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Medio Ambiente

El caimán babilla, un invasor desconocido

El paso de los caimanes al hábitat silvestre trajo graves problemas a las dos especies del orden Crocodilia autóctonos de Cuba.

Isla de la Juventud
Ejemplar adulto de caimán babilla.
Ejemplar adulto de caimán babilla. Wikimedia Commons

Cuando pensamos en las especies invasoras en Cuba identificamos con facilidad al marabú (Dichrostachys cinerea) o animales cómo el caracol gigante africano (Lissachatina fulica) o el pez león (Pterois antennata). Lo que es menos conocido es la existencia de anfibios y reptiles considerados como invasores.

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) define a una especie invasora a las especies foráneas introducidas de forma artificial, accidental o intencionadamente y que, después de cierto tiempo, consiguen adaptarse al medio y colonizarlo. Un combate desigual en el que lo autóctono es el claro perdedor. Las especies nativas, al no haber evolucionado en contacto con estas nuevas especies, no pueden competir con ellas, por lo que son desplazadas o, en el peor de los casos, mueren y se extinguen.

Un caso preocupante en Cuba es la introducción del caimán babilla (Caiman crocodilus) que habita originalmente en Centroamérica y el Norte de Sudamérica. Este animal se introdujo en la Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, con fines económicos en la década de 1950; pero su paso al habitad silvestre trajo graves problemas a las dos especies del orden Crocodilia autóctonos de Cuba: el cocodrilo americano (Crocodylus acutus) y el cocodrilo cubano (Crocodylus rhombifer).

El cocodrilo cubano es la especie de cocodrilo con menor área de distribución del mundo, ubicándose solamente en la Ciénaga de Zapata, y hasta principios del presente siglo en la Ciénaga de Lanier, en la Isla de la Juventud. En una entrevista dada por el biólogo Roberto Ramos Taragarona para la revista Juventud Técnica en enero de 2021, explicaba que desde los primeros años del presente siglo no se ha observado al Crocodylus rhombifer de manera silvestre en la Isla de La Juventud. Si bien esta especie había enfrentado problemas similares en ambos cienagas, como la caza furtiva y la pérdida del hábitat, en la Ciénaga de Lanier se suma la competencia generada por la invasión del Caiman crocodilus.

El aislamiento que tuvo durante millones de años el cocodrilo cubano propició que evolucionara con características propias debido a la insularidad. La falta de depredadores mamíferos terrestres en el archipiélago cubano, permitió que se adaptara para capturar presas en tierra, siendo la especie de cocodrilo con mayores hábitos terrestres en el planeta. Estas adaptaciones que le permitieron sobrevivir y prosperar, lo hacen más vulnerables a cambios en su ecosistema.

Por su parte, el caimán babilla tiene una dieta más variada y se reproduce con mayor facilidad, por lo que fue una opción más viable para criar en granjas. Fue introducido en la Isla de la Juventud en la década de 1950, pero debido a unas fuertes lluvias ocurridas en 1959 escapó, adaptándose rápidamente a las condiciones de la Ciénaga de Lanier y desplazando a las dos especies autóctonas del archipiélago, según explicaron Rafael Borroto-Paez, Roberto Alonso Bocsh y Boris Fabres en un estudio publicado en 2015.

"Su interacción con los cocodrilos cubanos ha sido poco estudiada. Tiene un potencial reproductivo mayor que el cocodrilo cubano. Las hembras alcanzan la madurez sexual alrededor de los cinco años, con un tamaño de 1,2 metros, y los machos alcanzan la madurez sexual a 1,4 metros. La tasa de fecundidad es alta (unos 100 huevos por nido). Varias hembras pueden compartir el mismo nido, aumentando el éxito de la tasa de eclosión hasta el 95%. Por el contrario, el cocodrilo cubano alcanza la madurez sexual alrededor de los seis años y 1,8 metros de longitud, tiene una tasa de fecundidad más baja (2-33 huevos por nido), y solo tiene una tasa de éxito de eclosión del 50% ", explicaron los especialistas.

Estos investigadores informan que para el año de la investigación se calculaban los individuos del caimán babilla en alrededor de 40.000 y que se habían adaptado a vivir en casi cualquier ecosistema como zanjas, pantanos, ríos, presas, humedales y hasta alcantarillas. En comparación se estima que solamente queden alrededor de 4.000 ejemplares adultos del cocodrilo cubano en libertad, confinados en la Ciénaga de Zapata.  Además de la competencia, se cree que el caimán también haya depredado a las crías del Crocodylus rhombifer. Algunas especies de peces endémicos como el manjuarí (Atractosteus tristoechus) pueden haber sido afectada por el impacto de la especie invasora.

En Cuba existen proyectos de conservación del Crocodylus rhombifer, principalmente dentro de la Ciénaga de Zapata, pero las medidas para el control del Caiman crocodilus son insuficientes. En la entrevista dada por Ramos Taragarona a Juventud Técnica explicaba que hasta ese momento se había logrado impedir la entrada de forma furtiva del caimán a la Isla de Cuba. Esto hace que las poblaciones de cocodrilos en la principal isla del archipiélago se mantengan a salvo de esta amenaza, pero no es una solución al problema que se vive en la Isla de la Juventud.
 

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