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Opinión

Las tiranías caen

No hay alternativa para el castrismo que no sea su fin. La caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria renueva esa certeza.

La Habana
Una imagen de Bashar al-Asad en Siria, tiroteada.
Una imagen de Bashar al-Asad en Siria, tiroteada. AFP

Durante los años transcurridos desde el inicio de la invasión de Putin a Ucrania escuchamos decir que las sanciones a Rusia y la ayuda a Ucrania eran iniciativas inútiles, sin resultado en la capacidad militar del agresor. La caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria es el más reciente de los desastres acaecidos para Vladimir Putin, y es también un éxito de la política de las sanciones, por las dificultades financieras y el desgaste que ha supuesto para la industria militar del invasor.

En Cuba conocemos ese discurso contra las sanciones amplificado por los medios de difusión oficiales y de buena parte de las izquierdas internacionales emparentadas con el régimen depredador de La Habana. Por años se ha afirmado que el embargo estadounidense al castrismo y el apoyo a los demócratas dentro y fuera de la Isla carecen de efectividad, pues el régimen comunista no pierde el poder y los demócratas somos incapaces de alcanzar un frente común. Pero las tiranías caen y el derrocamiento del régimen de Al-Asad, después de 53 años de hegemonía familiar, renueva tal certeza

No había nada más distante de un frente común que la resistencia rebelde al gobierno sirio. Se trata de grupos muy distintos apoyados por Turquía o Estados Unidos y Europa, los mayores; así como fuerzas locales de menor alcance, distintas e irreconciliables entre sí. Incluso enfrentados desde antes del triunfo por el control de territorios marginales y con un gran reto para la conciliación en el presente. 

Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), el grupo que marchó sobre Damasco a una velocidad sorprendente, llevaba años administrando la región de Idlib, uno de los últimos reductos rebeldes, luego de que el ejército sirio, apoyado por Rusia e Irán, desalojó a las fuerzas de la oposición de los territorios conquistados después del inicio de la guerra civil en 2011. Si Idlib pudo ser conservada, no fue por la capacidad militar de HTS antes, sino por el acuerdo de alto al fuego entre Rusia y Turquía, que permitió la administración de esta región por fuerzas independientes de Al-Asad desde marzo de 2020. Es difícil considerar que una fuerza rebelde o un grupo de oposición pueda sostenerse, sin apoyo internacional, frente a un régimen de crueldad semejante al que acaba de ser derrocado en Siria o al que padecemos en Cuba. Esa es la relación que más atacan las tiranías, pues comprenden el peligro que significa frente a su desprestigio y crueldad.  

La constancia de los Estados Unidos en su apoyo a Cuba, sostenida por la coherencia del exilio cubano asentado allí, ha sido fundamental contra el desempeño atroz del castrismo y para mantener vivas las esperanzas de nuestro restablecimiento democrático. Sobre todo, en un entorno internacional de absurdas veleidades con los cabecillas comunistas. Igualmente, ha sido formidable la capacidad de la nación cubana para sostener por décadas la resistencia más decidida contra su hegemonía. Ha sido una resistencia atravesada por la muerte, el presidio y el exilio, entre otras atrocidades, y eso le da a cualquiera de sus manifestaciones el carácter de formidable.

Para los cubanos, los sucesos de Siria son aleccionadores: después de una lucha de más de 50 años, y trece de guerra civil, el régimen vegetativo de Al-Asad ha caído. La rapidez de la marcha hacia Damasco fue tal, que parecía imposible identificar en el ejército sirio al que sostuvo una guerra que, según algunos estimados, se cobró seiscientas mil vidas. El 11 de julio de 2021 debutó una nueva etapa de la rebeldía contra el castrismo: la del rechazo masivo. Nuestra resistencia es de paz, pero contra quienes creyeron que con la contención criminal de los manifestantes terminaron aquellas jornadas, los años transcurridos desde entonces han visto pasar del rechazo al asco la dictadura de Miguel Díaz-Canel. No hay alternativa para el castrismo que no sea su fin, eso lo sabemos los cubanos, y de manera creciente la comunidad internacional.

Los fracasos sucesivos de la dictadura cubana en sus intentos de reanimación económica, en sus políticas financieras y en su desempeño político, no son el producto de un grupo opositor diferenciado, lo son de una nación que rechaza cualquier opción con semejante crápula al frente del Estado. Cuando eso sucede, el golpe final se gesta con la velocidad de la marcha sobre Damasco, y es menester que la nación sea consciente de su fuerza frente al peligro de que un cabecilla de última hora, por más mérito que le quepa en dar "el tiro de gracia a este régimen de oprobio", desee capitalizar un honor que es de todos.  Las tiranías caen y Siria nos ha devuelto la certeza.    

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5 comentarios

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Las tiranías caen, pero hay que darles su empujoncito

Las yiranias NO CAEN, JAMÁS!. A las yiranias hay que darles candela como al jarro hasta que suelte el fondo. Pero para eso hacen falta pueblos cojonuses.

caen cuando el pueblo se pone los pantalones de lo contrario perviven (china, vietnam, north corea, laos, camerun, iran, congo, venezuela, nicaragua, etc.)

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.. y no hay mal que dure 100 anos..

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Quien inventó ese dicho al parecer no estaba al tanto de que la humanidad está padeciendo todo tipo de males desde hace miles de años.