Un grupo compuesto por cientos de migrantes cubanos que han permanecido plantados por dos semanas en un muelle ubicado en la zona occidental de Surinam, exactamente en la región de Nickerie, fue amenazado por las autoridades del país con ser desalojado por la fuerza en caso de que no abandonen el lugar voluntariamente.
A los migrantes, que tiene como objetivo continuar su camino hacia Estados Unidos, oficiales de la Policía de Surinam les comunicaron que les fue negada la entrada a Guayana, según contaron a Radio Televisión Martí.
"El encuentro (con la Policía) transcurrió sin incidentes, muy organizado y en medio de una fuerte presencia militar, incluso con agentes uniformados que portaban armas largas", afirmó Yissel, una joven que forma parte del grupo.
Ante la amenaza de ser desalojados por la fuerza, una parte de los cubanos, especialmente quienes acompañaban a menores de edad, decidieron regresar a Paramaribo, a más de 200 kilómetros de Nikerie.
"De un grupo de 462 personas que iniciaron la acampada el pasado 30 de noviembre, permanecen en el muelle entre 200 y 230", explicó Yissel.
Los migrantes se mantienen esperanzados con una hipotética reanudación del servicio de ferry que conecta a Nikerie con Guyana, aunque las autoridades de Suriname anunciaron que estará suspendido hasta nuevo aviso.
"Estamos decididos a no abandonar el sitio voluntariamente. Nos quieren llevar de vuelta a Paramaribo, la capital. Ahí no tenemos nada que hacer, no tenemos donde vivir, ni recursos para un arriendo", dijo la joven cubana a Radio Televisión Martí.
El grupo, tras llegar a Guayana, tendría que continuar su camino a través de Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, atravesar el istmo centroamericano hasta llegar a México y luego buscar la forma de entrar a los Estados Unidos.
Ante las amenazas de desalojo por parte de las autoridades del país sudamericano, el grupo de cubanos decidió desmontar el campamento donde aguardan por la reanudación del servicio de ferry.
"Quieren que salgamos de aquí, pues recogimos todo, carpas y pertenencias. Estamos durmiendo hace dos días en el piso, a la intemperie. Esto es un embarcadero y somos pasajeros que esperamos por la reanudación del servicio", explicó Yissel.
Mientras tanto, los migrantes cubanos hacen toques de cazuelas unas tres veces por día, se cubren la boca con cinta adhesiva y realizan sentadas pacíficas como protesta por el impedimento de continuar el viaje.