En las condiciones actuales, de crisis generalizada in crescendo, puede sonar ridículo hablar del futuro de Cuba como si tuviera sentido proponer cambios estructurales bajo el régimen castrista. Cuba está dominada, menos que gobernada, por un grupo inamovible de personas que han demostrado ser incapaces de manejar los asuntos del país y de revertir su continuo deterioro.
Dada la falta de libertad, la carencia de una sociedad civil eficaz, con una economía que no produce lo que los ciudadanos necesitan y una población que mayoritariamente desea emigrar, la nación ha llegado a un estado inaudito de pobreza y descomposición. En estos últimos 64 años Cuba ha pasado a ser de uno de desarrollo medio a uno muy pobre con pocas perspectivas de crecer y prosperar.
El ciudadano típico gasta su tiempo diariamente buscando qué comer o cómo salir de la Isla. Si no tiene familiares o amigos en el extranjero que le envíen alguna ayuda, está peor y todos raramente interesados en el futuro. Aunque no tenemos el beneficio de contar con datos provenientes de encuestas, hay razones para creer que la mayoría de los cubanos residentes en Cuba desea una mejoría de las condiciones de vida, lo que solo se puede lograr mediante un cambio del equipo que ocupa los puestos y funciones gobernantes. Pero ¿cómo se puede lograr ese cambio? ¿Qué pueden hacer los cubanos "de aquí y de allá" para propiciar un cambio?
Mucho se ha hecho y escrito con tales fines y se sigue haciendo y escribiendo, con poco que mostrar como resultados. Sin embargo, a pesar del aparente estancamiento y la incertidumbre sobre cómo se ha de definir el futuro, hay dos razones poderosas para esperar con certeza que habrá un cambio radical en Cuba en los próximos años.
Una razón muy concreta y plausible es la desaparición de Raúl Castro como máximo dirigente del régimen, lo cual a todas luces debe alterar el equilibrio actual de poderes en Cuba con consecuencias imprevisibles. Es razonable pensar que su presencia, aunque sin título oficial, es la fuerza que mantiene unida la entelequia humana que algunos llaman Gobierno y partido desde la desaparición del hermano.
La segunda razón es la insostenibilidad de la situación actual en casi todas las áreas de actividad humana. Lo que va a suceder en Cuba después de la cercana desaparición de Raúl Castro no lo sabe nadie, al igual que si los que mandan en Cuba no consiguen mejorar, de algún modo, la situación actual en el país. O sea, en Cuba un cambio radical es inevitable, aunque no sepamos cómo ni cuándo va a ocurrir. De lo que sí podemos hablar con alguna certeza es sobre las condiciones para el cambio. En este sentido hay que reconocer algunas que deben ser críticas en la actualidad.
Primero que todo es necesario reconocer que Cuba en la práctica es un país con una población eminentemente desconectada del mundo y de ellos mismos entre sí. Desde los primeros momentos de 1959, la estrategia de Fidel Castro fue la de impedir o hacer muy costoso que los ciudadanos se relacionaran unos con otros para organizarse de cualquier manera que no estuviera bajo su control. Esto es, su estrategia consistió en comenzar a diluir lo que hoy se conoce como el "capital social" acumulado en el país, que es la fuente de la que emanan todo tipo de organizaciones e instituciones que se fundan y desarrollan en las sociedades cuando cuentan con un mínimo de libertades individuales.
La eliminación sistemática del capital social cubano era una alta prioridad en la arquitectura castrista del totalitarismo. El resultado hoy en día es la existencia de una sociedad inerte y dividida, como con poca o ninguna influencia dentro o fuera del país, donde solo por excepción existen organizaciones no gubernamentales como algunas iglesias. Ahora, lo que queda de Cuba son dos componentes principales: una población desorganizada y un aparato estatal que no funciona adecuadamente. Lo que nos interesa aquí es discutir cómo los cubanos deben prepararse para un escenario de cambio y cómo pueden, aunque sea marginalmente, propiciarlo, individual o colectivamente.
Basándonos en lo que creemos que sabemos del devenir cotidiano del cubano medio, a partir de múltiples conversaciones con diversos grupos de exiliados que salieron de Cuba en distintos momentos, la vida diaria típica en la Isla puede describirse simplemente según las expectativas o planes de cada individuo. La nación puede dividirse en dos grandes grupos de pobladores: el que espera irse del país y el que espera quedarse. Se puede suponer que el segundo tiene mucho mayor interés en el futuro del país que el segundo, mientras que ambos están conectados con otros muchos ciudadanos. El grupo que por muchas razones no tiene planes de emigrar se subdivide en dos: los que parecen estar conformes con el castrismo en la Isla y los que desean un cambio radical (que pueden ser parte oculta de los primeros).
Para los miembros de este grupo es racional pensar y tratar de hacer algo por el futuro de Cuba. La falta de libertad de expresión no es equivalente a la falta de libertad de pensamiento, pues el mismo puede expresarse en Cuba entre individuos, aunque con enormes restricciones y prohibiciones. Pero ¿qué se hace con esto? Primero que nada, tenemos que considerar que como quiera que se presenten las condiciones para un cambio, vivir en un ambiente de casi total desinformación e inamovilidad hace más profundo el aislamiento e impotencia del ciudadano individual, además de crear un ambiente abúlico que no ofrece incentivos para ninguna actividad ciudadana independiente y llega a desestimular muchas iniciativas, especialmente las más ambiciosas y de largo plazo. Se ha demostrado que el ser humano, como los animales que persiguen una presa para subsistir, aplican esfuerzo en razón inversa a la distancia que los separa de la presa. Similarmente, el ambiente que permea en Cuba es muy pesimista con respecto al futuro, lo cual refuerza la inmovilidad imperante y beneficia al castrismo y a los que se oponen a cualquier cambio que no sea de ellos.
Bajo las condiciones actuales en materia de represión, el ciudadano cubano tiene muy pocas posibilidades de hacer algo por su futuro individual o colectivamente. No obstante, hay un buen número de ciudadanos que rehúsan abandonar su patria y algunos logran trabajar con cierta independencia a pesar de la falta de recursos y las enormes dificultades. Con un tesón admirable, ellos han sabido aprovechar las escasas oportunidades que existen para laborar con un mínimo de independencia y demuestran que no hay totalitarismo perfecto. ¿Qué es entonces lo que un cubano solo y aislado puede hacer por su futuro y el de Cuba? La respuesta genérica es ayudar a reconstruir el capital social destruido por el castrismo. ¿Cómo? Hablando, oyendo y divulgando información, desarrollando nuevas relaciones, con el sencillo objetivo de contribuir a la reconstrucción del capital social del país, sin el cual no se podrán recuperar las múltiples actividades de la sociedad cubana.
Es una pena que en el conjunto de la oposición al castrismo no parezcan existir iniciativas estratégicas bien articuladas y convincentes para organizar a los cubanos en la reconstrucción del país. A pesar del estado deplorable de la educación en Cuba, no se puede excluir al ciudadano de las tareas de reconstrucción, el cual debe prepararse desde ahora para las misma y ganar con ello el sentido de pertenencia y patriotismo que fue seriamente herido durante los años de castrismo.
La reconstrucción de la sociedad cubana va a necesitar la contribución de muchos, aunque sean modestas, tanto los cubanos que viven en la Isla como los emigrantes que quieran y puedan regresar y extranjeros. Si hay algo como la reconstrucción de la cubanidad, y yo creo que la hay, humillada por el castrismo, el cubano tiene que ser parte de ella.
Siempre el amigo Sanguinetty con pronósticos alejados de la demagogia tomadora de café en el comedor comunitario del Versailles, esa fonda para ingenuos y pícaros.
Me pregunto, de cual de los tipos de demagogos, tomadores de café en el Versailles, según su propia clasificación será Prat Sariol: picaro, ingenuo o intelectual comunista, de izquierda izquierdísima con cargos de conciencia y arrepentido?
Es en este contexto, donde la historieta del comunismo científico, cae en picada porque ya no tiene que repartir, sino miseria, y como la miseria repartida entre muchos toca a más, llega el momento en que la sociedad ya fragmentada estalla, y no se puede seguir gobernando de esa manera ni con esos métodos, Cuba se encuentra en un estado de ingobernabilidad y de violencia latente, no manifestado, por la amenaza potencial del uso de la fuerza, por parte del aparato represivo. Pero sucede que ese aparato no es de jenízaros, son cubanos también, que tienen la misma conciencia que los otros cubanos del montón, de estar flotando encima de una tabla, en un mar que se encrespa. En este punto, son los cubanos de la Isla, quiénes deciden cuando será el fin del Castrofascismo. Es que la sociedad humana y sus procesos son impredecibles y se pueden hacer horóscopos complacientes, pero como todo horóscopo que se respete, dudosa es su certeza.
Creo algo, Castro II de Biran, está vivo, pero ya no gobierna, tiene una autoridad relativa basada, en la representación del poder militar, respaldado por el grupo de generales, sin batallas, entrenados para reprimir al pueblo, los cuales, se han repartido entre ellos los espacios de poder que pertenecían a las dos ramas de la familia real de la Dinastía, o sea la Castro Soto del Valle y a la Castro Espin y fuera del contexto del poder político, poseen y administran el poder económico, a través de la red de empresas del Minfar y su aparato de administración Gaesa, un tanto venido a menos, desde la muerte del General Luis Alberto (López Calleja) por supuesto. Dejando los despojos de lo que queda de poder político y representacion del Estado al comodín de oportunidad, Díaz Canel y su aparato de ineptos ministros la tarea de administrar la miseria, del pueblo cubano, reducido a una sola idea fija, o sea tratar de solucionar el día a día.
Es muy posible que el gobierno caiga en un vacío de liderazgo cuando muera Raúl, pero ¿cuándo va a suceder eso? Honestamente, Raúl parece bastante saludable en estos días. ¿Y si vive otros diez años? Para ese momento, ¿puedes imaginar cuántas personas habrán emigrado? Creo que van a tener dificultades para proporcionar electricidad en los próximos 5 años debido a la extensión del mantenimiento diferido en las centrales eléctricas, que necesitan miles de millones de dólares para ser reemplazadas. Va a ser un país muy difícil de gestionar sin un mandato claro. Pueden intentarlo, pero en diez años, parece que todos los sistemas básicos estarán en condiciones mucho peores que hoy. Cómo sobrevive cualquier gobierno a eso es difícil de entender, no importa cuántas personas emigren.
Otro modelo social es posible. Que no constituye un acto de traición a la patria, declarar la realidad de lo que ocurre. Que la pobreza duele. Que el país es miserable. Que podemos convivir en paz aunque pensemos diferente. Que si un gobierno no resuelve los problemas sociales, tengamos posibilidad de no tenerlo a perpetuidad...Un abrazo a mis hermanos cubanos todos.
Sanguinetty... Mis respetos para usted. Cuando llegue a Canadá, lo que más me impresionó Es que en el círculo no tan estrecho de amistad de quién me invitó, se celebran actividades sanas, dónde se comparte alegría. Desde que recibo un salario en Cuba, nunca me alcanzo para hacer un festejo sano con familiares y amigos. Solo en el marco estrecho de la familia pudimos hacer algo. Tuve que conocer aDios para valorar a mi familia por encima de mi trabajo. El trabajo por hacer será difícil. El control del país no se cederá pacíficamente si desde el lado de los inconformes no se trabaja con inteligencia, con diplomacia, con negociación, con perdón (o con facilidades para la salida de quien desee irse por temor a represalias). Si hasta hoy no ha ocurrido, es porque los que quedan en su mayoría no desean una guerra civil). Los que conocen de derechos civiles que lo aporten. Y que desde hoy, quienes buscan la paz, comiencen por cambiar la Constitución en lo referente a la posibilidad de que otr
No habrá cambio, y menos radical. El problema es que olvidamos lo rápido que el Castrismo se adapta a las situaciones y esta vez será lo mismo, ese discurso de patria o muerte venceremos es puro humo, los Castro no tienen patria y menos aún quieren morir por algo. Cuba empezó a cambiar ya, y fue justamente Raúl Castro el impulsor de ese cambio. La pandemia, la guerra en Ucrania y los tropezones de la economía mundial los cogieron en medio de eso. Hacia dónde va Cuba? Hacia un modelo tipo Rusia donde los antiguos ministros de estado y generales (con hijos y nietos) ahora son oligarcas con negocios en la City londinense y yates en el Mediterráneo. El cartel Punto Cero realizará los cambios necesarios para alcanzar sus objetivos, y más nada. Será un pseudo cambio, o cambio fraude, el mismo que ya están implementando.
La realidad es que nadie, ni tú, ni yo, ni el autor, ni un alma en este planeta, sabe cómo van a desarrollarse las cosas, pero aunque lo que sugieres podría ser un escenario posible, pienso que es altamente improbable. El sistema capitalista al estilo ruso no es un modelo viable para Cuba, y los intentos de implementarlo no detendrán la caída económica del país. Entre la demografía de Cuba y el estado de su infraestructura, las oportunidades de reforma de una manera que prolongaría la vida de este régimen expiraron hace muchos años. Será muy desafiante para el régimen mantener el control sobre el país con un vacío de liderazgo y sin poder proporcionar las necesidades humanas más básicas. El cambio que describes es lo que existe hoy en día. El alcance de la reforma que surgirá por pura necesidad va mucho más allá de cualquier intento superficial de cambiar hacia el capitalismo.
Es un buen esfuerzo de Sanguinetty, sobre todo el de explorar los problemas de la reconstrucción de Cuba. Coincido en que con la muerte de Raúl Castro pudieran darse movimientos en la elite de poder para efectuar cambios. Aunque no se deben descartar individuos alrededor de las altas esferas del MINFAR que velarían por cuidar sus negocios. Creo que "la piñata" será imprevisible. Porque en una sociedad cerrada y con tanta represión como la cubana es difícil saber qué está pensando quién. De ahí que la aseveración de que en la población que no se va exista un grupo que "al parecer" está con el régimen sea certera. Las lealtades políticas en Cuba están quebradas, como la sociedad.
Ud fue más conciso Sr Gómez .No lo enfrentes pero no lo apoyes.
Respuesta:Dejar de apoyar al regimen.
Lo mínimo que puede hacer un ciudadano con dignidad es no seguirlos. Si bien es cierto que el miedo a enfrentarse es mucho, al menos no deberíamos seguirle el “ juego “con la careta de aparentar por mantener un trabajo, que no da ni para malcomer.Los de afuera deberían limitarse a enviar lo estrictamente fundamental para ayudar a familiares y amigos, no ir a pasear y alardear gastando en la mayoría de los casos, más de lo que realmente pueden.