El doctor Ricardo Manet, director de Higiene y Epidemiologia, reconoció este lunes, en una inusual comparecencia televisiva, que en Santiago de Cuba existen 54 casos positivos de coronavirus y están ingresados otros 57. Estos últimos son trabajadores de misiones en el exterior de todas las provincias orientales, que regresaron al país infestados.
Dichas cifras han disparado las alarmas en la provincia, que vive un rebrote después de seis meses sin casos.
Durante su alocución, que interrumpió la programación habitual de Tele Turquino, Manet aseguró que en este territorio hay 12 focos abiertos, un evento de transmisión local activo, cientos de casas aisladas, decenas de cuadras selladas, 102 hospitalizados, 347 personas bajo vigilancia médica, casi 10.000 santiagueros con restricción de movimiento y cinco manzanas cuarentena.
Al detallar la situación explicó que 19 casos son importados y 35 autóctonos, mientras que el evento de transmisión local se localiza en el barrio de Altamira, con la mitad de los focos de la provincia y donde las autoridades tuvieron que cerrar un círculo infantil, dos escuelas primarias, la secundaria básica y el preuniversitario.
En cuanto a los trabajadores que regresaron del exterior, el funcionario no especificó las cifras por provincias ni los países donde cumplieron misión. Se limitó a decir que "muchos estaban asintomáticos y otros se recuperaban sin complicación".
"El resto de los focos activos se concentra en el área de salud del Carlos J. Finlay (3), el Micro 7, del Distrito José Martí (1), en el batey del central Dos Ríos, de Palma Soriano (1) y en América, del municipio de Contramaestre (1)", añadió el funcionario.
Entre los contagiados hay seis niños con edades comprendidas entre dos y 15 años, de cuya evolución nada adelantó Manet.
Por la gravedad de la situación, funcionan varios centros de aislamiento y los hospitales Ambrosio Grillo, el militar Joaquín Castillo Duany y uno de campaña ubicado en Veguitas, en la periferia de la ciudad.
En días pasados, Regla Angulo, viceministra de salud, explicó al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros la situación en Santiago de Cuba, donde los residentes se quejan de negligencias que anulan la posible eficacia de los protocolos sanitarios.
En una videoconferencia reseñada por la televisión estatal, el primer ministro, Manuel Marrero, se mostró entonces sorprendido y exigió una respuesta convincente para entender el retroceso en una región que durante exactamente 187 días fue presentada como ejemplo de buenas prácticas.
José Ángel Portal Miranda, titular del ramo, reconoció "violaciones de los protocolos de bioseguridad y seguimiento con los viajeros asintomáticos procedentes de otras provincias o que arribaron por el Aeropuerto Internacional Antonio Maceo", cuya apertura complicó el cuadro epidemiológico del territorio.
Portal Miranda informó que en lo adelante las muestras de las provincias de Granma y Las Tunas las asumiría Holguín, mientras que Laboratorio de Biología Molecular de Santiago de Cuba se concentraría elevar la capacidad de análisis y la "confiabilidad" de los estudios de identificación del virus.
Mientras Yaneydis Hechavarría Batista, intendente de la ciudad, y otros dirigentes locales se escudaron en las indisciplinas sociales —que son reales— al pueblo le quedó el mal sabor del análisis realizado por los periodistas de la prensa oficial.
Cristina González, del Consejo Popular Los Maceos, denunció que "un cubanoamericano que arribó vía Cancún, no solo infestó a su mamá y su hermana, sino que vendió la pacotilla y contagió a casi todo el barrio ante los ojos del médico de la familia y el resto de las autoridades".
Para Sheila Sánchez, de la cuadra contigua, lo peor fue que "cargaran con todos los vecinos y ese foco no se mencionara en el parte diario donde se actualiza la cifra de contactos, enfermos y defunciones".
"Frente a la farmacia de San Germán y Gallo tuvimos otro caso no informado. Una de las trabajadoras de esa entidad fue contagiada por el hermano que vino del extranjero y andaba de fiesta y tomadera con sus amigos, sin que nadie supervisara sus movimientos ni le explicara que exponía al contagio a todo el barrio", criticó Oscar Romero.
"Lo que tenemos en Altamira es un campo de refugiados. Allí nadie sabe si la presencia de tantos militares es para asegurar la cuarentena o para reprimir a los opositores. Cuando observas los recursos que derrochan piensas que en Cuba no hay crisis económica", comentó Karelia en la parada de Ferreiro.
"No aguanto más muela", dijo por su parte Yaser en una discusión en la Plaza de Marte. "Ese es el resultado de falsear el contexto y no exigir el nasobuco, las normas de distanciamiento, permitir las aglomeraciones en las colas, los camiones atestados de gente, las fiestas y la ausencia de pasos podálicos en unidades comerciales, donde el cloro y el detergente son cosa de la prehistoria".
Horacio, un exoficial de las Fuerzas Armadas, consideró que "el dispositivo sanitario de la terminal aérea es tan decorativo como inefectivo. Por ahí entra el coronavirus y nadie lo detecta. Al paso que vamos, nos infestaremos todos y el Estado tendrá que reconsiderar su estrategia".
"El voluntarismo político genera dudas y hace más daño que el Covid-19. No son pocos los que piensan que por la proximidad del aniversario de la muerte de Fidel están haciendo creer que no pasa nada. Los dirigentes son capaces de parar al pueblo frente a la dichosa piedra, aunque al otro día nos aíslen en masa", dijo el cuentapropista Pablo Orta, en la Barca de Oro.
Amarilis Alfonso, abogada del bufete de San Basilio, recordó que el 22 de agosto llegó un tren procedente de la Habana con tres personas muy acatarradas y dos contagiados. "Entonces las autoridades minimizaron el problema y dijeron que estaba controlado".
Algo similar, añadió Zulema, sucedió en septiembre, cuando un habanero de Arroyo Naranjo, positivo al coronavirus, atravesó la Isla, provocó el aislamiento de 67 personas y expuso al contagio a los moradores de más de un centenar de viviendas del municipio de San Luís.
"Indigna que este señor viajara por 10 provincias cubanas sin que en los puntos de control se detectara su estado de salud, lo que pone en entredicho la rigor de los protocolos y las efectividad medidas preventivas", dijo la también trabajadora de la Iglesia Don Bosco.
Para el usuario de Facebook Alfredo Falcón "esto era esperado. Imagino que los decisores de abrir el país hayan sacado bien la cuenta del costo beneficio de la nueva normalidad por la que abogan".
Desde el 2 abril de 2020 no reportaban oficialmente casos de coronavirus en Santiago de Cuba. Los últimos habían sido trabajadores llegados de Venezuela.
Se observa ''cierta falta de gobernalidad'' en Cuba. Es una especia de dale al que no te dio...