Con la grave situación de desabastecimiento que atraviesa Cuba, se hace cada vez más común que valores universales como la solidaridad, la bondad y el respeto sean pisoteados en las colas. Estas constituyen el fenómeno que retrata, como ningún otro, la actual etapa que atravesamos.
A menudo se escucha protestar cuando a una mujer embarazada o con un bebé en brazos se le prioriza, a pesar de que las disposiciones administrativas (no escritas) así lo permiten. Otra situación es la de las personas con necesidades especiales, para las que existe una fila paralela que se intercala —una cada tres personas de la cola principal—, aunque también en este caso se generan tensiones cuando se pierde la cuenta.
La extrema necesidad que sufre la población de adquirir alimentos y otros productos básicos, así como la devaluación de la moneda nacional, han generado otro fenómeno, el de los coleros que compran para revender, a los que el Gobierno ha respondido creando los llamados "grupos de lucha contra coleros".
Sus miembros se guían por normativas administrativas que cambian como el viento y, además, tienen el poder de interpretarlas y aplicarlas a voluntad, lo que los convierte en pequeños dioses.
"En el caso de las personas con discapacidad (con necesidades especiales) se sigue teniendo cierta consideración, pero con los vulnerables no. En mi caso, que trabajo toda la semana y tengo una carta que acredita mi condición, la mayoría de las veces no me dan la prioridad, y así está pasando con mucha gente. Uno trata de resolver porque las colas son interminables, pero cuando miras bien, vulnerables en Cuba somos todos", afirma el abogado Carlos E. Lemus, radicado en el municipio capitalino de Playa.
"Mi suegro vive solo, tiene 79 años y es cardiópata, hipertenso, diabético y un montón de cosas más. Tiene un certificado de persona vulnerable, pero en noviembre pasado, cuando intenté comprar un paquete de pollo para él, el 'anticolero' me dijo que no era posible. No le importó que yo llevara su libreta y su carnet, y que su apellido coincidiera con el de mi esposo. Me dijo que esa libreta pude habérmela encontrado y sencillamente no quiso ni mirar el certificado", relata Janet Acosta, vecina de Habana del Este.
"Me dijo además que había una nueva ley que solo permitía una libreta por cada carnet, y un carnet por cada comprador. Cuando pedí hablar con el gerente de la tienda, el portero me dijo que debía pedir un papel al delegado de mi circunscripción, el cual se sorprendió mucho cuando le conté, y aún hoy estoy esperando el dichoso papel. El paquete de pollo para mi suegro nos cuesta 1.000 pesos en el mercado informal, y cada día los precios se elevan aún más", agrega Acosta.
Una persona vulnerable es, por definición, alguien susceptible de ser herido o dañado física o moralmente. En Cuba, en el contexto de la pandemia, se puso de moda el término para describir a aquellos grupos etarios, de género, con bajos ingresos y problemas de salud que no solo se ponían en mayor riesgo de contagio, sino que dadas las nuevas dinámicas de aislamiento social podían sufrir un perjuicio económico que atentara contra su supervivencia.
En tanto las condiciones de vulnerabilidad pueden ser transitorias y, definitivamente, se han hecho relativas al descansar todo poder de decisión en los "grupos de lucha contra coleros", definir quién lo es y quién no se hace difícil; mientras, la injusticia y la calamidad coexisten con la corrupción.
La inseguridad e indefensión del pueblo cubano no solo remite a estos tiempos de pandemia, donde el reordenamiento económico ha venido a agravar la situación, ni al "Período Especial", cuando el país sufrió un infarto económico del que no se ha recuperado, sino que el propio proceso revolucionario se podría definir como el principal evento de carácter traumático que nos ha puesto en condiciones de vulnerabilidad.
Los vulnerables y las personas con necesidades especiales han sido dos conceptos manejados administrativamente en paralelo. A pesar de haber ratificado la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2007, el Gobierno cubano ha visto cómo sus propios funcionarios la violan rutinariamente sin tomar cartas en el asunto.
"En (la sede de) la ACLIFIM (Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores) de Santiago de Cuba le negaron el carnet a mi tía, aunque padece de escoliosis y artrosis generalizada. Le dijeron que ni se molestara en llenar la planilla (de solicitud) porque ella tiene más de 60 años; que si nació con ese problema debió haber ido antes. He buscado información en ese sentido y lo que dice es que la discapacidad de la persona no debe ser ocasionada por la vejez. Lo que hicieron con mi tía fue un ejemplo claro de malinterpretación de las leyes", cuenta Karelia Alemañy, natural de la oriental provincia.
"Mi tía ha vivido siempre con esas dolencias. Pero es una mujer de las de antes, que mientras podía caminar y trabajar, aunque le doliera, no pensaba en el beneficio de un carnet. Hoy, que no tiene salud para pasarse cuatro horas en una cola, la Revolución que tanto ha defendido le da la espalda" reflexiona la sobrina.
El Artículo 89 de la Constitución vigente, así como la citada Convención, otorgan al Estado toda responsabilidad no solo de cumplir con los derechos de las personas con necesidades especiales sino de velar porque estos sean cumplidos, algo que, evidentemente, no ocurre.
Muchos países del mundo respetan los derechos contemplados en la Convención e invierten grandes cantidades en políticas y tecnologías para favorecer el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, así como también el respeto a la dignidad inherente a las personas. Cuba, desafortunadamente, no es uno de ellos.
Está más que claro que no hay otra forma de acabar con la dictadura castrista si no es a través de la lucha armada revolucionaria. Lo demás son 60 años más de escasez, pobreza, emigración y corrupción.
Basta ya de tanto miedo. A salir a la calle a incendiar tiendas MLC y otros edificios del gobierno. A tumbar estatuas del asesino Che, del también asesino Lenin, de Allende, traidor de Chile.... En los hoteles echar plásticos en los inodoros. Haciendo sabotajes es como se logrará la libertad. No basta con marchar y vociferar. Hay que echar el miedo en la basura y actuar. Así se acabará la escasez, la hambruna, la explotación y la esclavitud.
A LA LUCHA A LA LUCHA
LAS VÍCTIMAS SON MUCHAS
PATRIA Y VIDA
VENCEREMOS
Hasta que no saquen por los moños o a para pie c… a ese gobierno asesino y criminal seguirán así y la situación se va a poner mucho más dura … o pelean en la calle de tu a tu o seguirán de esclavos …y muriéndose de hambre .. acaben de entender que bajo Eda dictadura JAMÁS esperen que la situación va a mejorar … a la calle a pelear … no hay otra .