El Gobierno cubano ha intentado en varias ocasiones rescatar del deterioro los Jardines de la Polar, ubicados en barriada de Puentes Grandes, en el municipio Marianao, y que antes de 1959 eran uno de los principales centros de esparcimiento al aire libre de La Habana.
Ante la ineficacia de las autoridades, tanto para recuperar un lugar emblemático de la capital como para construir viviendas, en los últimos años más de 40 familias provenientes del oriente de Cuba no han dudado en levantar casas improvisadas (en su mayoría de madera) en los Jardines, a pesar de las numerosas amenazas de desalojo.
"Yo fui una de las primeras personas en llegar aquí, hace cinco años, porque trabajaba como custodio en la empresa Recreatur, a la cual pertenecen los Jardines", relata Haydeé González, natural de Guantánamo y una de las habitantes del lugar. "Me colé en una de las instalaciones originales que antiguamente era una oficina, pero en verdad fue a partir del pasado año que toda esta área ha crecido rápidamente con casas por todos lados", añade.
Al llegar a la vivienda de Haydeé González, lo primero que se ve en la fachada es un cartel bien grande que dice "NO AL DESALOJO".
"En tres ocasiones han intentado desalojarnos de aquí. La amenaza más real ocurrió en marzo del pasado año, cuando nos dieron unos pocos días para salir; pero llegó la pandemia y no hicieron nada", dice González.
"A todos nos han puesto multas de 1.000 pesos por 'construcción ilegal'", agrega.
Annerys Mendoza Marín "no podía seguir pagando un alquiler", por eso hace un año decidió levantar una casa en el lugar.
"Enseguida se aparecieron las autoridades a decirme que eso no lo podía hacer y me llegaron a amenazar con quitarme la custodia de mis dos hijos", cuenta Mendoza Marín, quien ocupa un área de uno de los antiguos salones de baile de los Jardines de la Polar.
"Me dijeron que todo lo que había levantado me lo iban a tumbar. Yo les dije que podían hacerlo, pero conmigo y mis hijos adentro porque no tengo para donde ir. Entonces, me pusieron una multa de 1.000 pesos", dice esta mujer natural de Pilón, Granma.
"Una vez decidí levantar estas paredes de madera, muchas otras familias me imitaron. Se puede decir que el 'boom constructivo' en los alrededores de los Jardines de la Polar tiene poco más de un año", apuntó.
DIARIO DE CUBA pudo constatar que existen varias viviendas tanto de mampostería como de madera a medio hacer, por lo cual esta zona de La Habana sigue creciendo con casas improvisadas, como ocurre en numerosos lugares de la periferia de la capital.
Para tratar de sensibilizar a las autoridades y que las dejen vivir en ese lugar, muchas de las familias ponen en sus fachadas consignas a favor del Gobierno, un procedimiento similar al usado por los residentes en Campamento 14 —otro asentamiento irregular, ubicado en el Cerro—, quienes el pasado año fueron objeto de varias amenazas de desalojo.
"Cuando vimos que nos querían desalojar hasta pusimos unas banderas cubanas. Ellos (los funcionarios) nos dijeron que debíamos quitarlas, petición que acatamos, pero que no pudimos entender", expresó un hombre residente en el lugar que prefirió no revelar su identidad.
En busca de mejorar sus vidas, muchos cubanos emigran desde el oriente o centro del país hacia la capital, pero la mayoría se enfrenta a la imposibilidad de poder alquilar o comprar una vivienda, porque sus bajos ingresos lo impiden. Además, el déficit de viviendas en La Habana es crítico.
De ahí que los asentamientos irregulares en zonas periféricas de La Habana hayan crecido de manera constante.
El pasado año, al menos tres asentamientos irregulares —Campamento 14, en el Cerro; Antillana, en el Cotorro, y Sierra Maestra, en Boyeros— fueron blanco de intentos de desalojos masivos por parte de las autoridades cubanas.
En todos los casos, la resistencia de los residentes lo impidió; aunque las autoridades se niegan a ofrecerles a estas familias un estatus legal, con el objetivo de forzarlos a regresar a sus lugares de origen.