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Política

Elecciones en EEUU: otra lección de la Historia

Trece presidentes han pasado ya por la Casa Blanca y la dictadura continúa en La Habana. Sin embargo, esto no habla de la capacidad de supervivencia del régimen. ¿Qué significa?

Miami
Propaganda castrista en La Habana.
Propaganda castrista en La Habana. Diario de Cuba

Ahora que se ha asentado el polvo y algunas (no todas) emociones han decidido tomar un respiro, al menos temporal, resulta apropiado un repaso al recién culminado proceso electoral en Estados Unidos, con una óptica más desapasionada, puesto que la ascensión de un nuevo inquilino a la Casa Blanca siempre reanima el debate sobre su posible impacto en un cambio hacia la democracia en Cuba.

No sorprende en lo absoluto, puesto que por mucho tiempo, demasiado quizás, la sombra del imaginario diferendo Cuba-EEUU ha oscurecido el análisis y la búsqueda de soluciones al problema real, que es la existencia en la Isla de una dictadura que gobierna sobre la violación sistemática de los derechos del pueblo cubano. Esta verdad evidente, que debería ser el eje central de toda discusión sobre este tema, es tergiversada bajo la premisa de que lo que sucede en la Isla es resultado directo de su relación con el "vecino del Norte" y, en consecuencia, cualquier solución a la problemática interna está asociada a las dinámicas políticas de ese país.

Lo más sorprendente de este argumento es que en él coinciden tanto afectos como desafectos de la tiranía, ya sea por una visión condicionada por experiencias personales, esquemas políticos e ideológicos o, en el peor de los casos, intereses particulares de cualquier índole. Desde la disparatada teoría de que la Revolución cubana fue empujada hacia el marxismo por la hostilidad estadounidense, hasta la no menos absurda de que el castrismo permanece en el poder porque las sucesivas administraciones norteamericanas lo permiten para mostrarle a América Latina los posibles resultados del comunismo en sus respectivos países, los dislates se suceden unos a otros teniendo como denominador común la ominosa presencia de Estados Unidos.

Sin embargo (no bloqueo), existe otro denominador común en estos argumentos: ambos extremos, y todos los puntos medios de estas disquisiciones, se inscriben dentro de la narrativa del régimen para justificar su represión sistemática de los derechos humanos, sin excepción alguna. La filosofía de plaza sitiada es reforzada de esta manera consciente e inconsciente, tanto por tirios como troyanos. Sin querer queriendo, los parámetros de la discusión sobre un posible cambio hacia la democracia en Cuba han estado sujetos a esta camisa de fuerza intelectual.

Mucha gente continúa aferrada a esta idea, a pesar de que su futilidad ha sido demostrada irrefutablemente por el tiempo y la Historia. Trece presidentes (siete republicanos y seis demócratas) han pasado ya por la Casa Blanca y la dictadura continúa en La Habana. Lejos de representar una extraordinaria capacidad de supervivencia del régimen, punto en el cual coinciden desgraciadamente una vez más los proponentes de esta visión, lo que significa es precisamente que, esté quien esté en el poder en EEUU, la condición de tiranía en Cuba permanecerá inalterable, puesto que es producto de una relación entre el Gobierno y sus gobernados, no asociada en lo absoluto a dinámicas externas. Ni siquiera el factor soviético tiene validez en esta ecuación, puesto que la URSS ya no existe, ni siquiera en su bochornosa mención en la Constitución socialista cubana. En consecuencia, ninguno de los dos grandes polos de la Guerra Fría, aunque no se pueda negar su influencia, han sido determinantes en la permanencia del castrismo y su actual metamorfosis, el neo o postcastrismo.

No se puede argumentar contra los hechos, mucho menos desechando la experiencia histórica. Los apoyos externos pueden influenciar positiva o negativamente, pero, en esencia, el poder está directamente asociado con la obediencia, ya sea por coerción, engaño, costumbre o conveniencia.

Las dictaduras caen cuando los patrones de obediencia son reemplazados por patrones de desobediencia, en un proceso que va permeando todos los niveles de la sociedad. Esto fue lo que sucedió en el desplome del campo socialista, con todas las particularidades de cada caso, e igualmente ha sucedido con otras dictaduras de cualquier signo ideológico.

Por demasiado tiempo también hemos estado apostando a lo que no ha sucedido en entornos similares, ya sea en tiempo o espacio, y seguimos apostando a lo que nunca ha ocurrido. La idea de la singularidad del caso cubano es otro factor que ha sabido utilizar el régimen a su favor para desviar la argumentación sobre los escenarios de cambio hacia un terreno propicio a su proyección de inamovilidad. Si aceptamos la premisa de que el castrismo es único per se ( lo cual evidentemente no es cierto), cerramos la puerta a la asimilación de experiencias exitosas de cambios democráticos que podrían ser muy útiles en nuestro caso.

Se trata del empoderamiento, la condición que existe dentro de cada persona para sentirse capaz de poder cambiar las circunstancias que le rodean por sí misma, sin depender de superpoderosas fuerzas externas que la saquen de apuros en momentos críticos. La Deus ex machina pudo haber sido muy conveniente para Homero en la Ilíada, pero la verdad histórica es que Afrodita no le zafó el casco a Paris cuando Menelao lo arrastraba frente a la murallas de Ilión. Él mismo lo hizo y, aprovechando que su rival era un hombre alto, corpulento, y en consecuencia, lento, escapó corriendo. De igual forma, las murallas de la ciudad no retrocedieron ante los gritos de Aquiles, sino que se abrieron como resultado del plan de un simple mortal, Odiseo, y su genial caballo de madera. No contaron con su astucia. Conoce el terreno, conócete a ti mismo, conoce a tu enemigo, y conocerás el resultado de mil batallas, sentenció hace más de 2.000 años el general Sun Tzu en su magistral obra El arte de la guerra.

Esta máxima se aplica a cualquier tipo de conflicto, tanto en la guerra como en la paz. Promover la tesis de que un nuevo presidente en Estados Unidos va a conducir indefectiblemente a la democracia en Cuba minimiza el impacto del factor fundamental que puede alterar la ecuación de poder que es, en definitiva, el pueblo cubano, al "desempoderarlo" en espera de una solución que venga "de afuera", esa funesta etiqueta del argot popular cubano que maliciosamente promueve la falacia de que todo lo foráneo es mejor que lo nacional.

Si nosotros mismos no creemos en el potencial de nuestros compatriotas, ¿cómo vamos a pretender que otros lo crean? Aspirar a un cambio en Cuba proveniente del exterior es insertarse dentro de la narrativa del sistema, y además abre la puerta a una interrogante mucho más profunda: ¿sería en realidad la mejor opción, el resultado óptimo? Eso es harina de otro costal, y valga más que nunca el simbolismo semántico en este caso.

En la medida en que seamos capaces de tornar el foco hacia lo que podamos hacer por nuestra propia cuenta, en vez de confiar en factores sobre los cuales no tenemos control, estaremos contribuyendo a minar uno de los pilares fundamentales de dominación del sistema. Esto no significa rechazar de ninguna forma cualquier ayuda que pueda ser necesaria y esencial, mucho más en estos tiempos de un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, sino ponerla en función del protagonista real del cambio real al que se aspira. Hay que aprender de las lecciones de la Historia, para no seguir sufriendo lesiones a causa de ésta.

En última instancia, no se trata de una persona, un acto de súbita iluminación o generación espontánea. A modo de ejercicio mental, he hecho un esfuerzo consciente por escribir este artículo sin mencionar nombre alguno, ni de dictadores ni de presidentes democráticamente electos. Es hora que abandonemos los cánones de pensamiento asociados a la figura de alguien en la cúpula, por regla general un macho dictador, que nos alejan de una visión compartida y proactiva de la Cuba que queremos, construida por todos, como resultado directo de nuestras acciones. Todo tiempo es bueno para acometer esta empresa. Es posible y es necesario.

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2 comentarios

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Para hacer una Suiza en el Caribe, aparte de tierra, hacen falta suizos. Yo veo muy difícil el lograr que la gente en Cuba logre derrotar a los comunistas. No hay educación cívica, la gente ni sabe qué son los tres poderes del estado ni el mecanismo del check-and-balance, el régimen se ha ocupado muy minuciosamente de ello. Y los más inteligentes, emigran. Se van quedando siempre los más mansos, los menos hábiles, los que se conforman con menos. Más fácil fundas una república en una jaula de monos, que en Cuba. Ojalá esté equivocado.

Profile picture for user Plutarco Cuero

Oh horror de horrores, Dios libre a los países soberanos de una intervención norteamericana .... ( sarcasmo )

El deterioro absoluto del régimen no apunta a otra solución. Quizá una intervención de Rusia o China ... porque el chicle ya estiró todo lo que podía estirar ...