En los días previos al festejo de San Valentín, pocas señales anunciaban el arribo de esta fecha en Cuba, contrario a lo visto en años anteriores. Entre las escasas referencias que escuché estaba el pregón de un hombre que vendía "toallitas húmedas para la novia". Fuera de eso, lo otro significativo es la llegada de un frente frio a La Habana que mantendrá el día nublado.
Este 14 de febrero el tema fundamental de los cubanos no es el amor, ni la amistad; el mejor regalo para muchos sería la posibilidad de irse del país, aunque eso signifique la ruptura con familiares, parejas y amigos. Susana recientemente concluyó una relación de dos años. Su novio, dice, la engañó.
"Un día sentí la necesidad de revisar unas conversaciones en su teléfono", cuenta. "No busqué chats con otras mujeres, ni nada de eso. Fui directo a las conversaciones con su mamá y, cuando leo, descubro que ya él tenía hecho pasaporte y una serie de trámites encaminados para emigrar".
"Me pregunto cuándo pensaba decírmelo ¿Acaso estos dos años estuve pintada en la pared? Lloré, pataleé, pero me sequé las lágrimas y terminé, no esperé ni a que se fuera".
"Yo, por el momento, no quiero irme de Cuba, y me parece injusto que alguien con quien compartía me oculte una decisión tan importante. Por eso, cuando voy a conocer a una persona lo primero que investigo es si quiere irse. Si ese es su plan, lo respeto, pero no me sirve como relación, y la mayoría quiere irse", añade Susana.
Para los que se quedan, la situación pinta parecida al clima del momento: gris. Joel y Amanda llevan cinco años juntos. Ambos tienen 24 años y bromean sobre la imposibilidad de hacerse regalos este 14 de febrero. "Hace poco recordábamos la proximidad del Día de los Enamorados, mirábamos lo caras que estaban todas las ofertas y en eso Joel dice tener la solución: 'Amanda, nos separamos el 13 y volvemos el 15; el 14, que te invite el otro porque yo no puedo'".
La pareja recuerda que, antes del reordenamiento económico y la pandemia, con diez CUC salían a un restaurante y se podían comer una pizza grande y un refresco cada uno.
"No era el mayor de los lujos, pero por lo menos pasabas un rato ameno con tu pareja. En estos momentos los precios son extremadamente altos y a dónde vamos a ir si yo soy estudiante y un salario estatal no da para cubrir los gastos de ningún lugar aquí", cuestiona Amanda.
En esos lugares a los que antes asistía la juventud habanera por un precio razonable, ahora una pizza cuesta 150 pesos cubanos la más barata. Otras opciones, como los bares, tienes covers de entrada de 200 pesos cubanos y son las opciones más económicas, pero los costos en otros establecimientos en ocasiones pueden superar las cuatro cifras, sin contar el consumo, cuando el salario del cubano promedio oscila entre los 3.000 y 4.000 pesos.
Otro aspecto que frena a la población en general a salir es la escalada de la violencia que ha generado la actual crisis económica. Muchas personas prefieren quedarse en sus casas después de caer la noche para evitar algún robo.
Pese a que La Habana está bajo un fuerte control policial, en la mayoría de las ocasiones los agentes no atrapan a los malhechores. Por la calle Reina, en Centro Habana, hasta llegar al Parque de la Fraternidad, en un día normal hay un uniformado por cada cuadra y, cada tres cuadras, postas de seis. En muchas calles principales ocurre lo mismo.
La escasez, el inusual gris del cielo, la férrea vigilancia, la inseguridad social y la inflación, hacen de este un San Valentín sin sentido para la mayoría, y sin esperanza, porque cualquier día del año que se escoja para celebrarlo la situación estará igual o peor.
Mira para eso, en Cuba todavía existe el amor. Parece que no lo han prohibido.
Todo pelao, pero seguimos avanzando, cómo el cangrejo, gracias al Mariconzon en Jefe.