Las denuncias por abuso sexual y lascivo, y el incremento de la violencia contra los niños desconciertan a los tribunales, alarman a los especialistas y ponen en entredicho la política de protección a la infancia en Cuba.
En un artículo inusual ante la habitual censura, la periodista Irma Rivera, del semanario oficial Sierra Maestra, abordó un tema tabú dentro de la sociedad cubana y se refirió a las tensiones que viven los menores de edad en Santiago de Cuba.
En su reportaje, publicado en la edición impresa del 10 de octubre, la periodista constató que durante los últimos 12 años han llegado a la Casa de Atención y Protección a Niños, Niñas y Adolescentes cientos de menores de edad con golpes, hematomas, quemaduras y otros daños infringidos por adultos, que en la mayoría de los casos pertenecen a sus familias o son sus representantes legales.
La teniente coronel Nelida González, directora del centro, reconoció que el grupo multidisciplinario que dirige también ha enfrentado hechos de agresividad institucional, derivados de la hostilidad con que los profesionales de la educación vulneran los derechos, humillan y maltratan a los niños.
"Los abusos lascivos, la violación, la corrupción de menores y otros fenómenos que, como la intimidación y la amenaza, van acompañados de daños físicos y psicológicos, son señales de alerta que deben ser identificadas y atendidas con urgencia", señaló la oficial del Ministerio del Interior.
Según Arianna Toledo, fiscal protectora de menores en la provincia de Santiago de Cuba, las lesiones, el abuso lascivo y las violaciones han sido las manifestaciones delictivas más frecuentes y sancionadas por los tribunales durante 2020.
A su juicio, la disfuncionalidad familiar y la inobservancia de las leyes incide en el crecimiento de la cifra de sancionados y en el retiro de la custodia, la patria potestad y otras sanciones previstas en el código y la norma penal que protegen a la infancia.
"El ministerio fiscal ha logrado identificar a los padres, los hermanos y los vecinos como los principales victimarios. Mientras que en materia de género son las niñas las más dañadas, aunque el sufrimiento de los varones resulta desgarrador y traumático", puntualizó la fiscal.
En sus 45 años de experiencia, Miriam Musle, jefa del grupo provincial de psicología infantil, asegura que a su carga de dolor, vergüenza y culpa, las familias suman el intento de silenciar el daño provocado a las víctimas y el respaldo de los médicos para no realizar las denuncias, prácticas que resultan inaceptables, propician la impunidad y constituyen delito.
Yamilka Rodríguez, coordinadora del Programa de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Dirección Provincial de Salud Pública, confirmó que infelizmente muchas familias se callan y dañan irreversiblemente la autoestima niños, porque los actos violentos y los traumas físicos siempre tienen una repercusión psicológica en las edades tempranas.
"Durante la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 se agudizaron los conflictos en los senos familiares, el confinamiento trajo consigo la irritación y muchos padres emplearon el golpe como método educativo", dijo Yamilka Rodríguez.
Añadió que "en las instituciones hospitalarias las afectaciones más frecuentes son las alteraciones emocionales, los trastornos depresivos y las actitudes ansiosas, que no pocas veces conducen a los menores a una conducta suicida".
"Dentro del elevado número de intentos de suicidio que hemos recibido durante los últimos meses la causa fundamental ha sido la violencia física empleada por los padres y tutores para imponer normas, criterios y medidas. Sin embargo, lo peor es que esos niños se convierten en generadores de violencia en escuelas y comunidades", subrayó la especialista.
A estos peligros se suman otros patrones nocivos no descritos en la investigación mediática del órgano oficial del Partido Comunista, como la pérdida de los valores y la fragilidad de la moral en miles de familias, que en su desesperación por subsistir olvidan los desgarramientos de sus hijos.
Esta situación —y su carga colateral de dolor humano— desnuda las lagunas culturales y afectivas que reciclan, involucran, comprometen y lastiman a miles de familias cubanas.
En Cuba al menos 2.350 menores de edad sufrieron agresiones sexuales entre junio de 2018 y mayo de 2019, según datos oficiales.