este documental es producto de la perseverancia de sus autores, devoción que se percibe de manera general en la pieza, lo cual es respetable. Está construido sencillamente sobre la base de entrevistas a personas que conocieron a Sarduy que reconstruyen su biografía, responden las preguntas más relevantes sobre él, cuentan anécdotas y son acompañadas, de vez en cuando, por la voz del propio autor, como quien quiere recuperar no solo los hechos en la vida del hombre, sino también el hombre.
La selección de confidentes es plausible: por una parte tenemos que comparecen los amigos de la infancia de Sarduy en Camagüey, luego los escritores de su círculo en La Habana, luego en el exilio en París. Escuchamos la versión de un censurólogo como Ambrosio Fornet (valiosa, a fin de cuentas), y por otra parte nos espantamos al comprobar que en la pantalla aparecen también Orlando Jiménez Leal, Juan Goytisolo, Rafael Rojas, etc., con toda la circunspección de sus personas, serias y reales, lo cual constituye una conquista sobre la vigilancia, sin dudas.
Se puede decir, en términos generales, que el documental cubre los principales tópicos del tema Sarduy y transmite la emoción de su pérdida. No se puede decir, lamentablemente, que esté libre de censura o de la inquietud que provoca el fantasma de la censura: cierta opacidad lo atraviesa, ciertas elipsis, ciertas informaciones truncadas (¿por qué no indagaron en las razones que tuvo Sarduy para no volver a Cuba entre la gente que vivió con él en el exilio y no entre personas que viven bajo el alcance del régimen aún?). Como si quisieran proponer un Sarduy que pudo regresar, de haber perdido el miedo; o un Sarduy víctima de absurdos pasajeros, como los cometidos durante el "Quinquenio Gris"; o un Sarduy del que debemos hablar sea como fuere porque es parte de nuestra historia y ya bastante hemos callado. Todo eso al mismo tiempo. Es curioso, en todo caso, que un ejercicio de recuperación histórica tenga que ser polisémico también.
Severo secreto tendrá un lugar en las videotecas de los aficionados a la literatura y entre quienes creen en la urgencia de Cuba por rescatar su pasado.