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Covid-19

Los niños llevan la peor parte del confinamiento en Cuba

La ley establece multas de hasta 2.000 pesos cuando los menores de edad tengan participación descontrolada en juegos y aglomeraciones en la vía pública.

La Habana
Niños en una calle habanera.
Niños en una calle habanera. Diario de Cuba

A un año de la expansión del Covid-19 en la Isla, con la imposición de restricciones a la movilidad ciudadana y el confinamiento en los hogares, los niños han sido los principales afectados. Sus opciones de divertimento, esparcimiento y recreación se han visto drásticamente reducidas, en la inmensa mayoría, a una pésima programación televisiva que apenas los mantiene dos horas ante las pantallas.

La familia cubana tiene que lidiar con alternativas para entretener y controlar a los menores, fundamentalmente aquellos que por sus edades no logran comprender por qué llevan tanto tiempo sin apenas poder salir al parque del barrio.  

"Este año ha sido un verdadero tormento para mi hija que prácticamente solo ha visto estas cuatro paredes", lamentó Arletis Castro, madre de una niña de tres años de edad y vecina de Centro Habana.

"Por su edad no comprende el porqué tanto encierro y tan pocas opciones de entretenerse y jugar. Tiene semanas que su comportamiento es insoportable, pero tengo que hacer acopio de paciencia. Los juguetes y los muñequitos ya no la entretienen, y para colmo de males, por las propias medidas, cerraron todos los círculos particulares donde al menos veía y jugaba con otros niños", contó Castro.

Danielito apenas tiene ocho años de edad y dice que extraña "un mundo" la escuela, aunque su madre, Ana Lidia Pomares, aseguró que antes de la pandemia "era una odisea lograr que se levantara cada mañana" para ir a su primaria.

"Me da mucha lástima con él porque sus únicos entretenimientos son su hermanita de un año y la televisión. No puedo arriesgarme a que baje a jugar con sus amiguitos porque no tendría cómo pagar la multa, ya que entre las restricciones está la prohibición de los niños en la calle. A muchas madres no les importa, y sé que estoy cuidando nuestra economía a costa de que se divierta par de horas. Hay días en que lo veo en un rincón casi a punto de llorar y me los llevo a caminar por ahí", comentó Pomares, quien no puede costearse los servicios de la antena o de internet, alternativas que disponen algunas familias habaneras para aliviar el agobio del confinamiento.

El Decreto 31/2021 —de las infracciones de las medidas sanitarias para la prevención y enfrentamiento del Covid-19— establece multas de hasta 2.000 pesos a padres o tutores cuando los menores de edad bajo su custodia incurran en violaciones en el uso del nasobuco o tengan participación descontrolada en juegos y aglomeraciones en la vía pública.

La escasa infraestructura para la viabilidad de opciones recreativas en las comunidades, limitan sobremanera la propia diversión de los niños en el panorama actual. Delegados del Poder Popular, como Gabriel Zamora, reconocieron que la pandemia "también nos hizo ver la deficiencia en las opciones para divertir a nuestros niños".

"Por años los vecinos se han quejado del abandono de instalaciones como los complejos deportivos, museos, salas de navegación y hasta Casas de Cultura. Estas instalaciones, con control y disciplina epidemiológicas, hoy servirían para la diversión de niños y adolescentes en las comunidades. Francamente los niños no tienen ninguna opción de recreación y el Gobierno ha insistido en la prohibición de que no pueden estar en las calles, y muchísimas familias ya no tienen cómo mantenerlos entretenidos dentro de las casas. Llevan un año encerrados sin entender apenas que es una situación obligada", admitió Zamora.

Alquilar una casa en la playa no es una opción económicamente al alcance de las familias trabajadoras. A consecuencia de las restricciones, los arrendadores no alquilan para más de seis personas, en dependencia de la cantidad de habitaciones.

"Nuestra familia y la de dos amistades nuestras hacíamos una ponina y alquilábamos una semana y así nuestros hijos se divertían de lo lindo y liberaban toda la energía que todo niño tiene", relató Ernesto Ariel Bonilla, padre de tres menores de edad y vecino de Plaza.  

"Pero una sola familia, incluso aunque reciba remesas como nosotros, no puede costearse una casa en la playa. Llevamos un año de pandemia y no hay manera ninguna de lograr que los niños se mantengan entretenidos. Y eso que nosotros tenemos condiciones para ellos como el Nintendo, la antena y la red para jugar en línea con los niños del barrio. No me imagino a otras familias cómo se las estarán arreglando con sus hijos", señaló Bonilla.

A mediados de 2020, en las zonas de Guanabo y Campo Florido, las ofertas más baratas de alquiler de una casa en la playa oscilaban entre los 80 y los 100CUC diarios. Tras la implementación del reordenamiento monetario, con el incremento de los costos en los servicios públicos como agua potable, gas y energía eléctrica, estos precios sufrieron aumentos notables.

Los juegos de mesas, parchís, dominó, monopolio, cubilete, barajas, son alternativas a las que la familia de Eleonora Sánchez recurre para paliar el aburrimiento de sus cuatro nietos, y evitar las discusiones familiares a consecuencia "del alboroto y las perretas que crecen cada día, pues llevan un año viendo poco la calle y sin más diversión que pelearse entre ellos mismos".

"Pero la imaginación se agota, no da para tanto tiempo de confinamiento. Parque de diversiones y lugares similares no están abierto por el propio tema de la pandemia, y del mismo modo que el Gobierno dice que somos los responsables de que los niños no estén en las calles, también somos los responsables de cómo divertirlos… pero sin recursos y sin opciones", concluyó Sánchez.

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