La sociedad civil —entramado de asociaciones autónomas respecto al Estado—, dotadas de espacios públicos, medios de expresión, libertades y derechos, es un instrumento de participación ciudadana y un sólido vínculo de las personas con su nación.
En Cuba, la sociedad civil ha sido desmontada sistemáticamente.
Surgimiento
En cumplimiento del Pacto del Zanjón, España implantó en Cuba las libertades de imprenta, reunión y asociación. De ellas surgieron partidos políticos, asociaciones cívicas y órganos de prensa, que refrendados en la Constitución de 1901 desempeñaron un papel decisivo en el derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado, el reconocimiento de la autonomía universitaria, la derogación de la Enmienda Platt, el diferencial azucarero, la legislación laboral más avanzada de nuestra historia (el Decreto 798) y la Constitución de 1940, entre otros resultados.
Esa sociedad civil tuvo dos respuestas ante al golpe militar de marzo de 1952, una cívica y otra insurreccional. La primera la encabezó la Sociedad de Amigos de la República (SAR), que luchó por el restablecimiento de la Constitución de 1940 y la celebración de elecciones para formar un gobierno que ofreciera garantías a las partes. La segunda la lideró Fidel Castro con el asalto armado al cuartel Moncada.
La respuesta de Batista, convocando elecciones para 1954 y amnistiando a los presos políticos, incluyendo a los asaltantes del cuartel Moncada, fue calificada de farsa. En noviembre de 1955 Fidel Castro declaró "seremos libres". En agosto de 1956, él y José Antonio Echeverría firmaron la "Carta de México", en la que declararon que era hora de que los partidos políticos y la SAR cesaran en "el inútil esfuerzo de implorar soluciones amigables". El 26 de octubre de 1956, el Directorio Revolucionario ultimó a balazos al coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar; el 2 de diciembre desembarcó el yate Granma con 82 expedicionarios armados; y el 13 de marzo de 1957 el Directorio atacó el Palacio Presidencial.
Teniendo en cuenta la pluralidad de las fuerzas que enfrentaban a Batista, el jefe Nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), Frank País García, propuso a Fidel Castro contactar a figuras políticas para formar un Gobierno Provisional. Con ese fin se reunieron en la Sierra Maestra (Julio de 1957) con Raúl Chibás, presidente del Partido Ortodoxo, y Felipe Pazos, expresidente del Banco Nacional de Cuba, con quienes suscribieron el "Manifiesto al pueblo de Cuba", en el que se proclamó crear un Gobierno Provisional Revolucionario, donde participarían figuras que no tenían que haberse declarado insurreccionales.
Tres meses después, Pazos y Chibás suscribieron el "Pacto de Miami" con organizaciones del exilio, el cual fue rechazado por Fidel Castro con la creación del Frente Cívico Revolucionario "Pacto de Caracas", que designó a José Miró Cardona como Coordinador y a Manuel Urrutia Lleó como presidente provisional. En mayo de 1958, en la Sierra Maestra, se acordó aplicar una política de mando único, centralizada en la figura de Fidel Castro como comandante en jefe de todas las fuerzas revolucionarias. En enero de 1959, Manuel Urrutia, en su condición de presidente, ratificó a Fidel Castro como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y en el primer gabinete gubernamental Miró Cardona ocupó el cargo de primer ministro.
Comenzó entonces la concentración del poder. Los mandatos de gobernadores, alcaldes y concejales fueron extinguidos, los órganos judiciales disueltos, los magistrados y jueces separados y la división de poderes erradicada. El 7 de febrero se sustituyó la Constitución de 1940 por los estatutos constitucionales conocidos como Ley Fundamental de la República, que confirieron al primer ministro las facultades de jefe de Gobierno y al Consejo de Ministros las funciones del Congreso. Varios dirigentes del M-26-7 propusieron a Fidel Castro sustituir a Miró Cardona en el premierato, lo cual aceptó con la condición de dirigir la política general del Gobierno y despachar con el presidente de la República los asuntos administrativos. Para ello se modificó la Ley Fundamental.
El 16 de febrero, desde el nuevo cargo, Castro sustituyó a los ministros provenientes del movimiento cívico, y en junio, con su renuncia, forzó la dimisión del presidente Urrutia.
Desmontaje
Controladas las riendas del poder, llegó el turno a las organizaciones políticas. Desaparecidos los partidos políticos tradicionales quedaron las fuerzas revolucionarias: Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR-13-M), Partido Socialista Popular (PSP) y M-26-7. La primera, después de la fallida ocupación del Palacio Presidencial, la Universidad de La Habana y la Base Aérea de San Antonio de los Baños se desintegró para convertirse en una organización política. La segunda, en VIII Asamblea Nacional (agosto de 1960), quedó lista para su disolución. Finalmente, las tres se unieron en marzo de 1962 en las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), con Aníbal Escalante como secretario de Organización. Ese mismo mes Escalante, acusado de sectarismo, fue separado y Fidel Castro asumió como primer secretario. En 1963 las ORI se convirtieron en el Partido Unido de la Revolución Socialista, el que en 1965 asumió el nombre de Partido Comunista de Cuba, con Fidel Castro como secretario general.
Los movimientos juveniles del M-26-7, PSP y DR-13-M se unieron a la Asociación de Jóvenes Rebeldes, la que en abril de 1962 se renombró como Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). La autonomía universitaria desapareció y la FEU quedó subordinada al poder. La CTC fue sustituida por la Central de Trabajadores de Cuba Revolucionaria y en su X Congreso (noviembre de 1959) su secretario general, David Salvador, expresó que los trabajadores no habían ido a ese evento a plantear demandas económicas, sino a apoyar a la Revolución. Ante tal afirmación, Emilio Máspero, observador del Movimiento Social Cristiano en el evento, preguntó ¿cuál es entonces el proyecto de los trabajadores?, a lo que David Salvador respondió: "Lo que diga el comandante".
Las múltiples asociaciones de mujeres fueron desplazadas por las asociaciones revolucionarias agrupadas en la Unidad Femenina Revolucionaria, la cual en agosto de 1960 se convirtió en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). En octubre de 1960, un total de 44 organizaciones de empleadores fueron eliminadas. La prensa, con decenas de órganos escritos, radiales y televisivos fue intervenida y estatizada. La enorme red de cines particulares se puso bajo control del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC), y se creó la Imprenta Nacional que monopolizó la edición de libros.
Ese proceso fue blindado en junio de 1961 en el Primer Congreso de Escritores y Artistas de Cuba, donde Fidel Castro trazó los límites de la libertad que deberían seguir los intelectuales y todos los cubanos: "dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada".
Desaparición del ciudadano
En el totalitarismo resultante del proceso descrito desaparecieron la sociedad civil y el ciudadano, y se borró la memoria histórica. Un hecho lo ilustra: las últimas elecciones libres celebradas en Cuba fueron las de 1948. En ellas, para ser elector, había que tener 21 años de edad; por tanto, los últimos cubanos que participaron de esa experiencia ciudadana fueron los nacidos en 1927; si algunos de ellos aún viven, tienen hoy 97 años. Esa pérdida de la memoria histórica se dimensiona con que la mayoría de los cubanos, desconocedores de la política y de su función social, inmersos en la sobrevivencia, hemos contribuido inconscientemente al control del Partido-Estado-Gobierno.
La enseñanza de lo ocurrido indica que las libertades y los derechos fundamentales, son condiciones necesarias, pero no suficientes, para impedir el retroceso de la historia. Por ello, aunque el totalitarismo se encuentre al borde del colapso, se requiere de un exorcismo cívico para establecer la relación entre la situación actual y la cuota de corresponsabilidad que nos corresponde a todos, pues la del Gobierno no ofrece dudas. El cambio se producirá con o sin la voluntad gubernamental, pero para que sea positivo, depende de la decisión de los cubanos de participar en los destinos de su nación.