En Cuba hay una transición en marcha. Cuando se emplea este término generalmente se piensa en un complicado proceso político, a veces traumático, pero lo que está sucediendo en la Isla es un tránsito de una fase a otra de la base del poder en cualquier sociedad, que es precisamente el ciudadano.
Nos hemos acostumbrado tanto a las fábulas políticas cargadas de secretismo y lugares oscuros donde se reúnen "los que dominan el mundo", que hemos perdido de vista el hecho incuestionable de que, independientemente de la voluntad de quienes puedan ser percibidos como poderosos, no existe cambio social sin movilización ciudadana, cualesquiera que puedan ser las formas y orientaciones de estos movimientos humanos.
La Revolución Francesa no comenzó y terminó con la toma de la Bastilla, sino que fue resultado de un cambio paulatino y progresivo en la mentalidad de miles de franceses que ya no quisieron seguir siendo súbditos, para convertirse en burgueses, esa palabra satanizada por la propaganda comunista precisamente porque lo que buscaron las dictaduras marxistas fue crear nuevos súbditos, cuya única identidad y valor estuviese asociada a la nueva clase. "Los hombres mueren, el Partido es inmortal". En este esquema de subyugación pos feudal no cabía el concepto de un habitante de burgos autosuficiente, no dependiente de ningún Estado, poder divino o Rey Sol, capaz de pensar y tomar decisiones por sí mismo y, sobre todo, elegir a sus propios gobernantes.
La transición es un proceso que comienza en el individuo y después se trasmite a las comunidades, hasta que cuaja en lo que se conoce como poder en números. Pero sin un cambio en la manera en que las personas se relacionan con los gobernantes, y en sus perspectivas sobre la posibilidad de un futuro mejor, nada de esto es posible. Se pasa de una visión monolítica a una visión pluralista del poder. El modelo monolítico es el sistema que los dictadores quieren que uno perciba, sólido e inamovible como una montaña, como si nada pudiera ser cambiado excepto la gente en la cúpula. Pero hay un problema con este modelo, ¡no es verdad! El poder no funciona de esta manera, no importa cuántas veces el Gobierno, tu jefe o cualquier otra persona lo diga.
Puesto que nadie gobierna solo, el poder está basado en la obediencia. Los soldados, burócratas, miembros del Partido, la gente que asiste a eventos del régimen, hacen funcionar el sistema con su obediencia. Cuando estos patrones cambian y, además de desobedecer abierta o embozadamente los dictados del régimen, la gente se decide a participar de cualquier manera en eventos de oposición o protesta, el poder comienza progresivamente a desmoronarse. Cada persona es una pequeña e individual fuente de poder que, cuando encuentra formas de articularse con otros, genera un poder alternativo de proporciones incalculables.
El régimen le teme a las conexiones, no necesariamente en torno a una estructura. Si artistas e intelectuales se conectan en torno a una idea o una demanda, y esa idea o demanda tiene atractivo para los trabajadores y pueblo en general, ya se tiene un movimiento. Y si se logra obtener una victoria, por mínima que sea, esto erosiona la imagen de omnipotencia del sistema y genera un entusiasmo contagioso. Cuando la gente se mueve, se rompe el estancamiento que favorece a la opresión. El objetivo de la represión es generar miedo, el cual crea hábitos de obediencia, la formulación de una costumbre de acatamiento incondicional que permite la permanencia del statu quo.
No se trata de una elucubración teórica, sino de una realidad avalada por experiencias históricas y números concretos, con el máximo rigor estadístico posible. En su libro Por qué la resistencia civil funciona: La lógica estratégica de los conflictos no violentos, las doctoras María Stephan y Erica Chenoweth estudiaron todas las campañas violentas y no violentas que resultaron en derrocamientos de gobiernos o liberación de territorios, desde el año 1900 al 2006. Crearon una base de datos de 323 acciones masivas, y las analizaron en base a cerca de 160 variables relacionadas con el criterio de éxito, categoría de participantes, capacidades del Estado, etc.
Los resultados de ese estudio arrojaron que las campañas no violentas tenían el doble de probabilidades de éxito que las campañas violentas: condujeron a cambios políticos el 53% de las veces, en comparación con el 26% de las campañas violentas. Más importante aún, el estudio también reveló que una proporción sorprendentemente pequeña de la población, solo el 3,5%, debidamente preparada y actuando de forma estratégica por un periodo determinado de tiempo, puede garantizar el éxito de una campaña determinada.
A pesar de todo lo que se trata de argumentar en sentido contrario, Cuba no es la excepción a esta regla. Un reciente estudio de Cubadata, nombrado Explorando futuros posibles para la democratización en Cuba, arrojó que un 51,7% de cubanos encuestados ha participado en alguna manifestación de protesta civil. La encuesta se basa en los resultados de seis encuestas realizadas entre septiembre de 2023 y febrero de 2024, a más de 10.000 personas en la Isla. El Centro Latinoamericano para la No Violencia llevó a cabo una simple comparación entre los datos sobre protestas compilados por el Observatorio Cubano de Conflictos y los actos represivos compilados por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos desde enero hasta septiembre de 2024 y resultó que en todos los meses las manifestaciones superaron en número a las acciones represivas, lo que corrobora un axioma de los conflictos estratégicos no violentos: la represión no anula la protesta.
Se trata de generar tendencias, nuevos patrones de comportamiento de los ciudadanos con relación al sistema de opresión. Como lo indica la etimología de la palabra, es un movimiento, grandes números de personas marchando en dirección a un objetivo común. Las movidas pueden asumir diferentes formas y estrategias, pero siempre conectadas a una visión compartida. El cambio no se genera en virtud de un vuelco repentino de la sociedad, sino de una transformación paulatina de los hábitos y conductas comúnmente consideradas como aceptables por un grupo humano. Ese es el significado del término empoderamiento, que constituye la base de cualquier transformación a nivel social, y es lo que se observa emerger en Cuba con las acciones de quienes están encontrando espacios de activismo con una frecuencia cada vez mayor.
Roma no se hizo en un día, y el Muro de Berlín, aunque sí se hizo en un día, no cayó aquella noche del 9 de noviembre de 1989, sino que ya se había estado derrumbado desde mucho antes en la mente de los habitantes de la RDA y de todo el Telón de Hierro. No hay dudas de que en Cuba el proceso está en marcha, la gente está transitando de la obediencia pasiva a la manifestación activa. Solo es cuestión de tiempos, y también de espacios. No es fábula, sino una realidad medible y contable.
Yo me fui de Cuba hace más de treinta años pensando igual que el Sr. López Montenegro.
En Cuba lo único que se puede asegurar es que el pueblo ha perdido toda esperanza, incluso de rebelión. En todos estos procesos juega un papel fundamental la velocidad en que las autoridades hacen alianzas con la delincuencia. Si la rebeldía del pueblo crece más lentamente que esas alianzas, tendremos otro Haiti...en caso contrario, tal vez una Rumania...yo lo dudo.
Nos encantaría tener el mismo optimismo del autor, aunque no basado en la recopilación de Stephan y Chenoweth, en cuyo libro, solo algunas naciones de Europa del Este, con Rumania como ejemplo más emblemático, lograron derrotar a sus tiranos comunistas con manifestaciones relativamente pacíficas, después que la URSS iniciara su propia transición y retirara sus tanques.
Sin embargo, de los países de comunismo autóctono: China, Viet Nam, Corea del Norte y Cuba, o incluso las dictaduras del Socialismo del Siglo XXI como Venezuela y Nicaragua, en ninguna han triunfado los subyugados, entre otras razones por el enorme apoyo internacional y en especial de la (im)potencia del Norte a las tiranías socialistas de banano y petroleo.
La realidad cruenta e indeseada es que en este mundo globalista y woke, lo más probable es que al campo de concentración antillano le suceda lo que Jack Chapple explica en "Why Cuba Will Not Exist by 2034"
https://www.youtube.com/wat…
Creo que en el caso de los países latinoamericanos la idiosincrasia nos mata, si un gobierno no cae en un día ya al segundo se nos acaba la cuerda, ahí está Venezuela con todas las de ganar y cuanto duraron las protestas, sinceramente no tenemos espíritu de sacrificio. No me imagino un Maidan en ninguno de nuestros países.
One word: DRONE
Period.
Ja, ja, ja...Ud. siempre tan preciso...
Ese hipotetico cambio que se apure pues sino encuentra un pais lleno de cementerios.
No habra cambio en cuba hasta que los yankees digan "Yes, go ahead".
Todas estas trovas soperas son canciones en el mar. No llevan a nada ni resuelven nada.
En algún momento creí que en Cuba, se podría lograr un cambio de forma pacífica, con protestas ciudadanas y hasta no enfrentarse al régimen directamente, sino con sólo no apoyarlo, quitándonos la máscara que lleva cada cubano, desde que comienza ha tener uso de razón, por puro instinto de conservación. Tuve muchas esperanzas en ello y nunca pensé que fuera a sobrevivir esa dictadura después del derrumbe del campo socialista y el consecuente Periodo especial. Sin apoyo de la comunidad internacional, un pueblo indefenso y aislado, no puede hacer mucho frente a los dictadores sangrientos, que sólo entienden su propio idioma. Ahí tuvimos un 11J y ya vimos como terminó, ahora estamos viviendo la desfachatez del régimen de Venezuela. 66 años que casi tienen en el poder, es la vida entera de muchas personas y casi completa de la mayoría. Cuanto más necesitamos? Otros 65 años más? El pueblo ha optado por la solución más rápida y fácil; emigrar.
Esas soluciones teóricas, son y pueden ser aplicadas en otros países, En Cuba el sistema no es omnipotente, pero tiene en sus manos la llave de la represión. Pero sus tácticas están basadas más en la amenaza de la represión violenta que en el acto de ejercerla, y para lograr este objetivo, usan ampliamente, varios métodos como: el hostigamiento policial selectivo, la amenaza militar, y policial masiva, la red de chivatos, el rumor, y afirmar públicamente que los problemas que causan el deterioro social, no son por responsabilidad de ellos y todo combinado con un amplio bombardeo televisivo. Esa estadística de la revuelta pacífica estilo Ghandi no es para Cuba. Si en lugar de ser Inglaterra el ocupante de la India hubieran sido los Nazis Alemanes, la India hoy sería Aria y absolutamente Blanca, así que: !!!Alto Sancho que con comunismo hemos topado !!!
Con un par de drones se resuelbe el problema en Cuba...