Uno de los resultados más llamativos que arroja el estudio Explorando futuros posibles para la democratización en Cuba, realizado por el proyecto Cubadata entre septiembre de 2023 y febrero de 2024, es que mientras los hombres en Cuba expresan más intención de protestar, son las mujeres las que con más frecuencia lo hacen. Sin embargo, estas manifestaciones suelen estar relacionadas con necesidades básicas como la comida, el agua, la electricidad. ¿Podrían llegar a ser políticas?
La investigadora de Cubadata Hilda Landrove, una de las ponentes durante el "Foro DDC: Para la Cuba de mañana", celebrado en Madrid los días 24 y 25 de octubre, afirma, en diálogo con DIARIO DE CUBA, que esas protestas, protagonizadas fundamentalmente por mujeres, ya son políticas, aunque las motivaciones tengan que ver con la supervivencia.
"Las protestas son políticas, por definición, no por intención", sostiene la investigadora, pese a reconocer que las motivaciones, en otros países, serían vistas como sociales.
"Si alguien de México ve eso, va a decir: 'no, las mujeres no están protestando por política', porque se entiende que lo político tiene que ver con el poder, con quien ocupe el sitio de poder", explica.
"Político le decimos a aquello que está destinado a derrocar a alguien y poner a otro en su lugar. Se entiende que, mientras no digan: 'Abajo la dictadura' o el improperio que conocemos aplicado al compañero presidente, no es político. Si la gente protesta por agua o protesta por electricidad, eso se entienden como protestas sociales", añade.
"Esas protestas son políticas en Cuba, justamente porque la estructura y la distribución del poder ubican a las personas que protestan en una posición contraria, por definición", argumenta Landrove.
"Estructuralmente, las colocan en una posición contraria al Estado, porque el Estado presupone que la sociedad no tiene por qué protestar, porque la sociedad está suficientemente representada en las organizaciones de masa, porque las demandas fundamentales están resueltas".
"La política en Cuba se ha sustituido tradicionalmente por la ideología. O sea, lo que nosotros entendemos como disputa o lo que el Gobierno entiende como como disputa política y nos vende al resto de la sociedad como disputa política es una disputa fundamentalmente ideológica", define.
Para Landrove, lo interesante de las protestas de las cubanas es que apelan a "un repertorio que en otros lugares reconoceríamos como social" y que ella considera "un repertorio que es fundamentalmente humano", porque tiene que ver "con la reproducción de la vida, con el sostenimiento de la vida, con el mantenimiento de las relaciones necesarias para llevar una vida medianamente digna, libre".
El hecho de que las manifestaciones estén motivas por cuestiones sociales, señala la investigadora, evidencia el fracaso de ese proyecto "que ha terminado siendo simplemente una pantalla propagandística, detrás de la cual se esconde una catástrofe humanitaria de una tremenda magnitud" y, por otra parte, "reposiciona a las personas que hacen esas demandas como un actor político pleno reconocido para sí mismo y para los demás".
Hilda Landrove también hace hincapié en que el Estado cubano "ha abandonado a su sociedad" y "ha renunciado a sus deberes básicos como Estado". Entre esos deberes que ha dejado de cumplir el Estado en Cuba, la investigadora pone como ejemplo el de "proveer una estructura que permita a la gente simplemente comer".
Ante ese abandono, y en momentos en que la crisis toca fondo, como el del apagón total que comenzó el 18 de octubre y duró, en muchos lugares, más de 72 horas, y el paso del huracán Oscar en las provincias orientales, activistas de dentro y fuera de Cuba se movilizaron para ayudar a los más afectados.
Aunque coincide en que la movilización de la sociedad civil para ayudar a los cubanos de la Isla es evidencia de los nuevos tiempos que corren en Cuba, Landrove recuerda que esas acciones comenzaron en enero 2019, tras el tornado que golpeó viviendas en varios municipios habaneros.
"Cuando tú ves esa reacción, tú dices: 'ahí definitivamente hay una capacidad organizativa y movilizativa, que está hablando no solo de que de que esa sociedad civil existe, sino de que se reconoce a sí misma como tal", destaca la investigadora.
"Creo que ya no es una señal. Creo que lo que hay ahí es un proceso concreto de la emergencia de un cuerpo social que puede sostener, en cierta medida, aunque sea insuficiente, la posibilidad de la vida en Cuba".
"Eso solo ocurre porque la percepción es que el Estado ha abandonado a la gente. Creo que es muy claro en Cuba que el Estado ha abandonado a su población y la gente dentro de Cuba lo sabe. Estamos hablando de un país que, en diez años, fue de mínimamente sostener una entrega racionada y subsidiada de alimentos y útiles, a uno de precios desorbitados, donde lo que gana una persona retirada por seguridad social es la mitad de lo que cuesta un cantón de huevos".
Para la investigadora, lo que hace más evidente ese abandono es que la propaganda del Gobierno cubano no ha cambiado. "Ni siquiera dan el paso de poner el discurso al nivel de la realidad. El discurso sigue yendo en una dirección que es cada vez más alucinante, completamente de una realidad paralela".
Como ejemplo de lo anterior, Landrove recuerda el apagón generalizado que comenzó el 18 de octubre y duró varios días.
"Todavía en medio de eso, el mensaje central de ese Gobierno fue decir que garantiza la protección de las personas. Es evidente que no garantiza la protección de las personas. A la gente se le puso mala la comida en el refrigerador. O sea, es una catástrofe humanitaria".
Interesante.